Desde hace tres semanas, la ciudad portuaria ucraniana de Mariúpol está sitiada por las fuerzas rusas. Entre 100.000 y 200.000 personas permanecen atrapadas en la ciudad, que sigue siendo objeto de incesantes bombardeos.
Las autoridades locales dicen que el 80% de las infraestructuras de la ciudad han sido destruidas, algunas de ellas de forma irreparable. La ciudad se ha quedado sin agua, electricidad y calefacción, y es imposible contabilizar el número de muertos. Esta semana, Ucrania rechazó el ultimátum de Rusia para la rendición de Mariúpol. La caída de Mariúpol sería un golpe económico para Ucrania y una victoria simbólica para Rusia.
“Mariúpol tiene una importancia práctica y simbólica para Rusia”, dice Andrii Ianitskyi, director del Centro para la excelencia en periodismo económico de la Escuela de Economía de Kiev. “Es una gran ciudad portuaria y una base para las fuerzas armadas ucranianas. Así que, si los rusos quieren tener un corredor terrestre [desde el Donbás] hacia Crimea, necesitan controlar la ciudad”.
Desde 2014, menos de 30 kilómetros separan Mariúpol de los territorios separatistas bajo control ruso en el Donbás.
Estrangulamiento económico
Mariúpol es un centro metalúrgico de siderurgia, fabricación de maquinaria pesada y reparación de barcos. Las mayores plantas siderúrgicas de Ucrania, propiedad del principal grupo metalúrgico del país, Metinvest, se encuentran en Mariúpol. Una de ellas, Azovstal, fue gravemente dañada por los bombardeos rusos de esta semana. Ianitskyi dice que el Ejército ruso ha estado atacando no solo la infraestructura civil sino también la económica, con el objetivo de causar el mayor daño posible.
Mariúpol también alberga el mayor puerto comercial del mar de Azov, desde el que Ucrania exporta grano, hierro, acero y maquinaria pesada. En 2021, los destinos principales de las exportaciones ucranianas que partían del puerto de Mariúpol eran países de Europa y Oriente Medio, como Italia, Líbano y Turquía.
El puerto padeció la guerra del Donbás, al perder el tráfico de carga en tránsito de los antiguos mercados, incluida Rusia. Tras la anexión de Crimea, Rusia construyó un puente que conectaba la península con su tierra firme e impuso unilateralmente restricciones a los barcos que pasaban por el estrecho de Kerch.
Simbolismo y propaganda
La ciudad también tiene una importancia simbólica, según dice Ianitskyi. En 2014, Mariúpol, la segunda ciudad más grande de la región de Donetsk, resistió una breve ocupación de las fuerzas prorrusas. Después de que Ucrania perdiera el control sobre la capital regional de Donetsk, Mariúpol acogió al mayor número de desplazados internos provenientes de las partes ocupadas del Donbás: para 2019, la cifra llegaba a más de 96.000.
Mariúpol no solo se encuentra en el territorio que reclama la llamada República Popular de Donetsk, una zona reconocida por Rusia antes de la invasión a gran escala, sino que también forma parte de la visión de Vladímir Putin de “Novorossiya” o “Nueva Rusia”, un territorio que se extiende por el este y el sur de Ucrania a lo largo de la costa del Mar Negro y que Putin considera “tierras históricamente rusas”.
La captura de Mariúpol también sería una gran victoria para el aparato propagandístico del Kremlin, que presenta a Ucrania como gobernada por los nazis y a la guerra como una “desnazificación”. La ciudad es sede de la base del Batallón Azov, una unidad paramilitar con raíces en grupos de extrema derecha y neonazis. Aunque forman la fracción más pequeña de la guardia nacional ucraniana, la propaganda rusa ha alegado que los combatientes de Azov fueron responsables de las matanzas de civiles y de la destrucción en Mariúpol.
Traducción de Julián Cnochaert
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