Jasmin Ramsey es la subdirectora del Centro para los Derechos Humanos en Irán, un grupo de periodistas, académicos y especialistas en derechos humanos con sede en Nueva York. Antes de eso, trabajó como periodista en Washington para Inter Press Service (IPS), una agencia internacional de noticias, donde fue jefa adjunta hasta 2016. Entonces cofundó Lobe Log, el primer blog galardonado con el Premio Arthur Ross a la Información y Análisis Distinguidos de Asuntos Exteriores de la Academia Americana de Diplomacia y que estaba especializado en las relaciones entre Irán y Estados Unidos en los años de la Administración Obama.
Ramsey respondió a las preguntas de elDiario.es sobre las protestas en Irán tras la muerte de Mahsa Amini, y las ejecuciones estos días en el país.
Hemos visto otras protestas en Irán en los últimos años, pero estas parecen diferentes, ¿por qué?
Se trata del mayor desafío a la República Islámica desde 2009, cuando cientos de miles de personas salieron a las calles. Lo que hace que esta vez sea diferente es la unidad entre las diferentes religiones, etnias y clases socioeconómicas del país. Esto realmente es una expresión de rabia e ira contra una crisis de impunidad que campa a sus anchas en el Gobierno iraní. En todo el país, no importa si se trata de pueblos pequeños o de ciudades, los ciudadanos de clase trabajadora o acomodada corean consignas contra el Estado y exigen un verdadero desmantelamiento de la República Islámica. Están diciendo que ya no quieren una dictadura. Piden la muerte del dictador, el fin del régimen dictatorial. Mientras que en 2009 las protestas eran mucho más sobre algo específico en el sistema político, que fue la elección presidencial impugnada, ahora son por el sistema en su conjunto con el que la gente está muy descontenta.
Una de las cosas que llamaba especialmente la atención al principio de las protestas era que estaban lideradas por mujeres y jóvenes, ¿esto continúa siendo así?
Sin duda, las mujeres están al frente de las protestas y hemos podido ver mujeres de todas las edades, pero sobre todo a mujeres jóvenes. Al principio, se veían sobre todo a mujeres universitarias y adultas jóvenes, pero después se han empezado a sumar también estudiantes de secundaria. Sin embargo, esto no ha sido solo de las mujeres. Los hombres están ahí. Están al lado de las mujeres y corean todos juntos contra la represión del Estado.
Después de tres meses de protestas, ¿las manifestaciones están perdiendo fuerza?
Es importante saber que al principio eran más numerosas, pero eso se debía a que al principio no se había detenido a más de 18.000 personas. Creo que es más importante pensar que en realidad es bastante sorprendente que la gente esté siquiera protestando, teniendo en cuenta cuántas personas han sido tiroteadas en las calles y cuántas han sido detenidas. Y ahora están empezando a ejecutar gente. Sin embargo, siguen protestando, incluso por la noche y por la mañana después de la ejecución del primer manifestante conocido.
La violencia ha sido protagonista en la mayoría de estas movilizaciones, ¿por qué?
La razón por la que la República Islámica utiliza tanta violencia y otros métodos de represión violenta es porque no permite ninguna crítica. No permite ninguna oposición. No hay debate libre. No hay libertad de expresión. Así que la violencia es una herramienta más para ellos. Hace tres meses, esta joven [Mahsa Amini] murió bajo custodia del Estado. No hicieron responsable ni a una sola persona. En su lugar, envían a los militares a las calles para aplastar las protestas e incluso matan a niños. Creen que pueden limitarse a matar y encarcelar a todo el mundo, pero están fracasando.
¿Hemos visto este nivel de represión en otras movilizaciones pasadas?
Sí, utilizaron la violencia en el pasado. En 2017 y 2019 hubo protestas masivas en todo el país y las reprimieron muy violentamente y mucho más rápido. Se cree que mataron a mucha más gente en un corto período de tiempo.
La cuestión es que hacen esto y las protestas se repiten, y disparan y matan a más gente. Están utilizando una táctica que no funciona y lo saben. Pero como no permiten la oposición política ni el debate libre, no saben qué más hacer.
