En 1969, el director de finanzas de la reina Isabel II, Lord Tryon, le dijo a un funcionario del ministerio del Interior que “de hecho, no era costumbre contratar a extranjeros ni inmigrantes de color” para determinados puestos en la casa real. Pero las personas de minorías étnicas sí podían trabajar como empleados domésticos.
El mensaje fue enviado dos meses antes de que la reina nombrara a su hijo Carlos como príncipe de Gales. Los rápidos cambios políticos y sociales que se han producido en Reino Unido en último medio siglo están bien representados por lo que ocurrió el martes: Carlos, ahora rey, recibió al líder tory, Rishi Sunak, un británico de ascendencia surasiática, hindú practicante, para que formara gobierno y se convirtiera en el primero ministro número 57 en la historia del país.
Sunak fue recibido en un palacio que no habría contratado a sus abuelos (que llegaron a Reino Unido en los 60) para ningún puesto importante. Su ascenso provocará reacciones fuertes. Mientras llegaba con su coche a Downing Street después de su audiencia con el rey, desde la muchedumbre se levantaron abucheos y gritos. Otros saludaban su nombramiento. Fuera de Downing Street, Bobby Alum, de 31 años, decía: “Creo que es un nombramiento brillante. Creo que él va a poner más cosas sobre la mesa. Creo que va a levantar a la nación… Le va a dar esperanzas a la gente de color. Si la gente de color puede llegar a primer ministro en este país, un país en el que pensábamos que la gente de color nunca iba a llegar a la cima, entonces quizás tengamos una oportunidad”.
Un amigo de Alum de 28 años, quien no quiso decir su nombre, agregó: “Más allá de las ideas políticas, esto es tener visiblemente algún tipo de representación, alguien que se parece a nosotros, aunque no tenga la misma procedencia de clase… Quizás su familia pasó por las mismas dificultades que nosotros, y saber que alguien en esa posición pueda llegar a la cima del gobierno es algo inspirador para un inmigrante de segunda generación”.
Pero Tyrek Morris, de 23 años, quien ayudó a liderar muchas de las mayores protestas del movimiento Black Lives Matter en 2020, tiene una opinión diferente. Si bien ve la importancia de que Sunak sea una persona de color, dice que se trata de “un paso atrás, considerando quién es”.
Las primeras veces
El ascenso de Sunak es la culminación de una vertiginosa lista de “primeras veces” en la política tory. Cuando Sunak reemplazó en 2020 como canciller a Sajid Javid, un político conservador de ascendencia pakistaní, se trató de la primera vez que ese puesto pasaba de un político de una minoría étnica a otro. Javid fue el primer canciller y ministro del Interior no blanco; este último puesto pasó, en 2019, a Priti Patel, la primera ministra del Interior mujer de una minoría étnica, y luego a otra, Suella Braverman. Durante el ejercicio de Braverman, bajo el mandato Liz Truss, no hubo ningún político blanco y varón en ninguno de los cuatro puestos más importantes del estado. Kwasi Kwarteng fue el primer canciller negro, si bien por poco tiempo.
La importancia de estas “primeras veces” no puede ser negada en un país en el que los ataques a los pakistaníes fueron antaño un deporte nacional para la extrema derecha. Con tan solo mirar los archivos del Guardian, se puede comprender la sostenida campaña de terror que se infligió a las minorías étnicas durante los 70 y los 80, con informaciones constantes de ataques incendiarios racistas contra las casas de familias negras y asiáticas.
“No es un momento Obama”
En 2008, Sunder Katwala se preguntaba si el Reino Unido tendría a un Obama británico. Pero es reticente a la hora de afirmar que sea eso lo que ocurre ahora. “No es un momento Obama. Y si lo es, es una versión británica y sutil del momento Obama, porque es como tratar de tener el momento Obama e intentar, al mismo tiempo, que no se note”, dice Katwala, director del think tank independiente British Future: “Cuando habló el propio primer ministro, decidió no mencionar algo que todos podemos ver”.
¿Qué hay detrás del ascenso de Sunak y la representación racial de los tories en los escalones más altos del Gobierno británico? No hay respuestas simples para este fenómeno extraordinario; en especial por parte del Partido Laborista, que aún no ha tenido líderes mujeres ni de minorías étnicas.
