Svetlana Aleksiévich ha dedicado buena parte de su literatura a retratar y comprender el alma del antiguo pueblo soviético y sus vicisitudes a lo largo de la historia, y nada hace pensar que vaya a librarse de este cometido. La revolución fallida en Bielorrusia, primero, y la invasión rusa de Ucrania, después, siguen alimentando su mirada periodística y su afán literario, explicaba este lunes desde el Palau de la Generalitat, en una charla con periodistas previa a la recepción del Premi Internacional Catalunya. “Últimamente estoy estudiando la maldad y la violencia”, detallaba sobre el proyecto que tiene entre manos, “porque pertenezco a un país que no ha podido salir del círculo vicioso del odio”.
La casualidad ha querido que Aleksiévich, premio Nobel de Literatura en 2015 y autora de obras como El fin del Homo Sovieticus o Voces de Chernóbil, se enterase desde la sede del Govern catalán de una novedad en la contienda ucraniana que supone una nueva escalada militar y que afecta a su país, Bielorrusia, del que se exilió en 2020. Al poco de empezar la conferencia en Barcelona, el presidente bielorruso Victor Lukashenko anunciaba el despliegue de unidades militares conjuntas con Rusia en su frontera occidental. Pero la autora se lo toma con frialdad. “Dice muchas cosas para mantener relaciones con Putin. Antes prometió muchas veces que entraría en guerra, pero no sé qué resultado podría tener. Y más si empiezan a llegar miles de cadáveres al país”, advertía.
La escritora bielorrusa conoce bien el régimen de Lukashenko. De él tuvo que huir en 2020, durante las protestas ciudadanas que acabaron siendo aplacadas con la ayuda de Putin, para refugiarse en Berlín. Dejó atrás un manuscrito que debía ser una futura novela sobre el amor, explicaba este lunes. No lo ha podido recuperar, pero igualmente lo habría apartado momentaniamente para seguir con su enciclopedia sobre el homo soviéticus, ahora centrada en la guerra que se libra en Ucrania.
“Para mi nuevo libro me pregunto por qué tenemos un fascismo ruso. Por qué el pueblo ruso acepta esa visión. Qué ha pasado con Putin, con la élite rusa. Después de 30 años de libertad relativa, ¿como es posible que tengamos un fascismo ruso?”, se cuestionaba la escritora. Pero por ahora no tiene respuestas, añadía, solo observaciones. “Nuestra conciencia está en shock. Yo lo que veo es que la gente, por la mañana, se levanta y corre a encender el ordenador y ve que han volado el puente de Crimea, o que bombardean Kiev... Es difícil imaginar qué puede pasar”, expresaba.
Sobre el futuro de la contienda, Aleksievich ha dejado claro que “a Putin no le importa cuántas personas puedan morir en su objetivo para aniquilar Ucrania”, pero deposita sus esperanzas en la victoria ucraniana. “Si Putin no aprieta el botón nuclear, perderá y será una derrota militar. Pero el botón me preocupa mucho”, ha manifestado. En lo que no se ha mostrado demasiado confiada, al menos a corto plazo, es en una revuelta para derrocar al presidente ruso. “Rusia es un país que todavía no está preparado para cambiar”, ha expresado. A la larga, sin embargo, ha afirmado: “Creo que los dictadores no pueden vencer. El tiempo va en su contra. Lo que no sabemos es el cuándo”.
Aleksievich, que participará también en la Bienal de Pensamiento que organiza el Ayuntamiento de Barcelona, ha defendido ahora más que nunca su forma de ver la literatura, emparentada con el periodismo, y que consiste en retratar las sociedades a través de las voces de quienes no suelen aparecer en los titulares ni los libros de historia. “Durante mis viajes por la antigua URSS, estos testimonios eran los más interesantes, los de las mujeres que te hablan de la guerra pero de mucho más, de lo difícil que es conservar el corazón humano, la identidad humana”, reivindicaba.
Para la literatura en mayúsculas, argumentaba, puede ser mucho más importante un hombre mayor o un niño que se salva de milagro en un bombardeo durante la Segunda Guerra Mundial, que un personaje inventado. “Yo empecé a hacerlo así y creo que este es un espacio literario que debe ensancharse”, reclamaba como militante de este género literario, cuyo carácter polifónico ha querido comparar con el de las instalaciones artísticas modernas: “Nadie discute que sean arte”.
La laureada escritora no ha desaprovechado la oportunidad para criticar a todos aquellos que contemporizan con el régimen de Putin, y ha asegurado haber perdido amistades por esta razón. Y se ha acordado de la intérprete Katya Andreeva, la periodista que le hizo de intérprete al español y que permanece encarcelada, con una condena de ocho años, debido a las manifestaciones de 2020. “Lo que están haciendo con ella es un crimen y sus palabras desde la cárcel son preciosas. No se arrepiente, sabe lo que hace, es una víctima que hace un sacrificio en el altar de la verdad”.
A sus 74 años, Aleksievich confía volver a Bielorrusia y acabar su libro sobre el amor. Da la casualidad que para prepararlo, antes de su exilio, leyó a la Premio Nobel de este año, Annie Ernaux. De ella ha destacado “su honestidad casi física”. “La valoro muchísimo y me alegro mucho por ella”, ha celebrado.
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