Trabajo sin descanso para llegar a las víctimas del terremoto en Turquía: “Todo el barrio se movilizó”

Lara Villalón

Estambul (Turquía) —

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“Está irreconocible, es como otra ciudad, como una simulación”, dice Ipek Sanmaz, una joven estudiante que viajó este martes hasta Antakya, una de las ciudades afectadas por el terremoto de magnitud 7,8 que sacudió un día antes el sureste de Turquía, cobrándose miles de vidas. “Estuve aquí el verano pasado y me ha costado reconocer algunas calles. No queda nada. La gente deambula sin saber qué hacer, en algunas zonas no queda comida y hace mucho frío”, explica a elDiario.es. 

La ciudad es una de las más afectadas por el seísmo y durante la noche del lunes, a temperaturas bajo cero, sufrió cortes de luz y agua. Miles de vecinos pasaron la noche en sus coches o al raso tras perder sus hogares. Las autoridades turcas aún no han podido evaluar el estado de los edificios que se mantienen aún en pie, por lo que recomiendan a la población que no regrese a sus casas por temor a nuevos derrumbes. Más de 6.000 edificios han colapsado tras el terremoto y se desconoce aún la cifra de desaparecidos.

En las últimas décadas, Turquía ha experimentado mucha migración interna, por lo que miles de personas en las grandes ciudades del país tienen a algún familiar o conocido en una de las diez provincias afectadas por el terremoto. “Mi familia no reside aquí, pero tengo amigos que han perdido casi toda su familia, más de cinco familiares. Es inexplicable cómo de un día para otro ya no queda nada”, dice Sammaz.

La joven ha viajado desde Ankara en furgoneta para llevar garrafas de agua y alimentos básicos para las miles de personas que afrontan una nueva noche a la intemperie en las zonas afectadas por el terremoto. “Hemos llegado incluso con bidones de gasolina porque varios conocidos nos dijeron que en muchas gasolineras no queda. Es necesaria por si alguna persona tiene que llevar a un familiar en una emergencia”.

Buques, aviones y hoteles

En Antakya, precisamente, decenas de familias han pedido ayuda a través de las redes sociales y algunas aseguran que los servicios de emergencia aún no han acudido a rescatar personas atrapadas bajo los escombros de algunos edificios.

Los equipos de rescate no dan abasto. El Gobierno turco ha desplegado 13.000 efectivos entre servicios de emergencia y bomberos, pero en algunas zonas falta comida, así como mantas, tiendas de campaña, manos y máquinas para retirar los restos de edificios derrumbados.

Los equipos de emergencia trabajan a contrarreloj y en apenas un día han rescatado a más de 8.000 personas, según cifras oficiales. Algunas carreteras siguen completamente colapsadas por el terremoto y la ayuda humanitaria ha llegado a través de helicópteros. También han llegado los primeros buques en la costa Mediterránea para trasladar heridos a otras provincias del país.

Un día después del terremoto el balance de víctimas en Turquía es de más de 8.500 fallecidos y 49.000 heridos –junto a Siria, ha sobrepasado los 11.000 fallecidos–. Aerolíneas turcas han habilitado más aviones para distribuir la ayuda humanitaria en la zona y para trasladar a heridos a hospitales de otras provincias. Por otro lado, centenas de hoteles en toda la costa mediterránea han reabierto, fuera de temporada, para acoger a las familias que no tienen donde pasar la noche. 

El Gobierno turco ha declarado el estado de emergencia durante tres meses en las diez provincias afectadas para “facilitar el manejo de los equipos de rescate y el envío de ayuda financiera a las zonas afectadas”, según aseguró el presidente, Recep Tayyip Erdogan.

Movilización ciudadana

En otras ciudades al oeste del país, continúa la movilización ciudadana para enviar ayuda humanitaria a las zonas afectadas por el terremoto. En el aeropuerto de Estambul miles de voluntarios han hecho cola durante horas para poder volar al sureste y se han vivido momentos de tensión con las autoridades por la espera y el retraso de vuelos.

En la mayoría de ciudades se han habilitado en apenas unas horas, pabellones para recibir, catalogar y enviar ayuda humanitaria a los afectados.

“Durante todo el día no ha parado de venir gente pero la verdad es que necesitamos más voluntarios. Muchas personas se han acercado a traer estufas eléctricas, mantas, tiendas de campaña, compresas y pañales para bebés. También muchas botellas de agua porque nos han dicho que en algunos lugares han pasado horas sin”, dice Ezgi Kalkmaz, voluntaria en uno de los centros de la ciudad de Esmirna, en la costa del Egeo. “Todo el mundo aporta lo que puede. Incluso varias constructoras han ofrecido camiones para transportar el material donado porque mucho voluntariado trabaja al margen de las ONG oficiales y necesitamos medios para enviar este material”. 

Varan y su familia han perdido su casa en la provincia de Sanliurfa, en la frontera con Siria, pero cuenta con alivio que toda su familia se encuentra en buen estado. “Hemos dormido seis personas en una tienda de campaña. Primero hicimos una pequeña hoguera con algunos vecinos, hemos estado buscando también mantas para las próximas horas. Los equipos de emergencia nos han ayudado mucho”, dice. “Todo el barrio se ha movilizado para ayudarnos unos a otros, solo esperamos que todo esto termine pronto”.