Una nueva “tercera vía” está en gestación en Brasil. Pero apuesta a “enterrar” esa idea para sustituirla por una alternativa en principio más viable: la del “candidato (único) presidencial del centro democrático”, que junte todas las cabezas de la centroderecha, un segmento del mundo político brasileño que hoy se encuentra muy disperso. El proyecto es convertir la flamante alternativa en una alianza fuerte, capaz de quebrar la extrema polarización de las elecciones de octubre próximo, que tiene como protagonistas al presidente Jair Bolsonaro y el ex presidente Lula da Silva.
No por casualidad, el plan se tornó explícito este sábado por boca del ex juez del Lava Jato, Sergio Moro. Luego de reunirse con una posible aliada en el emprendimiento, la senadora Simone Tebet del Movimiento Democrático de Brasil (MDB), sostuvo: “Precisamos con urgencia la unión del centro democrático contra los extremos” y agregó que su afiliación reciente al partido Unión Brasil responde precisamente, a la intención de “auxiliar en unificación del centro democrático, exigencia para derrotar el populismo y el radicalismo que amenazan a la nación”.
La “nueva estrategia” supone la “renuncia” de los demás presidenciables de centro y centroderecha para constituir una fórmula única a la que todos deben comprometerse a apoyar. Entre ellos menciona por nombre y apellido a Joao Doria, el ex gobernador paulista de la Socialdemocracia de Brasil (PSDB), Eduardo Leite (también socialdemócrata), Simone Tebet (pre candidata por MDB), André Janones (de Avante) y a los “dirigentes partidarios dispuestos a hacer prosperar esta articulación democrática”.
La última consulta de la empresa Datafolha, de la semana pasada, indica que Lula se mantiene con 43% de las intenciones de voto y Jair Bolsonaro con 26%. En cambio, los principales personajes de la “tercera vía”, no solo no logran sumar puntos sino que también los pierden. Moro permanece en el tercer lugar con apenas 6% (antes 8%) y Doria no supera el 3%, una barrera que parecería infranqueable.
Moro, quien el jueves abandonó su partido original (Podemos) para afiliarse a otro de mayor peso nacional, el Unión Brasil, juzgó que el candidato del centro democrático deberá surgir de un acuerdo entre todos los grupos que conforman ese segmento centrista. Algunas de esas agrupaciones habían predefinido quien debía ser postulante presidencial propio.
Entre los protagonistas de esta propuesta de coalición centrista se incluye la figura de Joao Doria, quien dejó esta semana el gobierno de San Pablo para iniciar su campaña electoral como presidenciable por la socialdemocracia, puesto ganado en las internas de la agrupación, en noviembre último. Solo que un sector importante de su partido (PSDB) decidió jugar sus cartas a favor de otra personalidad: el gobernador de Río Grande del Sur Eduardo Leite, un político joven que tuvo la suerte de ser electo para comandar ese estado provincial en 2018.
Es evidente que detrás de esta movida hay estrategas inteligentes. Y lo ocurrido la última semana es una prueba innegable de esto. Moro, desde su misión en la causa conocida como Lava Jato, que le permitió condenar a Lula a prisión, no ocultaba sus aspiraciones políticas. Así, aceptó comandar el ministerio de Justicia con Bolsonaro, de donde salió en abril de 2020. En 2021, sufrió una derrota en la Corte Suprema, cuando la máxima instancia judicial brasileña anuló los fallos del ex juez contra el ex presidente Lula da Silva, por considerarlos teñidos de parcialidad. Eso permitió al ex presidente disputar hoy la carrera hacia el Palacio del Planalto.
Hasta el viernes, en los medios opositores al gobierno se pensaba que Moro había renunciado a la competencia. Es que él mismo había asegurado, el miércoles pasado, que desistía del “puesto” y que iría a afiliarse a la Unión Brasil para disputar un cargo de diputado. Como se reveló en la secuencia de hechos posteriores, nada estaba más lejos de la realidad. Pero así como entró en su nuevo partido con el objetivo “oculto” de reagrupar al centro y aparecer como candidato único de esa fuerza, deberá enfrentar los próximos días una fuertísima resistencia dentro de esa cofradía. Quienes lo confrontan no son niños de pecho. Entre ellos está Antonio Magalhaes Neto, que aspira a gobernar el estado de Bahía. Este político nordestino avisó a diestra y siniestra que impugnará la afiliación del ex juez. No le faltan razones, pues teme perder en esta movida el control del clan a manos de los “novatos”.
Si en el mes de julio se logra consolidar la conglomeración de partidos de centro y centroderecha detrás de una fórmula única, por primera vez en la historia pos dictadura de Brasil se habrá generado una alternativa distinta al conservadurismo, al menos en apariencia. Algunos creen que Moro tiene un superego, que lo imposibilita de llevar adelante esa misión. Otros analistas juzgan que “Moro se metió en un juego que no sabe jugar. Es como si se hubiera sentado en una mesa de póquer, donde Bolsonaro corta el mazo y Lula da las cartas”. Los próximos días dirán si la iniciativa, desde luego muy inteligente, tiene posibilidades de prosperar.
EG/CC