Suecia, el lugar que durante décadas fue reconocido y admirado por ser considerado un “paraíso” del estado del bienestar y una de las sociedades más seguras y pacíficas en el mundo, desafía el cliché. En las últimas semanas, el país escandinavo vivió los mayores disturbios en años después de tres noches de incidentes con al menos 14 manifestantes y 26 policías heridos, 20 coches de policía dañados y un incendio en una escuela. En las ciudades donde se registraron los incidentes también se calcinaron decenas de coches, autobuses públicos y mobiliario urbano, según informó la policía sueca.
Los problemas empezaron el Jueves Santo en la ciudad de Jönkoping y se extendieron los siguientes días por las ciudades de Norrköping, Linköping, Malmö y Estocolmo, en lo que la prensa ya bautizó como “los disturbios de Pascua”. En Norrköping, a 160 kilómetros al sur de la capital, la policía realizó disparos con fuego real para disuadir los altercados, causando tres heridos por el rebote de las balas. El jefe de la policía sueca, Anders Thornberg, afirmó que “son unos hechos extremadamente graves” y aseguró: “Hemos visto disturbios violentos en otras ocasiones, pero eso es otra cosa, la violencia ha sido muy grave contra vidas y propiedades, especialmente contra los agentes de policía”.
El motivo que hizo encender la mecha del fuego y la violencia fueron las convocatorias del activista de ultraderecha danés Rasmus Paludan, líder del partido Stram Kurs (“línea dura”, en danés), famoso por quemar copias del Corán envueltas en panceta mientras proclamaba su discurso contra el islam y los musulmanes en barrios de mayoría inmigrante. Aprovechando su doble nacionalidad sueco-danesa, el activista de extrema derecha ya había anunciado anteriormente su intención de presentarse en las próximas elecciones generales en Suecia, que tendrán lugar en septiembre.
Hace un par de semanas, en un mensaje en la página de Facebook de Stram Kurs, Paludan anunció “una gira por Suecia para quemar el Corán”, coincidiendo con el mes del Ramadán. Los actos de Paludan levantaron la ira y la indignación de muchos jóvenes de los barrios que el Gobierno denomina como “áreas vulnerables” y donde viven familias originarias del norte de África y Oriente Próximo.
Ante la gravedad de la situación, el ministro de Justicia, Morgan Johansson, condenó los disturbios y se refirió a Paludan como “un tonto de extrema derecha, cuyo único objetivo es impulsar la violencia y las divisiones en Suecia”.
Los límites de la libertad de expresión también han estado en el centro del debate estos días, sobre todo después de que algunos alcaldes de las ciudades donde Paludan tenían previsto hacer sus apariciones pidieron a las autoridades policiales que no dieran el permiso de manifestación al partido ultra.
A pesar de que algunos de los actos fueron cancelados por el mismo partido, el ministro Johansson quiso subrayar el papel de las autoridades de garantizar las libertades y los derechos en el país. “Vivimos en una democracia con amplias libertades de expresión y de prensa, y debemos estar orgullosos de ello”, dijo. Estas declaraciones han levantado la polémica, ya que una parte de la opinión pública se cuestiona si se deberían destinar recursos públicos como la policía para garantizar la seguridad y el derecho de manifestación en actos como la quema del Corán.
Quién es Rasmus Paludan
Rasmus Paludan es una figura bien conocida en Dinamarca y ahora también en Suecia. Abogado de profesión, se presentó con su partido en las elecciones generales danesas de 2019 donde alcanzó el 1,8% de los votos, sin llegar al 2% necesario que le hubiera permitido tener representación en el Folketing (Parlamento danés). Su fama empezó a través de vídeos con discursos xenófobos colgados en las redes en que explicaba su objetivo: “Prohibir el islam en Dinamarca y expulsar a los ciudadanos de origen no-europeo del país”, según publica en la página web de Stram Kurs.
En 2020, después de protagonizar unos hechos similares en Malmö, Paludan fue sancionado con la prohibición de entrada en Suecia durante dos años y fue expulsado de Bélgica y Francia tras anunciar su intención de quemar el Corán en París. En julio del mismo año, un tribunal danés lo inhabilitó durante tres años tras una condena por racismo y difamación. Más tarde, al intentar hacer el paso a la política sueca, el tabloide danés Ekstra Bladet publicó que Paludan había mantenido conversaciones de contenido sexual con menores en foros de internet, hecho que provocó su expulsión del partido de extrema derecha Alternativa por Suecia.
“Paludan sabe cómo explotar las debilidades de la sociedad sueca y las situaciones que terminan explotando para después poder decir: así se comportan los musulmanes”, explica Anders Sannerstedt, profesor de ciencias políticas en la Universidad de Lund. El profesor argumenta que, antes de que estallaran los altercados, las encuestas de opinión mostraban que la principal preocupación de la sociedad eran los refugiados, la inmigración y la integración y la segunda era la criminalidad, el mantenimiento de la ley y el orden. “Un tema que nunca había sido un problema en Suecia”, dice, hasta que el país se convirtió hace unos años el líder por muertes por tiroteo per cápita en Europa.
Frustración y segregación
Karl Loxbo, profesor de ciencias políticas en la Universidad de Estocolmo, argumenta que detrás de los altercados de Pascua no hay un motivo religioso, sino “la frustración y el enfado de una parte de la sociedad contra la segregación y la desigualdad creciente”.
El historiador y experto en religión comparada de la Universidad de Uppsala, Matias Gardell, explica esta desigualdad citando un estudio que demuestra que “durante las décadas de 1970 y 1980, Suecia presumía de ser el país más igualitario del mundo en donde una familia de clase alta solo tenía unos ingresos cuatro veces mayores a una familia de clase obrera. Ahora esta diferencia se ha multiplicado por 157 veces”. Gardell también argumenta que “los discursos de islamofobia estigmatizando a la minoría musulmana se han hecho un mayor hueco en los medios de comunicación y entre la clase política”, en un discurso que relaciona a la inmigración con la criminalidad.
“El hecho de que Suecia haya sido un país tolerante con la multiculturalidad no tienen nada que ver en que no sea racista”, dice. “Un ciudadano sueco con nombre musulmán que se cambie el nombre por uno escandinavo tiene más posibilidades de tener un mejor sueldo, ser tratado con respeto en el centro de salud y sus hijos serán menos acosados en el colegio”, añade Gardell. El experto asegura que “Paludan ha venido a poner el dedo en el ojo en las tensiones que tiene Suecia”.
La pregunta ahora es si las acciones de Paludan tendrán una repercusión en las próximas elecciones generales, pero los expertos señalan que “muy pocos lo van a votar”, asegura Annerstedt. “El partido de los Demócratas de Suecia (SD) hablará mucho de los disturbios, pero intentará alejarse lo más posible de Paludan para parecer un partido mucho más convencional, a pesar de ser también de ultraderecha”, dice el experto.
En las últimas elecciones generales del 2019, el partido socialdemócrata consiguió un Gobierno en minoría con un acuerdo para aislar a la extrema derecha de los pactos. “La cuestión será si, tomando el ejemplo de Dinamarca, los socialdemócratas tomarán unas posturas mucho más duras con la inmigración, la acogida de refugiados, la inclusión y la criminalidad”, finaliza Loxbo.