Sin protocolo antipiquete, jubilados y la CGT marcharon juntos contra el ajuste del Gobierno: “Cada vez somos más”

Francisco Reidó, de 70 años, volteó hacia atrás, miró las columnas y banderas de los distintos sindicatos que se extendían por casi dos cuadras sobre la avenida Rivadavia en las inmediaciones del Congreso y codeó a su compañero de hilera, jubilado igual que él: “Los viejos liderando columnas, ni en los mejores gobiernos peronistas vi esto”, dijo Francisco, docente retirado, mientras sostenía una bandera de su agrupación: “Jubilado en defensa propia”. A su lado, otros llevaban la bandera de “Jubilados de Flores” o “Jubilados multisectorial”. Detrás de ellos, respetando un espacio breve, pero marcado, las principales centrales obreras del país.
Es un miércoles, las cuatro de la tarde, y a la tradicional marcha de los jubilados en el Congreso se sumó la CGT en su inicio al paro general de 36 hs declarado por la central obrera contra el ajuste económico del Gobierno. Los diferentes sindicatos y agrupaciones de jubilados llegaron al parlamento a partir de las dos de la tarde, cuando sus calles ya estaban valladas, impidiendo el paso de los manifestantes sobre la avenida Entre Ríos e Hipólito Yrigoyen, aunque sin aplicar el protocolo antipiquete de Patricia Bullrich. La poca presencia policial que hubo en el operativo cortó el tránsito, además, en las avenidas Rivadavia y Callao y así evitó cualquier contacto con los manifestantes. Sin embargo, distintos efectivos de la policía federal se apostaron sobre el techo del parlamento, a metros de su histórica cúpula, para instalar cámaras de seguridad. Una escena que no se había visto antes en las últimas manifestaciones.
“Se acordaron un poco tarde los muchachos de la CGT de nosotros, pero bueno...”, ironiza Liliana Kunis, jubilada de 68 años, tras 35 de aporte como maestra jardinera. Liana integra la agrupación Plenario de Trabajadores Jubilados y le reclaman tres puntos fundamentales al Gobierno: un aumento de emergencia para las jubilaciones mínimas, la restitución del 100% en la cobertura de remedios del PAMI y las reaperturas de las moratorias para futuros jubilados. Con la situación actual, explica Liliana, “el 90% de las mujeres no se va a poder jubilar y el 70% de los hombres tampoco”. “Yo no cobro la mínima como otras compañeras, pero no por eso me voy a quedar en casa. La situación actual es lamentable”, apunta Liliana. La ex maestra jardinera recuerda que hace un año, solo había cinco organizaciones de jubilados marchando. “Hoy somos 15 agrupaciones y venimos de hacer un plenario el 29 de marzo donde vinieron casi 300 jubilados”, señala Liliana.
Se acordaron un poco tarde los muchachos de la CGT de nosotros, pero bueno...
A la integrante del Plenario de Trabajadores Jubilados no se la nota entusiasmada por el acompañamiento de las centrales sindicales esta tarde. “Por su puesto que es muy importante, pero creo que mezclar el reclamo de mejores paritarias cuando hay jubilados que no sobreviven 10 días con el sueldo, puede ser confuso”, destaca Liliana.
La imagen de una máquina de coser flamea en una bandera celeste y blanca. Los trabajadores del Sindicato Obrero de la Industria del Vestido y Afines (SOIVA), llegaron para apoyar la lucha los jubilados, pero también para protestar frente al “hundimiento del sector textil”. “La apertura de las importaciones no nos hizo más competitivos, como dijo el Gobierno, sino que se están destruyendo puestos de trabajo en el rubro”, aclaró Jorge Luis Rojas, secretario general del SOIVA. “Muchas fábricas empezaron a cerrar y tenemos limitada las paritarias en un sector donde lamentablemente el trabajo en negro impera por culpa de los grandes empresarios”, señaló Rojas. “Nos preocupa que nuestros trabajadores tengan sueldos irrisorios para esta economía”, agrega el dirigente gremial. Y agrega: “¿cómo llegas a jubilarte así?”.

Sobre una de las vallas negras de la policía que anillan al Congreso, hay un cartel con la consigna “Fuerza Pablo”. Son amigos del fotógrafo gravemente herido por el impacto de una granada de gas en su cabeza, disparada por el gendarme Héctor Guerrero el pasado 12 de marzo.
“Este sábado vamos a organizar un festival solidario por Pablo en Remedios de Escalada”, cuenta Raúl Alderete, jubilado de 74 años y vecino del fotógrafo. Raúl militaba con el abuelo de Pablo en una agrupación vecinal de Escalada. “Su familia y la mía son todos militantes barriales en Escalada”, cuenta. Desde el disparo que casi le provoca la muerte al fotoperiodista, los vecinos organizan todos los viernes un “semaforazo” en la plaza del barrio. “Lo hacemos por Pablo y para que Bullrich y toda su banda de criminales renuncie”, cuenta Raúl, jubilado que todos los miércoles participa también de la marcha. Mientras Raúl pega afiches, una fotógrafa se sube a un poste de luz con su cámara. A su lado, hay un pequeño cartel con una frase: “no disparen”.
Jerónimo Montero es investigador del CONICET en la Universidad Nacional de San Martín y delegado de ATE-CONICET en la misma universidad. La situación de los investigadores en el principal órgano estatal científico, cuenta Jerónimo, es “alarmante”. “Los investigadores ya no quieren hacer el ingreso por los bajos salarios y otros hasta renunciaron”, resume el investigador. “La realidad es que muchos investigadores necesitan más de un trabajo y ni hablar de los becarios que se van del país porque no hay más ofertas”, señala Jerónimo. La bandera de “Jóvenes Científicos Precarizados” también flameó entre los jubilados.
FLC/MG
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