Amartya Kumar Sen nació en 1933 en Shantiniketan, India, y es conocido por sus trabajos sobre las hambrunas, la teoría del desarrollo humano, la economía del bienestar y los mecanismos subyacentes de la pobreza. Recibió el premio Nobel de Economía en 1998 y acaba de recibir el Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales.
Sus contribuciones teóricas fueron fundamentales para generar el Índice de Desarrollo Humano –IDH–, elaborado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, indicador superador del –aún hoy predominante– crecimiento del PBI. Su concepción del desarrollo humano incorpora dimensiones relativas al bienestar y a las libertades –salud, educación, desigualdad, democracia participativa, capacidad adquisitiva, justicia, capital social, ambiente, transparencia, seguridad protectora–, entre otras dimensiones de análisis.
Para Sen un buen punto de partida para el análisis del desarrollo es el reconocimiento básico de que la libertad es a la vez el objetivo primario y el principal medio del desarrollo. Afirma: “El desarrollo no puede ser medido sin tener en cuenta el estilo de vida que pueden llevar las personas y sus libertades reales”.
“La expansión de la libertad es tanto el fin primordial del desarrollo como su medio principal”
En este sentido, el concepto de desarrollo no puede limitarse al crecimiento de objetos inanimados de conveniencia, como incrementos del PBI, la industrialización, el progreso tecnológico o la modernización social. Si bien estos son logros importantes –a menudo cruciales– su valor debe estar relacionado con el efecto que tienen en las vidas y libertades de las personas a quienes atañen.
En su obra, la desigualdad que sufren las mujeres ha sido objeto de especial atención. Tanto por la dignidad de cada ser humano, como por su valor instrumental: “Ha sido sobradamente demostrado que el fortalecimiento de capacidades de las mujeres y su consiguiente habilitación gracias a la escolaridad, a las oportunidades de empleo, etc. surten los efectos de mayor alcance en la vida de todos los involucrados: hombres, mujeres y niños. Reduce la mortalidad infantil, aminora los riesgos para la salud de adultos que han tenido bajo peso al nacer, incrementa la efectividad de los debates públicos y tiene mayor impacto en la moderación de las tasas de fertilidad que el crecimiento económico. La desigualdad basada en el género en los ámbitos económico y social puede, por lo tanto, lesionar considerablemente el desempeño global en numerosas y diversas áreas, afectando variables demográficas, médicas, económicas y sociales.”
"Ha sido sobradamente demostrado que el fortalecimiento de capacidades de las mujeres y su consiguiente habilitación gracias a la escolaridad y a las oportunidades de empleo surten los efectos de mayor alcance en la vida de todos los involucrados"
Acérrimo defensor de la libertad, se ocupó de identificar las limitaciones de las libertades para permitir el desarrollo de las capacidades reales que tiene una persona para alcanzar logros. Estas capacidades están bajo la influencia de las oportunidades económicas, las libertades políticas, las facilidades sociales y las condiciones habilitantes de buena salud, educación básica, así como el aliento y cultivo de iniciativas.
La importancia de la equidad. En sus libros y conferencias afirma: “Resulta difícil entender una perspectiva de libertad que no tenga a la equidad como elemento central”. Las oportunidades sociales de la educación debido a una falta de acceso a escuelas de calidad o las carencias de derechos económicos básicos en relación a desigualdades masivas en la propiedad generan resultados que no se limitan únicamente a la existencia de esa desigualdad, sino que abarcan también otros efectos limitantes vinculados a la naturaleza de la expansión económica, al florecimiento de desarrollos políticos y culturales e inclusive a las esperadas reducciones en las tasas de mortalidad y fertilidad.
Defensor de la democracia con efectiva posibilidad de participación y de conformación de sólidas y eficientes instituciones del estado, de empresas y de la sociedad civil. En este sentido, observa: “La negación de la democracia y de los derechos políticos y cívicos expone a la comunidad a diversas privaciones económicas a través de la falta de voz de los desposeídos. La posibilidad de hambrunas, asociada con regímenes autoritarios, es apenas un caso extremo de esta relación”.
Su pensamiento abarca también la ética ambiental: se preocupa por el franco deterioro en el ambiente que provoca que a las generaciones futuras se les niegue la oportunidad de respirar aire limpio. Sin embargo, su pensamiento supera la mirada antropocéntrica al reconocer que los humanos como somos mucho más poderosos que otras especies, dada esa asimetría, tenemos responsabilidad hacia ellas, por eso todo ecosistema, toda especie es valiosa.
En definitiva, Sen es un pensador de la libertad, que promueve vivir la vida que deseamos, eliminando las privaciones de la pobreza, de la hambruna, aumentando la accesibilidad a la educación, a la salud, al trabajo digno, disminuyendo la desigualdad, mitigando el cambio climático y fomentando la participación en todas las esferas de la sociedad.
Su perspectiva cosmopolita –es interesante su análisis de la globalización, en el que resalta el valor del intercambio de las distintas tradiciones culturales a lo largo de la historia de la humanidad– e interdisciplinar –la economía, la filosofía, la historia, son campos que domina con profundidad–, contribuyen a comprender la complejidad de este mundo y a reflexionar sobre políticas en distintos campos del ámbito público.
En la Argentina en veinticinco facultades de Ciencias Económicas de universidades nacionales (entre ellas la de la Universidad Nacional de La Plata) desde el año 2011 al 2018 se desarrolló un programa de formación en ética para el desarrollo humano que llevaba su nombre y fue creado y dirigido por Bernardo Kliksberg –otro incansable promotor del desarrollo humano–.
En la Facultad de Ciencias Económicas de la UNLP continuamos el mismo programa, dictando seminarios, charlas y promoviendo proyectos de extensión para acompañar la formación de jóvenes profesionales con capacidad de reflexión crítica de los modelos de desarrollo predominantes y con motivación para la generación de alternativas que favorezcan un desarrollo inclusivo y sostenible.
El objetivo primordial ha sido que, en un futuro, desde distintos planos de actuación profesional (académico, estatal, sociedad civil, empresas) dichos jóvenes se comprometan a aportar al desarrollo que Amartya Sen nos planteaba en sus estudios, haciendo un mundo más justo y equitativo para todas las personas.
Cuán distinta sería la situación de hoy 2021 en la Argentina si hubiésemos tenido en cuenta mejor sus aportes. Seguramente tendríamos un sistema de salud más robusto, un sistema educativo con menores niveles de desigualdad, un mercado de trabajo que permita a hombres y mujeres desarrollar su potencial –con menores niveles de trabajo precario–, acceso al crédito para microemprendedores y pequeñas y medianas empresas, instituciones más sólidas y transparencia en el accionar de los gobiernos, empresas y organizaciones de la sociedad civil.
RB