A pesar de los años de desarrollo, inversión y progreso en el sector de los medios de comunicación afganos, Zahra Joya, de 28 años, a menudo se encontraba con que era la única mujer en una redacción. “Era un entorno de soledad, dominado por hombres que tomaban las decisiones sobre qué noticias eran importantes y cuáles no”, afirma.
Joya, que pertenece a la perseguida minoría hazara, sentía que la discriminaban por su origen étnico y por ser mujer. “Había muy pocas mujeres periodistas en Kabul”, dice. “Apenas había reporteras que cubrieran actos políticos o ruedas de prensa, a pesar de tratarse de historias que nos afectan mucho”.
Con la determinación de sacudir este sector dominado por los hombres, en noviembre del año pasado, Joya fundó Rukhshana Media, una web de noticias que cuenta las experiencias de mujeres afganas escritas por mujeres afganas.
Eligió el nombre como homenaje a las víctimas del patriarcado afgano y a todas las mujeres olvidadas en la historia del país.
“En 2015, una chica llamada Rukhshana, de la provincia de Ghor, fue acusada de adulterio y se escapó de casa. Huía de un matrimonio forzado”, cuenta Joya. “El chico que la acompañaba recibió 100 latigazos por 'insolencia' por el mismo delito, pero Rukhshana fue lapidada hasta la muerte. Desde el día en que vi el vídeo de su lapidación pública, esta imagen se ha quedado grabada en mi memoria”.
Noticias sobre mujeres contadas por mujeres
Desde su fundación, Rukhshana contó poderosas historias de la lucha de las mujeres afganas, ofreciendo una plataforma a las periodistas afganas. Escribieron sobre la salud reproductiva de las mujeres, violencia doméstica y sexual y discriminación de género, entre muchas otras cuestiones.
“A menudo ocurre que las noticias sobre las mujeres afganas las deciden los hombres afganos o los periodistas de las secciones internacionales de otros países. Y aunque nuestra presencia en los medios de comunicación afganos se celebra como un ejemplo de 'empoderamiento de la mujer', no se nos presta mucha atención ni se nos da espacio para definir qué historia debe cubrirse”, dice Joya.
“Por ejemplo, los medios de comunicación afganos informan sobre los casos de violación, pero nunca informan [sobre] cómo es la vida de las supervivientes. Eso es lo que nos interesa contar”, matiza. “En Rukhshana Media, intentamos contar la historia desde la perspectiva de las mujeres afganas”.
Vestida de chico
El camino de Joya hasta convertirse en periodista estuvo lleno de dificultades. De niña, durante el régimen talibán de los años 90, se vio obligada a vestirse de chico para poder ir a la escuela. “Los talibanes habían cerrado todas las escuelas de niñas y sólo podían ir los niños. Yo me empeñé en estudiar, así que me vestí de chico y adopté el nombre de 'Mohammad' y me matriculé en la escuela”, cuenta.
“No quiero que volvamos a esa situación”, afirma Joya. “Y esta es la razón de ser de Rukhshana. Es mi esperanza, mi esfuerzo, para construir un Afganistán más sólido que incluya nuestras voces, las voces de sus mujeres”.
Pero construir, mantener y hacer crecer incluso un medio de comunicación a pequeña escala como Rukhshana no es fácil. “Crece la inseguridad y las reporteras de Rukhshana se enfrentan a los retos de informar desde unos frentes que cambian rápidamente”, dice.
Desde la creación de Rukhshana el año pasado, la violencia y los ataques extremistas aumentaron en Afganistán, con casi 3.000 civiles muertos en el conflicto en 2020, según la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Afganistán. A ello se suma una serie de asesinatos selectivos de periodistas, trabajadores del gobierno y funcionarios estatales, de los que el Gobierno afgano culpó en gran medida a los talibanes. En un informe que la ONU publicó en febrero se afirma que “Afganistán es uno de los países más peligrosos del mundo para los periodistas”.
Las mujeres periodistas corren un mayor riesgo de ser asesinadas debido a los temas que cubren y a que desempeñan un papel público.
En marzo, tres jóvenes estudiantes de secundaria fueron abatidas mientras trabajaban a tiempo parcial para un medio de comunicación en Jalalabad. En diciembre, una periodista de televisión y defensora de los derechos de la mujer fue asesinada a tiros junto con su chófer. A medida que los talibanes ganan terreno en el país, las periodistas se ven obligadas a trabajar en secreto, y bajo distintos seudónimos para ocultar su identidad.
Joya explica que conseguir dinero para el proyecto es otro de los grandes retos. Al ser una iniciativa totalmente autofinanciada, es difícil mantener el proyecto a flote, sobre todo a medida que la situación del país empeora.
“Pero intentaré mantenerlo vivo mientras pueda ya que para mí es una fuente de esperanza para muchas mujeres”, dice. “Puede que Afganistán no tenga mucho, pero es nuestra voz [de los medios de comunicación], y debemos preservarla”.
Ahora más que nunca, las mujeres afganas necesitan una plataforma para poder hablar por sí mismas. En un contexto de regreso al poder de los talibanes en Afganistán, la supervivencia de Rukhshana Media depende de la ayuda de los lectores. Para seguir informando durante el próximo año, que será clave, está intentando recaudar 17.000 euros (20.000 dólares). Si podés apoyar esta iniciativa, entra en esta página que crearon para recaudar fondos.
Traducido por Emma Reverter.