La discusión sobre la reducción de retenciones al complejo sojero en la Argentina tiene importantes implicancias fiscales y económicas. Se trata de una baja de hasta 7 puntos porcentuales. El análisis de su impacto revela que esta política beneficia desproporcionadamente a los grandes productores, a las cerealeras y a los rentistas.
Costo fiscal y estructura de las retenciones
Actualmente, las retenciones al complejo sojero están en 33% para el grano y 31% para los derivados (harina y aceite). La reducción llevaría las tasas al 26% para el grano y al 24,5% para los derivados, generando un costo fiscal de aproximadamente US$800 millones anuales, según estimaciones del propio Ministerio de Economía. Según nuestros cálculos, será aún mayor.
El costo fiscal de la medida, incluso en los cálculos oficiales, es similar a lo que demandaba la actualización del presupuesto universitario que Milei vetó con el pretexto de tratarse de una degeneración fiscal. Algo similar enfrentamos con la rebaja (casi eliminación) del impuesto a la riqueza, conocido como Bienes Personales y que dicho sea de paso, exime a los inmuebles rurales —no casualmente los mismos que se beneficiarán con esta medida—.
El costo fiscal de la medida, incluso en los cálculos oficiales, es similar a lo que demandaba la actualización del presupuesto universitario que Milei vetó con el pretexto de tratarse de una degeneración fiscal
Por esa reforma el Estado dejará de recaudar el equivalente a lo que le quitó a nuestros adultos mayores. Principio de revelación: más que por el déficit, la preocupación principal del Gobierno es dejar una sociedad más desigual, más injusta y sin piernas para caminar al desarrollo.
El peso de los grandes productores
La producción de soja en la Argentina está fuertemente concentrada:
- El 10% de los mayores productores (primer decil) controlan el 57,62% de la superficie sembrada.
- Los primeros tres deciles (30% de los productores) abarcan el 81,89% de la superficie total sembrada.
- El resto, 70% de los productores, apenas si representa el 18,11% de la producción total.
Superficie promedio:
- Primer decil: 1.448 hectáreas por productor.
- Segundo decil: 382 hectáreas.
- Tercer decil: 228 hectáreas.
- Pequeños productores (resto): 65 hectáreas promedio.
Dado este nivel de concentración, una baja de retenciones beneficia principalmente a los grandes productores, quienes concentran la mayor parte de la producción exportable.
El impacto económico de la baja de retenciones
Consideremos un precio promedio FOB de soja de 412 US$/tonelada y una exportación anual de 31,5 millones de toneladas (80% de la cosecha nacional, estimada en 49,6 millones de toneladas):
Beneficio por tonelada exportada:
Antes: 33% x US$412 = US$136.
Después: 26% x US$412 = US$107,1.
Diferencial: 28,84 US$/tonelada.
Beneficios totales por exportación:
Primer decil (57,62% de la exportación): US$659 millones.
Segundo decil (15%): US$171 millones.
Tercer decil (9%): US$102 millones.
Pequeños productores (18,11%): US$207 millones.
Como se ve, los primeros tres deciles (grandes y medianos productores) capturan US$934 millones, es decir, el 75% del beneficio total. Sin embargo, esto es solo una parte del beneficio que recibirán por la medida, teniendo en cuenta que además de la reducción impositiva la quita de retenciones repercutirá en un aumento en el precio local que incrementerá aún más la rentabilidad de todos ellos.
El rol de las cerealeras y los rentistas: ganadores ocultos
Además de los grandes productores, las cerealeras y exportadoras, como Cargill, Cofco, Dreyfus, Bunge y ADM, también capturan una parte significativa del beneficio de la baja de retenciones. Estas empresas manejan cerca del 90% de las exportaciones del complejo sojero, lo que les permite controlar los precios internos y retener parte del diferencial generado por la reducción impositiva.
Aunque la baja de retenciones aumenta el precio FOB, las cerealeras no trasladan el beneficio completo a los productores. Esto se debe a que el precio que pagan está condicionado por su posición dominante en el mercado.
Ejemplo: De los 28,8 US$/tonelada adicionales por la baja de retenciones, las cerealeras pueden capturar entre 10% y 30% (es decir, 2,9 a 8,7 US$/tonelada).
Al mismo tiempo, la quita de retenciones no es regresiva únicamente porque deja mayores beneficios para uno de los sectores más concentrados de la economía argentina sino que también encarece de manera directa el costo de los alimentos para las grandes mayorías. Más allá del rol fiscal, los derechos de exportación permiten desacoplar el nivel de precios local del internacional, favoreciendo la distribución de alimentos en el mercado nacional a menor costo. Esto ocurre gracias a que el productor evalúa dónde le conviene vender su mercadería teniendo en cuenta que si elige hacerlo para el exterior, entonces enfrentará una mayor alícuota. En otras palabras, si nuestro país produce alimentos para cientos de millones de personas, cómo puede ser que acá mismo existan más de 8 millones de personas que no pueden cubrir la canasta básica alimentaria. Esta baja de retenciones no hace más que empeorar la situación de esas millones de personas (y tantas otras más).
si nuestro país produce alimentos para cientos de millones de personas, cómo puede ser que acá mismo existan más de 8 millones de personas que no pueden cubrir la canasta básica alimentaria
En cuanto a la exportación de derivados, la mayoría de estas empresas no exportan grano sino harina y aceite, que ya tienen retenciones más bajas (31%). Una reducción adicional mejora aún más sus márgenes de ganancia.
El beneficio total para las cerealeras es de US$1.430 millones. Si las cerealeras capturan un 20% del beneficio total generado, eso equivale a US$286 millones. Esto deja US$1.144 millones distribuidos entre productores grandes, medianos y pequeños.
Sin embargo, el 70% de la producción de soja se realiza sobre campo alquilado, por lo que aparece otro gran ganador de la baja de retenciones: los rentistas. Si tomamos un costo de arrendamiento de 10 quintales por hectárea, este sector se apropia del 36% de los US$1.144 millones. De este modo, el porcentaje correspondiente a los productores se reduce a US$731 millones.
Está claro que el objetivo del Gobierno no es fomentar la equidad y fortalecer a los más vulnerables. Si así lo fuera, las políticas deberían ser segmentadas, evitando el desvío de recursos hacia los grandes jugadores del mercado.
En conclusión, la baja generalizada de retenciones beneficia principalmente a los grandes productores, cerealeras y rentistas, quienes concentran el negocio sojero y capturan gran parte del diferencial.
JG/JJD