Hoy, 18 de julio de 2024, se cumplen 30 años del atentado terrorista contra la sede de la AMIA. 30 años. Por más que trato de repetirlo en mi cabeza una y otra vez me cuesta creer que 30 años hayan pasado de un modo tan vertiginoso. 30 años de aquel día en el que volaron por los aires la vida de 85 personas y los sueños de tantos. 30 años, 30 años, 30 años.
Desde hace 30 años recorremos los juzgados, las fojas, los archivos, lo escrito, los secretos, lo dicho y lo oculto, las barbaridades que tuvimos que escuchar, la infamia que nos hicieron y hacen vivir los que se llenan la boca hablando de justicia.
La causa AMIA es todo lo que está mal, es todo lo que no debería ser, es una de las más grandes vergüenzas de todos los gobiernos que han pasado a través de 30 años. Un fracaso estridente, doloroso.
De acuerdo al último informe realizado por el Fiscal de la causa tenemos que:
– La causa AMIA tiene 490.000 fojas.
– 145 imputados de los cuales: 15 llegaron a juicio oral de los cuales 6 fueron condenados, 5 absueltos y dos murieron sin condena.
– 9 pedidos de captura internacional vigentes.
– Más de 1100 personas investigadas.
– 760 teléfonos intervenidos.
De acuerdo al último informe realizado por nosotros tenemos que:
– Presos por la causa AMIA: CERO.
– información sobre la conexión local: CERO.
¿Hay algo que no hemos dicho en 30 años? Creo que no.
Nos pasamos treinta años hablando en potencial, pensando en potencial, escribiendo discursos en potencial: habría sido, tal vez, fueron estos o los otros, fue Irán o Siria o Hezbollah o ambos o todos o ninguno… El tema es que no podemos usar el potencial para pensar en la explosión o en la muerte. Los espacios vacíos no son potenciales, son reales. Los muertos existen, los sobrevivientes existen, las víctimas y el dolor siguen existiendo pese a todos los potenciales del mundo. Podría haber habido justicia, podría podría podría.
Año tras año el poder político o el poder judicial se encargan de producir alguna mala noticia, algún maltrato, alguna movida donde usan la causa AMIA con fines políticos. Ni una vez en pos de la verdad y la justicia.
Este año, en la tan conocida telenovela titulada “HUMOS DE JULIO”, el gobierno presentó la semana pasada un proyecto de “juicio en ausencia” para cerrar la causa AMIA sin verdad y sin justicia; parece una ley a medida para el caso AMIA. Si la investigación ya ha sido cuestionada, más lo estará si se legisla en este sentido. Mientras tanto el presidente de la Nación, Javier Milei, le rinde homenaje y honores al que fuera el máximo responsable de la impunidad en la causa AMIA: el expresidente Menem.
Este año, después de una larga si no larguísima espera, el tribunal de Casación se dignó a dictaminar sobre nuestras apelaciones respecto a que se revean las bajas penas y hasta absoluciones que se les habían impuesto a los acusados por el encubrimiento. Lamentablemente mantuvieron absoluciones y avalaron condenas vergonzosas. En breve apelaremos ese fallo ante la Corte Suprema de Justicia. Será responsabilidad de la Corte aumentar las penas y rever las absoluciones en pos de brindar a esta causa un hilo de justicia. ¡Y esperamos que sea un fallo rápido! Estamos hartos de los infinitos tiempos de la justicia.
También este año la Corte Interamericana de Derechos Humanos de la OEA dio a conocer su fallo en la causa Memoria Activa contra el Estado argentino: El Estado es culpable. Culpable de no prevenir el atentado, culpable de no cuidar a sus ciudadanos, culpable de denegar justicia.
Un fallo que refleja una triste historia de nuestro país: los familiares somos los que buscamos justicia mientras que el Estado se mantiene ausente.
El fallo recuerda la soledad y cómo las víctimas dejamos de ser víctimas para convertirnos en querellantes, abogados, políticos, obligados a ocupar lugares que no nos corresponden.
Este fallo refleja la desigualdad, la soledad y la cantidad de años que tuvieron que pasar para demostrar que teníamos razón. 25 años desde el inicio de la denuncia ante la OEA.
Este fallo demuestra que el Estado Argentino, sabiendo que el atentado a la AMIA ocurriría, dejó que ocurriera.
Este fallo demuestra que nos negaron el derecho a la verdad y a la justicia.
Este fallo de alguna manera viene a sanar algunas de las tantas heridas que seguimos teniendo y enfrentando.
El Estado deberá actuar en consonancia con las obligaciones que implica el fallo de la Corte.
La causa AMIA fue atravesada por 11 gobiernos, diferentes políticas; la única constante fue la de avanzar un paso y retroceder dos. Los pocos cambios estructurales que se lograron, como por ejemplo la modificación de la Ley de inteligencia, están siendo borrados de un plumazo, para reinstalar los oscuros sótanos de la SIDE.
