De París a Washington, pasando por Doha y El Cairo, los mediadores buscan un acuerdo de alto el fuego en Gaza

Francesca Cicardi

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La diplomacia no ha parado desde el encuentro de París entre los representantes de Israel, Qatar, Egipto y Estados Unidos a finales de febrero, en el que se diseñó un marco para un acuerdo de alto el fuego en Gaza. Sobre esa base, siguen trabajando los mediadores, que se encuentran actualmente en El Cairo, menos los delegados de Israel, mientras que el principal negociador qatarí –el primer ministro y ministro de Exteriores, Mohamed bin Abdulrahman Al Thani– viajó a Washington.

La propuesta elaborada en París prevé un alto el fuego de seis semanas, a partir del mes sagrado musulmán de Ramadán, que está previsto que comience la próxima semana (cuando los clérigos observen la luna nueva al anochecer). Lograr una tregua para esa fecha de gran importancia y simbolismo para los palestinos, y el resto de sus vecinos árabes y musulmanes, es uno de los objetivos de los mediadores, así como detener una posible ofensiva israelí contra la localidad de Rafah –que Israel ha amenazado con lanzar si no hay un acuerdo antes del Ramadán–.

La vicepresidenta de EEUU, Kamala Harris, dijo este domingo que “debe haber un alto el fuego inmediato durante al menos las próximas seis semanas, que es lo que está actualmente sobre la mesa”. Harris hizo los comentarios más duros que han llegado hasta ahora desde la Administración estadounidense sobre la guerra en Gaza, lamentando “el inmenso nivel de sufrimiento” de la población civil y exigiendo a Israel “hacer más para aumentar significativamente el flujo de ayuda”. “Sin excusas”, remachó en medio de los aplausos de los votantes demócratas, que cada vez están más molestos con el apoyo incondicional del presidente Joe Biden a la ofensiva israelí, según las encuestas.

Después de haber empezado el fin de semana a lanzar ayuda humanitaria sobre la Franja desde aviones militares, Washington quiere una pausa en los combates para introducir suministros vitales en el territorio palestino –donde las autoridades locales denuncian la muerte de 15 niños por la hambruna, aparte de los más de 13.400 menores que han fallecido en estos cinco meses de guerra–.

También el alto representante para la Política Exterior europea, Josep Borrell, secundó este lunes las palabras de Harris a través de su cuenta de X (antes Twitter), pero reprochó a EEUU haber vetado la última resolución del Consejo de Seguridad de la ONU: “Me sumo al llamamiento de Kamala Harris para un alto el fuego inmediato en Gaza, luego no debería haber ningún obstáculo para una resolución en ese sentido”. “Es el momento de que el Consejo de Seguridad actúe”, agregó el jefe de la diplomacia europea, que ha sido de los más críticos con Israel e, incluso, con EEUU por suministrar armas a su aliado durante la guerra en Gaza. 

Negociaciones en El Cairo

Este lunes se ha celebrado en Nueva York una sesión extraordinaria de la Asamblea General de Naciones Unidas precisamente para que EEUU dé explicaciones sobre el veto del pasado 20 de febrero, la tercera vez que votó en contra de una resolución a favor de un alto el fuego “inmediato” o “humanitario” en Gaza desde el comienzo de la guerra. El presidente de la Asamblea, Dennis Francis, ha instado al comienzo de la sesión a “trabajar mucho más duramente para poner fin de inmediato a este conflicto y para sentar las bases de un futuro en el que Israel y el Estado de Palestina pueden coexistir pacíficamente”.

Mientras, han continuado en El Cairo las negociaciones que dieron comienzo el domingo y a las que asiste una delegación de Hamás, además de los mediadores egipcios, qataríes y estadounidenses. Parece que este encuentro podría ser clave, pero Israel rechazó enviar a sus delegados en el último momento porque Hamás no habría presentado una lista de los rehenes que permanecen con vida en la Franja y sus condiciones de salud.

Los milicianos islamistas secuestraron a más de 200 personas en suelo israelí durante su ataque del 7 de octubre –al que Israel respondió con una ofensiva contra Gaza que se ha prolongado 150 días– y se cree que cerca de un centenar siguen vivos, después de que 105 cautivos fueran puestos en libertad durante la tregua de una semana a finales de noviembre y varios hayan fallecido posteriormente. Ahora mismo, esa es una condición fundamental para el Gobierno de Tel Aviv, debido a la presión que están ejerciendo los familiares de los rehenes, con cada vez más movilizaciones en todo el país para pedir la vuelta de sus seres queridos o de sus restos mortales. Israel busca el regreso de los rehenes más vulnerables, como enfermos y ancianos, pero Hamás tampoco habría concretado cuántos presos palestinos quiere que sean excarcelados por cada uno de los secuestrados (en el anterior acuerdo, la proporción fue de tres palestinos por cada israelí). 

Hamás lleva semanas exigiendo la retirada de las tropas israelíes de Gaza, pero la televisión Al Qahera News, cercana al Gobierno egipcio, señala que en la actual propuesta sólo está prevista la retirada del norte de la Franja, la zona más devastada por los bombardeos y en la que Israel cree haber desmantelado la infraestructura del grupo armado –y donde la situación humanitaria es especialmente trágica, con unas 700.000 personas que pasan hambre, según el Gobierno gazatí–. Fuentes citadas por ese canal de noticias afirmaron este lunes que “hay avances significativos” en las negociaciones y que “El Cairo busca alcanzar un acuerdo justo”.  