¿Cuál es la situación del Gobierno iraní tras las protestas? ¿Pueden ponerlo en peligro?
Conozco a mucha gente que quiere una respuesta rápida a esa pregunta. Durante décadas, el Gobierno ha estado trabajando para acabar con la oposición y las amenazas a su poder. Así que va a llevar tiempo. El propio Gobierno dice ahora mismo que sigue estable y que está bien. Pero cuando ves lo que está pasando en las calles y piensas que cortan Internet todo el tiempo porque tienen miedo de que la gente comparta esta información, te das cuenta de que no es estable en absoluto, está temblando y no tiene otros medios para arreglarlo.
La semana pasada, el fiscal general de Irán aseguraba que la policía de la moral había sido suprimida, ¿se puede considerar este acto una pequeña victoria para las protestas?
No. No hay ni una sola confirmación dentro del Gobierno de que eso haya sucedido. E incluso si se disolviera la policía de la moral, la ley que obliga a las mujeres a llevar el hiyab sigue vigente. También es importante señalar que realmente no hemos visto a la policía de la moral en las calles desde octubre. Se podría decir que el pueblo iraní ya ha disuelto la policía de la moral. Al mismo tiempo, el mes pasado, funcionarios iraníes dijeron que iban a usar una tecnología de reconocimiento facial, es decir, cámaras para ver los rostros de las mujeres e identificarlas de esa manera en lugar de enviar a personas físicas a las calles para hacerlo. Así que en realidad no es una declaración, es una distracción.
Pero también se está revisando la ley que obliga a las mujeres a llevar velo, ¿cree que cambiará algo?
Sería muy sorprendente que las leyes cambiaran. El Gobierno iraní nunca ha hecho concesiones a los manifestantes. Pero tenemos que esperar y ver. Quiero decir, de nuevo, que no hay ninguna confirmación. Y de hecho hubo funcionarios del Gobierno que dijeron que el hiyab se va a quedar.
El hiyab se convirtió en una herramienta de represión política cuando se produjo la revolución en 1979. Es un pilar de la revolución. Se produce la revolución y todas las mujeres se ven obligadas a llevar hiyab. Se podría decir que si de repente les quitan el velo, entonces están admitiendo que la revolución ha fracasado. Y creo que por eso es muy difícil para este Gobierno tomar esa decisión.
Desde el comienzo de las manifestaciones, el Gobierno iraní impuso fuertes restricciones a Internet en un posible intento de acallar las protestas, ¿qué efecto ha tenido?
Las interrupciones de Internet son constantes. La forma en que ha impactado es que hace [las movilizaciones] más lentas. Es un proceso más lento para que la gente envíe vídeos a las agencias de noticias o a las organizaciones de derechos humanos, pero sólo lo hace más lento. No lo detiene.
En parte, porque la economía también depende de Internet. Así que cada vez que cierran Internet, en realidad están perjudicando su propia economía. No pueden dejarlo apagado todo el tiempo. No es una táctica muy eficaz, y creo que se están haciendo más daño a sí mismos que a los manifestantes apagando Internet, porque las empresas también están muy frustradas con la forma en que está actuando el gobierno.
En el transcurso de estos meses, en los que las protestas han estado activas, hemos visto a numerosas figuras públicas iraníes apoyar las protestas fuera del país -desde deportistas hasta actores-, ¿por qué es tan importante dar voz a estas manifestaciones en el exterior?
Muchos iraníes abandonaron el país después de la revolución. La mayoría de estas personas son profesionales educados, intelectuales, disidentes, escritores, médicos, abogados... Y muchos de ellos tienen a su familia dentro del país.
Yo soy iraní y cada vez que veo que hacen daño a alguien allí, se me parte el corazón por ellos. Así que existe una unidad dentro del país, entre las provincias, entre las clases sociales y económicas, pero también una unidad fuera del país. Por ello, todos los iraníes intentan apoyarse mutuamente en este levantamiento tan difícil contra este Gobierno represivo.