Se llama Sor Raffaella Petrini, tiene 59 años y es lienciada en Ciencias Políticas y Doctora en Economía. Además de monja. Franciscana, para más señas. Y, desde el próximo mes de marzo, se convertirá en la primera presidenta de la Gobernación vaticana, en sustitución del cardenal español Fernando Vérgez, que se jubila al cumplir los 80 años.
Petrini será ni más ni menos que la alcaldesa de la pequeña ciudad-Estado, lo que la convertirá en la ‘jefa’ del Papa Francisco. Al menos, en cuestiones administrativas. El anuncio del nombramiento de la monja lo hizo Bergoglio ante los micrófonos del canal Nueve de la televisión italiana, durante una entrevista en el programa Che tempo che fa. “Las mujeres saben gestionar mejor que nosotros”, recalcó el Papa antes de anunciar el relevo de Vérgez, que supone un paso más en la ‘revolución femenina’ impulsada por Francisco en el Vaticano, y que ya tuvo un momento histórico el pasado 6 de enero, cuando otra religiosa, Simona Brambilla, se convirtió en la primera mujer prefecta (ministra) de la Santa Sede.
“El trabajo de las mujeres en las curias es algo que ha ido poco a poco y se ha entendido bien. Ahora tenemos muchas”, subrayó el pontífice. Una verdad a medias, porque, aunque en los dos últimos años la presencia femenina en cargos de responsabilidad se ha multiplicado, lo cierto es que apenas suponen el 23,4 % de total. Mucho más de lo que sucedía en anteriores pontificados, pero todavía no suficiente. Y todo ello sin hablar de lo doctrinal, donde la mujer sigue vetada para el sacerdocio, el episcopado o el cardenalato, éste último un puesto que no requiere ordenación y que, en puridad, podría ser ocupado por una mujer sin romper ninguna regla del Derecho Canónico. ¿Veremos una mujer cardenal? Algunas fuentes internas subrayan que Francisco podría decidirse a dar este paso durante el Jubileo de 2025, aunque no deja de ser un rumor.
Lo cierto es que Sor Raffaella no es nueva en estas lides. Desde 2021 ejerce como secretaria general de la Gobernación (el equivalente a teniente de alcalde) del Vaticano, un órgano encargado de ejercer el poder ejecutivo del Estado. Ahora será su máxima autoridad. Se trata de una instancia que corre en paralela a la Santa Sede, cuya función esencial es gestionar y administrar la organización de servicios públicos, el mantenimiento de infraestructuras y la supervisión de actividades diarias de la ciudad estado. A su cargo están los bomberos, los Museos Vaticanos, la gasolinera o la famosa Farmacia Vaticana. En total Petrini gestionará el día a día de los 600 habitantes y 2.000 empleados del Vaticano.
Antes, la religiosa ya había hecho historia, cuando se convirtió en la primera mujer (junto a otras dos elegidas) en formar parte del Dicasterio de los Obispos, el organismo encargado de nombrar futuros obispos en todo el mundo, y del que forman parte, entre otros, los cardenales Cobo y Omella. Su presencia en la ‘fábrica de obispos’ causó un gran revuelo en su día, aunque Petrini ya había ejercido como oficial de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos desde 2005, una decisión de Benedicto XVI. También forma parte del APSA (la institución que decide sobre el dinero de la Iglesia).
Petrini y Brambilla son las últimas abanderadas de las mujeres en puestos de responsabilidad en la Iglesia. Junto a ellas, también destacan la directora de los Museos Vaticanos, Barbara Jatta; la secretaria de la Comisión Pontificia para Amércia Latina, Emilce Cuda; la directora adjunta de prensa de la Santa Sede, Cristiane Murray; o la subsecretaria del Sínodo, Nathelie Becquart.
Una presencia significativa, y cada vez más numerosa que, sin embargo, sigue poniendo negro sobre blanco la existencia de una profunda discriminación hacia la mujer: mayoría absoluta en los templos y minoría excepcional en los despachos de la Iglesia católica.
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