Fuentes egipcias anónimas, citadas por el periódico The Wall Street Journal, han dicho que es posible alcanzar un acuerdo antes del Ramadán, algo que el régimen de Abdelfattah Al Sisi también desea debido al carácter solidario de este mes, en el que los musulmanes deben ayudar a los más necesitados y en el que aumentará la presión interna, tanto por la inflación que suele dispararse en este periodo festivo como por la frustración de los egipcios por no poder hacer nada para los gazatíes al otra lado de su frontera. Una fuente de Hamás ha señalado al diario estadounidense que es más “realista” pensar en la próxima semana, cuando el Ramadán ya haya empezado.

Obstáculos sobre el terreno

Queda un obstáculo fundamental, según The Wall Street Journal: el visto bueno del líder de Hamás dentro de la Franja, Yehya Sinwar, que es quien puede implementar cualquier acuerdo sobre el terreno. La última vez que Sinwar estuvo en contacto con los representantes de Hamás en el exterior fue hace una semana y, en su último mensaje enviado a la cúpula del grupo en Qatar, dijo que no hay prisa por lograr un acuerdo de intercambio porque la anunciada ofensiva contra Rafah podría llevar a los palestinos de Cisjordania y Jerusalén Este a levantarse contra Israel. Una fuente israelí también señala que Sinwar prefiere una escalada de cara al mes sagrado, en lugar de un acuerdo.

Desde Doha, el analista político Hassan Barari ha declarado a la televisión qatarí Al Jazeera que los líderes de Hamás en el exterior tienen potestad para sellar un acuerdo, si este “satisface las demandas del pueblo” gazatí. “Las comunicaciones están casi rotas porque todo está censurado y los líderes de Hamás dentro de Gaza están casi aislados del mundo simplemente por los bombardeos continuos” de Israel sobre la Franja, según Barari. El comentarista también ha explicado que Hamás no ha presentado aún una lista de rehenes vivos porque esa información es considerada estratégica para el grupo: “Probablemente Hamás ofrecerá esa información más tarde, cuando un acuerdo esté cerca”. 

Mientras, fuentes conocedoras de las negociaciones en El Cairo han dicho a la Agencia EFE que el motivo por el que Hamás no ha presentado una lista de los rehenes es porque no todos están en sus manos. La Yihad Islámica Palestina y otras facciones también capturaron a algunas personas el 7 de octubre y, según las fuentes, “las comunicaciones entre las facciones de la resistencia están cortadas debido a la actual ofensiva israelí”. Por ello, Egipto habría invitado a representantes de la Yihad a acudir a las reuniones que se están celebrando en la capital egipcia, adonde no sería la primera vez que viajan líderes de esa facción radical.

Los desarrollos sobre el terreno no ayudan a que la diplomacia trabaje mejor, sino que generan más desconfianza y rencor entre las dos partes beligerantes. Este lunes, las tropas israelíes han realizado una gran redada en Cisjordania y han arrestado a 55 palestinos en varias localidades, según la Sociedad de Prisioneros Palestinos, que sitúa en 7.400 los detenidos en esa región ocupada desde el comienzo de la ofensiva en Gaza, junto al aumento de la violencia tanto por parte del Estado hebreo como de los colonos extremistas.

Además, Israel está estudiando si limitará el acceso de los palestinos a la Explanada de las Mezquitas, ubicada en Jerusalén Este, la parte de la Ciudad Santa ocupada y en la que las fuerzas de seguridad israelíes controlan los accesos a los lugares sagrados tanto musulmanes como cristianos, lo cual siempre genera grandes tensiones en torno a las festividades religiosas. 

Para Adlene Mohammedi, profesor en la Universidad Sorbona Nueva, uno de los problemas de base es que la propuesta de París fue elaborada sin contar con Hamás porque el grupo y algunos de sus líderes “son considerados terroristas en la Unión Europea, era inconcebible que fueran invitados” a la reunión en Francia. “Podemos ver que Qatar y Egipto juegan un papel central [en la mediación], pero sigue persistiendo la extraña idea de que podemos hablar sobre el destino de los palestinos, sin ellos, como si una tregua no le importara ante todo a los propios palestinos”, dice a elDiario.es.

En su opinión, Francia ofreció una plataforma para las negociaciones porque sus líderes y diplomáticos “querían que esa iniciativa restableciera el peso diplomático del país, después de que se haya visto afectado por su apoyo incondicional a Israel”, pero el experto en geopolítica considera que “es muy difícil que los palestinos acepten a Francia como mediador, si no cambia su tono respecto a Israel: si no condena las masacres de civiles y la colonización continuada de Cisjordania, tiene un problema de credibilidad”. De hecho, aunque París fue la capital europea donde se fraguó el marco para un posible acuerdo, Francia no está participando de ninguna forma en la actual fase de las negociaciones, en la que todavía existen más obstáculos que certezas.