Al final, no era tan así

Milei apuesta todo a un plan internacional con grandes chances de naufragar

Madrid, España —

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En un interesante documento publicado en el 2020, los investigadores Anabaella Busso (Conicet y Universidad Nacional de Rosario) y Luis Maximiliano Barreto (Universidad Nacional de Rosario y Universidad Católica de Rosario) sostienen que Mauricio Macri “hizo una mala lectura del mundo” durante los meses previos y posteriores a su asunción como presidente, que lo obligó a recalibrar y terminó pasándole factura a nivel interno. 

“Las propuestas de Macri sobre política exterior, inserción internacional y modelo de desarrollo se enmarcaron en una lectura 'optimista' sobre la globalización, entendida no sólo como un espacio de oportunidades (Malcorra 2016), sino como una visión compartida con el entonces gobierno de Barack Obama. De acuerdo con los cálculos del gobierno, esta no se modificaría, ya que daban por hecho el triunfo de Hillary Clinton”.

El convencimiento y/o el mal cálculo de Macri hicieron que incluso el expresidente apostara en público al triunfo de Clinton, lo que le supuso un daño innecesario a la diplomacia argentina una vez que Donald Trump resultó ganador de las elecciones.

Pero, además, las perspectivas de Cambiemos para el futuro en la arena internacional no hicieron más que empeorar. En oposición a esa mirada “optimista” de la globalización que profesaba Obama y que continuaría Clinton, sucedieron el Brexit, el triunfo del “no” en el referéndum de Mateo Renzi en Italia y la llegada de Marine Le Pen al balotaje en Francia, entre otros hechos en la misma línea del populismo trumpista. 

En todo caso, los funcionarios de la alianza Cambiemos pueden argumentar que Trump estuvo dispuesto a saltar por el aire los estatutos del Fondo Monetario Internacional para entregarle a Argentina un crédito récord que salvaría del colapso a su gobierno, aunque endeudaría la economía nacional con consecuencias que se extienden hasta nuestros días.

La mención de lo sucedido con Macri y su “mala lectura del mundo” viene a cuento de una posible reedición del mismo problema por parte de Javier Milei. En el programa Odisea Argentina del 22 de agosto, el periodista Carlos Pagni afirmó que el gobierno libertario apuesta a que Donald Trump gane las elecciones en noviembre de este año, y que el presidente argentino sea el único interlocutor “amigo” de Washington en América Latina. 

Con ese activo, Milei espera que el próximo mandatario norteamericano repita la jugada que hizo con Macri, y le envíe en enero del 2025 un nuevo paquete de miles de millones de dólares a través del FMI. Dólares con los que, supuestamente, se podría abrir el “cepo”, contener el dólar y bajar la inflación. Por esa espera hasta comienzos del año próximo es que Pagni tituló su editorial: “Hay que llegar al verano”. 

A decir verdad, la apuesta de Milei para salvar la economía nacional apalancándose en lo que suceda en Washington es más riesgosa que ir a jugar pasado de whisky a la ruleta de un casino. Con la declinación de Joe Biden y la más que probable nominación de Kamala Harris como precandidata, las chances del Partido Demócrata para doblegar a Trump en noviembre crecieron abruptamente.

El comportamiento de las donaciones económicas a los candidatos –que es lo que realmente apalanca las candidaturas políticas en Estados Unidos– mostró un crecimiento inédito para la campaña demócrata desde que la exfiscal californiana fue bendecida para la carrera electoral. 

Mientras que Biden había reunido menos de US$200 millones en los primeros tres meses del año, Harris logró superar esa cifra en tan solo dos semanas. En julio, incluso, consiguió recibir más fondos que los que reunió Donald Trump durante ese mismo mes. 

En la misma línea, las encuestas muestran que la candidata demócrata recortó en varios puntos la ventaja que le había sacado el magnate neoyorquino a Joe Biden. Según el promedio de The New York Times, en las últimas cuatro semanas la actual vicepresidenta ha reducido su desventaja con Trump de cinco puntos a uno. A ello habría que sumarle el potencial crecimiento de una nominación formal, e, incluso, la eventual capitalización de hechos políticos como el de esta semana, cuando la Casa Blanca se atribuyó haber logrado el mayor canje de prisioneros con Rusia desde la época de la Guerra Fría.

Si los cálculos de Milei salieran mal y Harris batiera a Trump en las elecciones, habría que ver qué puentes está en condiciones de construir el gobierno libertario con un gobierno demócrata liderado por Kamala. Además de estar jugando públicamente a favor del expresidente, el mandatario argentino es un burdo crítico de muchas de las políticas que impulsa Harris, como por ejemplo el aborto, los derechos LGTBI, o la idea de una sociedad multirracial. Tampoco le sumaría puntos al presidente argentino alinearse públicamente con Elon Musk, cuando este no deja de atacar directa y diariamente a Harris en la plataforma X.

En cualquier caso –gane Trump o Harris– es por lo menos excesivo pensar que el próximo presidente de Estados Unidos vaya a ocuparse en las primeras semanas de su mandato de la economía argentina. La agenda del próximo ocupante de la Casa Blanca estará dominada por la propia política nacional, la inflación y la pérdida del poder adquisitivo de los estadounidenses, además –en el plano internacional– de la confrontación comercial con China, la guerra entre Rusia y Ucrania, el conflicto en Medio Oriente, entre otros. En el mejor de los casos, habría que esperar no uno sino dos o tres veranos. 

En una nota de opinión de esta semana, el editor y responsable del área económica del Financial Times, Martin Wolf, pronostica un escenario catastrófico para el mundo si el ganador de las elecciones en Estados Unidos es Donald Trump. Desde un agravamiento del calentamiento global al declinamiento del dólar como principal moneda de cambio. En sus reflexiones, por supuesto, no hay mención a la realidad argentina. En todo caso, el periodista británico advierte: “Nadie estará realmente a salvo (de las políticas de Trump), solo los leales y los aduladores”. Quizás el presidente Milei crea que puede entrar en alguna de esas dos categorías.