Quienes lo conocen dicen que se siente como si hubiera perdido a un padre. Georg Gänswein, el secretario personal de Joseph Ratzinger, ha sido la sombra de Benedicto XVI desde hace más de 20 años. “Lo extrañaré mucho, mucho”, confesaba a los que se acercaron este domingo a despedir al papa emérito en una ceremonia íntima en el monasterio Mater Ecclesiae, donde ambos se retiraron una vez que el alemán renunciara al pontificado.
El colaborador solo se había separado de él unos días en Navidad para visitar a su familia y fue en ese momento en el que Benedicto sufrió un agravamiento de su estado de salud. Gänswein regresó a tiempo de dar la extremaunción a su maestro y aguantarle la mano en sus últimos instantes. “Jesús, te amo”, fueron las últimas palabras del pontífice.
Durante casi diez años, y especialmente tras la muerte de su hermano George, Gänswein fue el confidente, la mano derecha, el guardián protector de los secretos y la intimidad del Papa emérito, solamente compartida con las cuatro Memores Domini, consagradas de Comunión y Liberación que han cuidado de Ratzinger hasta su muerte. “Era casi como un hijo”, señalan fuentes cercanas a ambos.
Unas memorias contra las “calumnias”
El secretario pretende prolongar esa sombra también tras la muerte. Porque Gänswein no solo está controlando cada detalle de las exequias de su mentor –fue el primero en comunicar su muerte al papa Francisco y el encargado de elegir cuidadosamente el vestuario del pontífice emérito para su despedida final–, sino que está dispuesto a defender su legado, y por tanto el suyo propio, frente a las “calumnias” que, en su opinión, se están vertiendo contra Ratzinger.
Algunas acusaciones han sido un tanto burdas, como su pasado en las Juventudes Hitlerianas (Ratzinger tenía seis años cuando Hitler accedió al poder, y fue reclutado a la fuerza con 16 años, desertando en cuanto pudo). Otras, no tanto, como los intentos por parte de los colaboradores más cercanos de Benedicto XVI por configurarse como oposición al papa Francisco.
Y es que Gänswein ha anunciado la publicación, en las próximas semanas, de sus memorias, que verán la luz en Italia bajo el título de 'Nient'altro che la veritá. La mia vita al fianco di Benedetto XVI' (en español: “Nada más que la verdad. Mi vida junto a Benedicto XVI.
Según el comunicado de la editorial Piemme, “estas páginas contienen un testimonio personal de la grandeza de un hombre calmado, un fino estudioso, un cardenal y un papa que ha hecho la historia de nuestro tiempo. Pero también son una narración en primera persona que trata de arrojar luz sobre algunos aspectos incomprendidos de su pontificado y describir desde dentro el verdadero mundo vaticano”.
Este libro contará, según Gänswein, “la propia verdad sobre las miserables calumnias y las oscuras maniobras que han tratado en vano de arrojar sombras sobre el magisterio y las acciones del pontífice alemán”. Porque Ratzinger “no fue un actor papal y menos aún un autómata papal indiferente. Fue y siguió siendo plenamente humano, incluso en la cátedra de Pedro”, aseguró su secretario en sus primeras declaraciones tras el fallecimiento de Benedicto XVI.
El anuncio de la publicación de sus memorias ha causado gran revuelo, y preocupación, en ese 'mundo vaticano' del que habla Gänswein. Por lo que sabe, y por la responsabilidad que ha tenido (y que, en puridad, sigue teniendo, pues no ha sido cesado como secretario de la Casa Pontificia, aunque Francisco no quiso contar con él con la excusa de que Ratzinger necesitaba todos sus cuidados), Gänswein conoce muchos de los secretos, y de los 'pecados' de la Curia vaticana.
¿Los usará para defender la memoria del Papa emérito? Algunos, en el interior del Vaticano, creen que sí y recuerdan cómo el propio secretario papal fue triste protagonista del fallido libro escrito supuestamente a cuatro manos entre Ratzinger y Sarah para criticar algunas de las reformas de Bergoglio.
El temor es que el texto pase de reivindicación a ajuste de cuentas vaticano. Si las memorias de Gänswein son una alabanza de su vida y de la del Papa emérito, o una especie de venganza sobre los traidores que permitieron la renuncia y la soledad del hombre al que ha dedicado gran parte de su vida.
Del 'Vatileaks' al secreto de la renuncia papal
En una entrevista concedida a la Repubblica, Gänswein adelanta algunas de sus confesiones, como el momento en que, a finales de septiembre de 2012 –casi medio año antes de su dimisión–, Ratzinger le reveló su intención de renunciar al pontificado.
“Le dije que era imposible. Me dejó hablar. Y luego dijo: puedes imaginarte que he pensado bien esta elección, reflexioné, recé, luché. Y ahora estoy comunicando una decisión tomada, no una tesis a discutir. No es una cuestión que debatir, se decide. Yo ahora te lo digo, pero ahora no se lo digas a nadie”, explicó. Entonces, su secretario mantuvo el secreto. Ahora, está dispuesto a revelar varios.
Entre ellos, el famoso ‘Vatileaks’, el escándalo de filtración de documentos por el que se condenó a su mayordomo, Paolo Gabriele (hoy fallecido), aunque no son pocas las fuentes que aseguran que éste solo fue un ‘hombre de paja’ de una estructura mucho más poderosa que buscaba parar los pies al pontífice alemán después de que se atreviera a condenar a Marcial Maciel y comenzar a modificar la legislación para hacer frente a la pederastia clerical.
“El diablo estuvo en contra de Benedicto XVI”, recalca Gänswein, quien confiesa que pidió a Ratzinger que le despidiera por no haberse dado cuenta. Algo que el Papa no hizo. Ahora, el fiel secretario despide a su ‘padre’. Y promete proteger su legado. Pese a quien pese.
JB