Cuando el 9 de octubre de 1958 falleció Eugenio Pacelli –el Papa Pío XII–, uno de los primeros telegramas que llegaron al Vaticano fue el de la primera ministra israelí, Golda Meier, quien lamentó la muerte de “un gran amigo de Israel”. Durante años, especialmente después del fin de la II Guerra Mundial, los judíos alabaron la labor del pontífice, que abrió las puertas del Vaticano para acoger a judíos perseguidos por los nazis: según datos de la Santa Sede, entre Roma y Castelgandolfo se refugiaron cerca de 8.000 judíos. En la cama de la residencia veraniega del Papa vinieron al mundo unos 40 niños.
Sin embargo, a partir de 1963, con el estreno de la obra de teatro El vicario, todo comenzó a cambiar, naciendo la que para el Vaticano es una “leyenda negra” y para cada vez más investigadores, la constatación de una realidad: Pío XII calló ante las atrocidades nazis, por temor a que Hitler invadiera el Vaticano o, simplemente, por conveniencia política (había sido Nuncio en Alemania y conocía todos los resortes del Tercer Reich).
¿Protector de los judíos o encubridor del nazismo? Las últimas revelaciones, después de que el Vaticano abriera los archivos correspondientes al pontificado de Pacelli (1938-1958), cada vez lo dejan más claro. “La correspondencia recientemente descubierta muestra una prueba más explícita de que el Papa Pío XII nunca debería ser considerado para la santidad, ya que guardó silencio públicamente durante todo el Holocausto”, aseguró esta misma semana el Centro Simon Wiesenthal tras conocer la existencia de una carta enviada al Papa el 14 de diciembre de 1942, y en la que se detalla la existencia de crematorios en los campos de concentración nazis de Polonia, donde cada día se asesinaba a 6.000 hombres, en su mayor parte judíos y polacos.
La “prueba fundamental”
Y es que, para muchos, la publicación de la misiva por parte del archivero vaticano Giovanni Cocco es una prueba definitiva e irrefutable del silencio de Pío XII ante los nazis. Para Cocco, la carta “representa la única prueba de una correspondencia que debía alimentarse y prolongarse en el tiempo” y supone una prueba fundamental que demostraría que la Santa Sede conocía los crímenes ordenados por Hitler al mismo tiempo en que se llevaba a cabo el Holocausto.
Hasta el momento, la tesis oficial sostenía que el Vaticano únicamente conocía la existencia de campos de concentración, pero no de la 'solución final'.
“La Iglesia Católica era consciente de la enormidad de los asesinatos masivos contra los judíos durante la Segunda Guerra Mundial”, constata el Centro Wiesenthal, que solicitó a la Santa Sede la paralización de cualquier proceso de beatificación o canonización de Pío XII. Hace un año, los responsables de este lugar de investigación sobre el Holocausto se reunieron con el Papa Francisco para entregarle diversas pruebas que, hasta la fecha, no han trascendido.
La respuesta del Vaticano, sin ser oficial, no se hizo esperar. Así, en un largo artículo en L’Osservatore Romano (diario oficioso de la Santa Sede), el historiador Matteo Luigi Napolitano asegura que la información planteada por la carta del jesuita alemán al Papa “ya había llegado por otras fuentes al Vaticano a aliados y a organizaciones judías desde diversas partes de la zona de Europa ocupada por los nazis”, y que incluso éstas “bloquearon noticias sobre los campos de exterminio”. Una nueva tesis, que va más allá de ‘El Papa no sabía’, al sugerir que todos tuvieron información, pero dudaban de “la fiabilidad de las fuentes”.
Para el diario vaticano, “no había pruebas suficientes” para que Pío XII se lanzara a una denuncia pública contra los nazis por la existencia de campos de concentración. Es más: en cuanto a la acusación del silencio culpable del Papa, Napolitano recuerda el mensaje del Papa en la Navidad de 1942, en el que condenaba la muerte de “cientos de millares de personas”, sin hablar explícitamente de los judíos.
Por su parte, uno de los mayores estudiosos católicos de la época (y especialista, también, en los mártires de la Guerra Civil española), Vicente Cárcel Ortí, señalaba a AlfayOmega sobre el silencio de Pacelli que “eso se ha dicho toda la vida y es una polémica que no se va a resolver nunca”.
Ortí defiende que Pío XII optó por una “resistencia oculta” para salvar de los nazis al mayor número de judíos, y sostiene la que hasta la fecha ha sido la tesis oficial del Vaticano: “Él podía haber hablado públicamente, pero así habrían matado a más (…), y ponerse en contra de un loco como Hitler, que planeaba dejarlo secuestrado e incomunicado en el Vaticano”.
Como el resto de partidarios de la canonización de Pío XII, Cárcel Ortí considera que “su silencio fue muy oportuno. Y eso no quiere decir que le faltara coraje ni valentía. Él fue prudente para evitar daños mayores”.
La tesis, ahora que se sabe que Pío XII tenía información de que en un campo de concentración eran asesinados más de 6.000 personas al día, resulta difícil de sostener. “Los asesinos [nazis] en su mayoría estaban bautizados, habían sido educados en el cristianismo, algunos de ellos iban a misa y, por supuesto, se confesaban. Y mataron”, señala el profesor Andrea Riccardi en su última investigación, La guerra del silencio (San Pablo, 2023). Una realidad ahora abierta en canal tras el descubrimiento de la carta de 1942, y que supone un baldón para una cada vez más improbable canonización de Eugenio Pacelli, el Papa de Hitler.
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