Pero un cartel de las elecciones de 1983, en la época de Thatcher, ofrece algunas pistas: “Los laboristas dicen que es negro. Los tories dicen que es británico”. El cartel tenía dos versiones, una con una foto de un hombre asiático y otra con la foto de uno negro. Este relato de una identidad británica abierta y compasiva ha perdurado entre los tories, y Sunak lo aprovechó en la campaña para su liderazgo este verano. “Déjenme contarles la historia de una muchacha joven, que hace mucho tiempo se subió a un avión cargada de esperanza por una vida mejor y de amor por su familia”, dijo Sunak en la apertura de su vídeo de campaña. La mujer, quien ahorró durante un año para reunir el dinero suficiente para que su esposo y sus hijos viajaran con ella, era la abuela de Sunak.
Su madre estudió mucho para poder tener su propia farmacia y su padre trabajó como médico de cabecera para el Servicio Nacional de Salud. Se establecieron en Southampton, donde en 1980, nació Sunak. “Fue Reino Unido, nuestro país, el que les dio a ellos, y a millones como ellos, la oportunidad de un futuro mejor”, dijo. El mensaje era claro: si trabajamos mucho, nada nos detendrá.
La pregunta de quién pertenece y quién prospera no es exclusiva de Reino Unido. En 2018, en el aniversario número 242 de la independencia de Estados Unidos, Jelani Cobb, el escritor y ahora decano de Periodismo de la Universidad de Columbia, señaló la tensión que estaba en el centro de los problemas que afrontaba su país. “La cuestión de ‘nosotros, el pueblo’ [la frase con la que inicia el preámbulo de la constitución estadounidense] es el conflicto no resuelto de la identidad estadounidense”, aseguró Cobb durante una charla en Nueva York. “Nunca entendimos ni definimos del todo quién está incluido en ese término”, concluyó.
Cobb describió un ciclo de altibajos en cuanto a quién pertenece al país y a quién no; una expansión del concepto de “nosotros”, seguida de “una contracción atemorizada de la idea de quiénes debemos ser ‘nosotros’”, explicó.
Esto es cierto también para el Reino Unido. Hay fluctuaciones, una sensación de esperanzas que se elevan y luego se destruyen, y esto se pasa por alto cuando Sunak describe la historia del país. ¿Qué vino después de que la generación de sus abuelos fuera animada a migrar a Reino Unido para ayudar a construir el país en la época de la posguerra? Una declaración del antiguo primer ministro conservador Enoch Powell en 1968, en la que dijo que una persona negra o asiática “no es inglesa solo por haber nacido en Inglaterra”. Hubo conflictos raciales y revueltas, y la aprobación de las leyes de relaciones raciales.
La ceremonia de las olimpiadas en Londres en 2012 presentaba una imagen atractiva de multiculturalismo británico, exhibiendo con orgullo la llegada de la generación Windrush en 1948. Pero el verano siguiente aparecieron camionetas con el mensaje “Vete a tu casa o te enfrentas al arresto” en las zonas de Londres con mayor diversidad étnica, mientras miles de personas de la generación Windrush eran de repente víctimas de deportaciones.
Un paso adelante y dos atrás
El péndulo siempre se mueve: cuando el país da un paso adelante, es obligado a dar dos hacia atrás.
Cuando era candidato a primer ministro, Sunak propuso deportar a Ruanda a personas que solicitan asilo, criticó “las tonterías progresistas” de los “agitadores de la izquierda” y despotricó contra la remoción de estatuas y el supuesto reemplazo de los programas de estudio con “propaganda antibritánica”.
¿Qué hará Sunak ahora que es primer ministro?
El difunto Ambalavaner Sivanandan, uno de los pensadores sobre la raza y la clase social más influyentes de Reino Unido, dijo una vez: “Hay dos racismos: el racismo que discrimina y el racismo que mata”. El martes, quedó claro que la entrada de Sunak a 10 Downing Street le asestó un golpe a esa primera clase de racismo, los ideales del nativismo británico.
Pero, para Kimberly McIntosh, escritora y activista contra el racismo, lo que falta es enfrentarse al racismo sistémico e institucional y a la desigualdad económica que arruina las vidas de muchas personas que pertenecen a minorías étnicas. “Para la mayoría de las personas que pertenecen a minorías étnicas, la elección de Rishi Sunak no supondrá ninguna diferencia material a sus vidas. Me parece muy difícil celebrar eso; probablemente, lo que él les lleve a esas comunidades sea más violencia”, concluye.
Traducción de Patricio Orellana