Al menos 103 personas murieron y más de 200 resultaron heridas por dos explosiones en el cementerio de la ciudad de Kerman durante la conmemoración del aniversario de la muerte de Qassem Soleimani, comandante de la Guardia Revolucionario iraní asesinado por Estados Unidos hace exactamente cuatro años, según informaron medios estatales. La agencia de noticias Tasnim, cercana a ese cuerpo, señala que no había altos cargos de la Guardia Revolucionaria en el homenaje.
Según la agencia oficial de noticias iraní, IRNA, la primera explosión tuvo lugar a 700 metros de la tumba del general Soleimani y la segunda explosión ocurrió a un kilómetro de ella. Un responsable de seguridad en Kerman señaló que aún no está claro si la explosión fue causada por una bombona de gas o por un ataque terrorista, señala la Agencia EFE.
La televisión estatal de Irán describió lo ocurrido como “ataques terroristas”, según la agencia de noticias Reuters, aunque no especificó cuál fue la causa de las explosiones. El ministro de Interior, Ahmad Vahidi, dijo a esa emisora que una primera bomba explotó alrededor de las 15:00 hora local y la segunda, unos 20 minutos más tarde, y que la mayor parte de las víctimas se produjeron a causa de la segunda deflagración. Asimismo, el ministro ha asegurado que “todo está bajo control y la calma ha regresado” al lugar de los hechos, que ha sido evacuado y clausurado. “Aquello que han cometido estos crímenes deben esperar una respuesta fuerte y decisiva por parte de las fuerzas de seguridad iraníes”, prometió Vahidi, en declaraciones recogidas por Reuters.
La agencia iraní semi-oficial Nournews apuntó a varias bombonas de gas, que explotaron en la carretera que lleva al cementerio, según Reuters; mientras que Tasnim señaló que las bombas estaban colocados en maletas y se detonaron por control remoto.
No está claro quién podría estar detrás de los presuntos ataques, si milicianos suníes como los terroristas del Estado Islámico, que ha atentado anteriormente contra los chiíes –estos últimos, mayoría en Irán–; movimientos opositores al régimen iraní o elementos extranjeros enemigos de Teherán, enfrentado a Washington e Israel. Las autoridades iraníes han declarado un día de luto nacional mañana, jueves, por uno de los atentados más mortíferos de las últimas décadas, desde la revolución islámica de 1979.
Miles de personas se congregaron este miércoles en el cementerio para homenajear a Soleimani. La televisión estatal ha retransmitido imágenes de los equipos de la Media Luna Roja atendiendo a los heridos y tratando de evacuarlos, pero el jefe de esa organización en Kerman, Reza Fallah, ha declarado a la emisora que “hay un río de gente bloqueando las carreteras”.
Desde Líbano, el líder del grupo chií Hizbulá, Hasan Nasralá, aseguró en un discurso en la tarde del miércoles que los asistentes a la conmemoración perecieron como “mártires” al igual que el proprio Soleimani. Desde su muerte en enero de 2020 en Iraq, un gran número de personas homenajea cada año al general en todo Irán, ya que es considerado un héroe nacional y de la resistencia contra EEUU. Ese mismo año, durante su funeral, 56 personas perdieron la vida en una estampida y más de 200 resultaron heridas.
Soleimani era el jefe de la fuerza de élite Al Quds de la Guardia Revolucionaria de Irán, que actúa en el exterior del país, y tuvo un papel fundamental en la expansión y presencia iraní en los países vecinos, especialmente en Siria y en Iraq, donde Teherán tiene intereses destacados. El poderoso general había aterrizado en Bagdad en la noche del 2 al 3 de enero de 2020 para una de sus habituales reuniones con dirigentes iraquíes chiíes, pero fue atacado por un dron estadounidense cerca del aeropuerto y murió junto a varios de sus acompañantes, incluido el líder de una destacada milicia chií iraquí que lo había recibido a su llegada.
La muerte de Soleimani disparó las tensiones tanto entre Irán y EEUU, como entre EEUU e Iraq, país desde el cual el Ejército estadounidense había efectuado el bombardeo selectivo. Numerosas fuerzas políticas iraquíes exigieron la salida de las tropas de EEUU, que en los años siguientes fueron entregando el mando de las bases militares en las que aún estaban presentes en suelo iraquí y replegándose.