ANÁLISIS

Qué son los drones kamikaze y por qué Rusia los utiliza en Ucrania

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El creciente uso por parte de Rusia de los drones iraníes Shahed-136 refleja tanto su fuerza como su debilidad. Los bombardeos con drones de este lunes en el centro de Kiev, realizados en dos series a la hora punta de la mañana, muestran hasta qué punto las armas pueden causar destrucción y miedo en una capital que hasta hace una semana no había sido atacada desde hacía meses.

Los Shahed-136 aparecieron por primera vez en la guerra de Ucrania en septiembre. Aunque son descritos como drones kamikaze, es más acertado considerarlos como pequeños misiles de crucero con una capacidad destructiva relativamente limitada (tienen una carga de 50 kilos). El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, dijo que Rusia había comprado 2.400 unidades. Aunque la cifra parece grande, se están agotando rápidamente.

Según Justin Bronk, especialista en ataques aéreos del centro de estudios Rusi, los drones “son difíciles de interceptar de forma sistemática”, pero su reducida velocidad en comparación con la de los misiles de crucero siempre da una oportunidad a las defensas aéreas. “En última instancia, ofrecen a Rusia una forma de causar más bajas civiles y militares en Ucrania, pero no cambiarán el rumbo de la guerra”, dice.

El de este lunes es el segundo gran ataque contra Kiev en una semana. El lunes pasado, en respuesta a la explosión en el puente del estrecho de Kerch hacia Crimea, Rusia desató una mortífera lluvia de misiles y ataques con drones dirigidos a Kiev y otras ciudades importantes.

El sangriento resultado del ataque ruso del pasado lunes (se calcula que solo ese día murieron 15 personas) y la destrucción provocada este lunes dejan al descubierto las limitaciones de las defensas aéreas de Kiev. No se entiende por qué ha tardado tanto, pero Estados Unidos respondió la semana pasada diciendo que aceleraría la entrega de los dos primeros sistemas de defensa aérea Nasams prometidos (de un total de ocho), que se consideran lo suficientemente buenos como para proteger al Pentágono.

Rusia, sin misiles

Pero, aunque los ataques sobre Kiev acaparan titulares en todo el mundo, su utilidad militar es casi nula y, por sí solos, no habrán tenido ningún efecto psicológico significativo en la población civil del país. Los ataques provocan miedo, pero también ira, sobre todo después de que Vladimir Putin dijera que “no hay necesidad” de más ataques masivos contra Ucrania.

Su uso también parece demostrar que Rusia se está quedando sin misiles guiados. Autoridades occidentales aseguraron el pasado viernes que, en líneas generales, coincidían con la evaluación ucraniana sobre el agotamiento de las existencias de estos misiles: ya gastaron dos tercios de sus reservas. La estimación sobre los Iskander de medio alcance apunta a que quedan 124 drones de unas reservas iniciales de 900. “Creemos que eso es más o menos correcto”, sostuvo una de esas autoridades, aunque ese tipo de conclusiones es imposible de verificar.

Cada vez hay más indicios de que Rusia está tratando de atacar las redes de energía y otras redes de servicios públicos de Ucrania, a medida que se acerca el inicio del invierno y la “temporada de calefacción” del país.

La sospecha no ha pasado desapercibida para las preocupadas fuerzas ucranianas y ya se está pidiendo a los ciudadanos que reduzcan el uso de electricidad entre las 17:00 y las 23:00 horas. En el último mes ha habido varias incidencias en el suministro eléctrico de Járkov, Kiev y Leópolis por los ataques rusos.

Drones como los Shahed-136 son más eficaces contra este tipo de objetivos estáticos que contra los militares y, para Moscú, el impacto perturbador sobre Ucrania podría ser mayor. Al mismo tiempo, Rusia buscará detener a toda costa los avances de Ucrania en el campo de batalla, por lo menos hasta que las fuertes lluvias de finales de otoño les den algún tipo de tregua.

Lucha por Jersón

Cuando la semana pasada Rusia pidió la evacuación de civiles de la región de Jersón, una de las autoridades del lugar dijo que se trataba de algo temporal. Pero lo cierto es que era el siguiente paso en una retirada gradual del oeste del río Dniéper, donde las fuerzas del Kremlin llevan en retroceso desde comienzos de octubre.

Ucrania llevaba desde principios de septiembre organizando su contraofensiva y presionando para desplazar a las líneas rusas, pero no había tenido muchos éxitos concretos hasta la primeras semanas de octubre, cuando los invasores cedieron una franja de territorio de hasta unos 48 kilómetros al noroeste de la ciudad de Jersón y montaron su nuevo frente al norte del pueblo de Mylove.

Si lo hicieron para reorganizar las líneas del frente, el anuncio de evacuación demuestra que no consiguieron su objetivo. En algunos sectores del bando occidental se especula con la posibilidad de que la propia ciudad de Jersón pueda ser recuperada la próxima semana, pero tal vez sean comentarios muy optimistas.

Es posible que Rusia simplemente esté preparando una defensa urbana de la ciudad y que por eso permite que se contraigan sus fuerzas para comprometer a Ucrania en una costosa batalla durante el otoño. Es más fácil defender la ciudad que el campo abierto que la rodea y eso podría plantear un dilema a Kiev sobre la destrucción que el ejército ucraniano está dispuesto a acometer para triunfar.

Constante avance ucraniano

Pero de momento, lo que hay que mirar en esta guerra de casi ocho meses es la primera línea de fuego, donde Ucrania parece tener la iniciativa en el combate terrestre. En la parte nordeste del frente Rusia también sigue sufriendo la presión de Ucrania, que, después de tomar Limán y el centro neurálgico de Svátove, trata ahora de avanzar hacia Kreminná.

A Moscú no le está funcionando nada más. Rusia ha comenzado a enviar al frente a soldados que forman parte del medio millón de reclutamiento obligatorio. A lugares como Lisichansk, ya han llegado los primeros grupos de personas forzadas a luchar tras un entrenamiento mínimo o inexistente.

Ahora mismo el avance del frente ucraniano no es rápido pero sí constante. La atención tiene que seguir puesta en una Rusia bajo presión que intensificará los ataques contra la población y las infraestructuras civiles. Desde su punto de vista, es la única táctica que parece tener algún impacto.

Traducción de Francisco de Zárate