El ex presidente Lula da Silva logró, en menos de dos meses, atraer partes trascendentes de los brasileños más poderosos y de la clase media alta. En la última encuesta de Datafolha, que midió las adhesiones de los votantes por sectores sociales, edad y educación, el líder del Partido de los Trabajadores trepó de 33 a 40% de los electores del mundo rico; en cambio, Jair Messias Bolsonaro perdió su preeminencia en ese ámbito al caer de 38 a 33% de las preferencias.
La investigación de la consultora puso luz sobre los procesos que llevaron a semejante inversión. Es que el ex obrero metalúrgico privilegió, los últimos tiempos, una ampliación crucial de sus alianzas, antiguamente muy teñidas por la centro- izquierda y ahora más volcadas hacia el centro y la centro-derecha. Bolsonaro, en cambio, decidió avanzar el último mes entre los sectores más vulnerables: logró incrementar 5 puntos entre los más pobres, al pasar de 19% a 24% (contra su competidor que bajó de 57% a 54%). El presidente obtuvo ese progreso gracias a lograr que el Congreso votara, a su pedido, un aumento de 50% a partir de agosto en el estipendio Auxilio Brasil (antes Bolsa Familia). Ese subsidio, que acaba de pasar de 400 a 600 reales al mes (es decir, de 75 a 113 dólares), es un reajuste que sólo durará hasta diciembre, lo que revela una típica maniobra electoral.
Si Lula puede exhibir hoy el primer lugar entre los adinerados, es en parte por su habilidad de haber construido la mayor coalición de partidos que lo levantan como presidenciable; alianza a la que se acaban de incorporar agrupaciones de centro derecha. Curiosamente, son partidos que en la segunda vuelta de 2018 optaron por mantenerse “neutrales” frente a la disputa entre Fernando Haddad del PT, que sustituyó a Lula (entonces preso en Curitiba) y su adversario del Partido Liberal, el ex capitán del Ejército.
La lista de agrupaciones que en esta campaña rodean al actual mandatario son tres e incluye además de su propio partido PL, a los Progresistas y al Republicano. Lula, en cambio, consiguió enfilar detrás de sí nada menos que a 10 organizaciones, lo que es un récord histórico en procesos electorales. El núcleo duro abarca el PT, el Partido Verde; el PCdoB (comunista), el Psol (Socialismo y Libertad), el Partido Socialista (PSB) y Solidaridad. A ellos se acaban de sumar recientemente el centro-izquierdista Rede (de Marina Silva), y los centro-derechistas Avante, Pros y Agir.
Ese número expresivo de adhesiones partidarias tiene consecuencias prácticas. Por el sistema electoral brasileño, cuanto más amplias son las alianzas más chances tiene un presidenciable de conseguir más tiempo de exposición en las publicidades de TV y radio. Ese lapso es fijado a partir de la cantidad de parlamentarios que contenga cada coalición, que en el caso de Lula llegan a 140, y representa 3,16 minutos por cada aparición. Bolsonaro, en cambio, deberá conformarse con 2,40 minutos. Según los especialistas, esa ventaja a favor de la exhibición mediática del petista podrá consolidar su preeminencia.
La encuestadora Datafolha concluyó en su estudio que en un mes (julio) los más pobres y desamparados pasaron a evaluar mejor el gobierno bolsonarista , lo que se tradujo en una sensible disminución del rechazo al presidente (bajó de 50 a 46 por ciento).
Este segmento de la población, según la misma consultora, mostró que no le alcanzaban los ingresos para la compra mensual de comida. Al mismo tiempo, estos encuestados mencionaron la salud y la educación como los temas más problemáticos de Brasil. El informe añade que la mayor variación a favor de Bolsonaro ocurrió, el último mes, entre los cuentapropistas de nivel de ingresos bajos e inseguros. Lula descendió 5 escalones en ese sector ciudadano.
A partir de esta semana, comienza la campaña efectiva que deberá durar hasta el día anterior a la votación. Lula advirtió que utilizará ese tiempo para ir de pueblo en pueblo de “Norte a Sur y del Este al Oeste” de Brasil. Ese fue, históricamente, su estilo; el que le ganó la aprobación a lo largo y ancho del país en 2002 y en 2006. De Bolsonaro se sabe, hasta ahora, que recorrerá los distintos lugares con su clásicas motosiatas. Traducido: las manifestaciones realizadas en moto con sus partidarios.
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