A 30 años del asesinato de nuestros familiares en AMIA, todo lo que tenemos son hipótesis. La más firme indica que un grupo de terroristas de Medio Oriente puso la bomba. No sabemos bien por qué, ni quiénes exactamente, salvo algunos pocos nombres de involucrados. Lo que se da por probado es que una camioneta Traffic cargada de explosivos, manejada por un suicida, voló la AMIA.
Al día de hoy del apoyo local necesario para hacerlo no sabemos nada, y sobra decir que después de 30 años de impunidad las posibilidades de esclarecerlo son prácticamente nulas.
¿Por qué no se investigó? Porque el gobierno argentino junto al de Israel decidieron el mismo día 18 de julio de 1994 sindicar a Irán como el responsable, y a partir de ese momento todo se enfoca hacia allí y hacia el cierre de la causa. Es decir, primero decidieron el resultado y después trabajaron para destruir todo lo que no servía a ese fin.
¿Por qué se encubrió y a quiénes se encubrió? Para nosotros hubo dos tipos de encubrimiento:
Primero: de los que tuvieron la información de que iba a ocurrir un atentado y no hicieron nada para evitar que ocurriera. Está probado que existieron alertas previas.
Segundo: de los funcionarios estatales que debían investigar y en vez de hacerlo delinquieron creando pistas falsas y desviando otras, apretando testigos, poniendo cámaras ocultas en sus despachos, acusando falsamente, tapando con su propia ineptitud y bajeza los delitos de muchos poderosos.
Todo esto: la breve síntesis de la infamia AMIA.
Y en el medio de todo, 85 muertos.
La memoria tiene formas raras de presentarse, a veces solamente es ternura, a veces nada más que tristezas, por momentos solo tensiones, por momentos se mezcla espantosamente con la impunidad. Pensamos erróneamente que la justicia nos traería paz, y nos traicionó.
No quiero contar anécdotas de la justicia, quisiera contar historias de vida de todo lo que nos fue pasando en estos 30 años. Quisiera tener el tiempo de que recordemos a todos los ya no nos acompañan y que un día gritaron con nosotros ¡PRESENTE!
Demasiados años para ser plasmados en un discurso. Es difícil pensarnos en los diferentes momentos de la causa AMIA, desde el dolor insoportable a los pequeños avances, de los enojos y frustraciones a los abrazos y esperanzas.
No somos los mismos, sin embargo, somos los mismos que nos paramos en esta plaza el primer lunes de agosto de 1994. Los que marchamos cargando las antorchas.
Y finalmente seguimos parados aquí, en esta misma plaza, en nuestra plaza, desde hace 30 años.
Hemos llegado hasta aquí porque tuvimos el apoyo de todos ustedes, de nuestras familias, de los amigos, de nuestros abogados, del Cels, de Amnesty, y de muchos otros que confiaron en nosotros. Y también queremos homenajear en este acto a todos los que nos acompañaron y ya no están. A nuestros familiares y amigos que nos dejaron en el camino, a nuestros amores asesinados aquel lejano 18 de julio de 1994 en AMIA: por Andrés, por Noemí, por Agustín, en nombre de las 85 víctimas fatales de aquel día. Nuestro homenaje también a todos los que resultaron heridos y lograron seguir viviendo. Nuestro reconocimiento también a las honrosas excepciones dentro de los diferentes estamentos del Estado que demostraron que la causa AMIA sí les interesaba. Pero sobre todo llegamos aquí por todos los que hicimos, hicieron y hacemos MEMORIA ACTIVA. Porque seguimos eligiendo esta Plaza, estos árboles y estas baldosas, porque reconocen nuestras pisadas y nuestro dolor.
Y como me ocurre muchas veces en esta plaza, en medio del frío, del dolor, y del calor de todos nosotros, se me aparece como un guiño, el rostro sonriente de Andrés, que me hace recordar lo que alguien escribió una vez: “El arquitecto Andrés Malamud fue hallado muerto bajo los escombros de la AMIA. Con un lápiz y una libreta entre sus manos, con la imagen de su sonrisa limpia y buenaza seguirá denunciando aquel insulto a la vida”.
30 años de decir presente.
30 años de dolor.
30 años de lucha.
30 años de búsqueda de VERDAD.
30 años de búsqueda de JUSTICIA.
30 años de esfuerzo.
30 años de compromiso.
30 años de tener la MEMORIA ACTIVA.
La autora es integrante de Memoria Activa y de la comisión directiva del CELS. El discurso fue leído en el acto de Memoria Activa por los 30 años del atentado a la AMIA, frente al Palacio de Justicia de la Nación. Acceda a la publicación del micrositio "30 años sin verdad".