El encuentro entre ambos mandatarios del 12 de julio en el Salón Oval de la Casa Blanca ha frustrado a la oposición republicana que había vaticinado represalias del gobierno de EEUU a México a causa de la posición del presidente AMLO, quien liderando la petición regional de que no se excluyera a Venezuela, Nicaragua y Cuba no asistió a la Cumbre de las Américas y envió al canciller Marcelo Ebrard en su representación. Por su parte, AMLO invitó a Biden a la Cumbre de Líderes de América del Norte a celebrarse en diciembre entre los líderes Justin Tradeau, Biden y AMLO en México.
El punto más importante de la reunión fue el tema migratorio. El reciente hallazgo de 53 cuerpos de migrantes fallecidos en un camión en las cercanías de San Antonio en Texas y el aumento récord de detenciones de migrantes mexicanos y centroamericanos en la frontera ha gravitado en la agenda de ambos gobiernos para que esta cuestión ocupe el centro de sus prioridades. AMLO llegó a D.C. con cinco propuestas entre ellas “ordenar el flujo migratorio y permitir la llegada a Estados Unidos de obreros, técnicos y profesionales de las distintas disciplinas, mexicanos y centroamericanos con visas temporales de trabajo para asegurar que no se paralice la economía por falta de mano de obra” y declaró indispensable “regularizar ya y dar certidumbre a migrantes que desde hace varios años trabajan honradamente y contribuyen al desarrollo de esta gran nación”.
A pesar de que la popularidad de AMLO se sostiene en sus tres años y medio de mandato, en México la pobreza no ha disminuido, la inseguridad ha dado tregua, el sistema de salud no presenta mejoras y la economía presenta los peores índices en 86 años, muy lejos del prometido crecimiento del 4% para este sexenio. En vísperas del encuentro realizado en la Casa Blanca, 10 senadores demócratas enviaron una carta de bienvenida a AMLO en la que condenan la violencia contra periodistas en México y defienden la libertad de expresión.
AMLO llegó una vez más a D.C. con una posición de poder regional y con el péndulo latinoamericano consolidándose a la izquierda; Biden enfrenta un contexto interno muy adverso. Para las elecciones intermedias de noviembre se ha previsto en EEUU -con la pandemia de Covid-19 que persiste obstinadamente y los votantes preocupados por la inflación y la delincuencia- el avance de los republicanos, que solo necesitan cinco escaños más para hacerse con el control de la Cámara de Representantes y únicamente uno más para obtener la mayoría en el Senado, que recuperarían la Casa Blanca en 2024. Si así fuere, la relación de Biden con el Congreso será más complicada porque difícilmente los congresistas aprobarán la agenda legislativa del presidente antes de ir a las urnas.
La popularidad del presidente de EEUU es menor del 40% y según las encuestas no todos los demócratas lo ven como el mejor candidato para retener la Casa Blanca. Biden podría enfrentar el peor escenario en la búsqueda de su reelección: un largo y desgastante proceso en el que primero enfrentaría a sus colegas demócratas para asegurar la candidatura del partido y luego una elección general en la que se enfrentaría a su rival republicano, todo antes de cumplir 80 años en noviembre próximo.
Los republicanos se han vuelto a poner el uniforme del Trumpismo y están exacerbando el sentimiento antimigrante. Los gobernadores de Texas y Florida ya están en la pelea por la candidatura presidencial republicana y usan a México y la seguridad fronteriza como balas contra los demócratas.
Antes de la reunión de Washington, que según los observadores centroamericanos acaso fue la primera vez que un presidente mexicano dio tanta prioridad a los inmigrantes del Triángulo Norte de América Central y a las inversiones en la región, AMLO había comunicado los pedidos que formularía a Biden, entre ellos el aumento de visas de trabajadores agrícolas y no agrícolas mexicanos y centroamericanos, pero estos reclamos no figuran la agenda de Biden, quien carece de los apoyos legislativos necesarios para el segundo tipo de visados y tampoco mucha necesidad del primero que ya se ha modificado. El anuncio de más inversiones en tecnología en los próximos dos años por parte del gobierno mexicano no asegura que no habrá más detenciones.
AGB