En las últimas horas los incendios en Corrientes ya arrasaron con casi 800.000 hectáreas, un 9% de la superficie total de la provincia. El gobernador Gustavo Valdés confirmó 17 focos de incendio activos en la provincia, catalogando el episodio como “una catástrofe”. También circuló un video que muestra a los Bomberos de la ciudad de Alvear en Corrientes dandole alivio a un carpincho quemado. Este año los incendios se hicieron más visibles por la sequía, y más allá de las acusaciones sobre si los focos de fuego vienen siendo accidentales o intencionales, lo cierto es que de fondo está el debate pendiente por la aprobación de la tan postergada Ley de Humedales en el Congreso de la Nación.
Un carpincho quemado: el guerrero olvidado de la Ley de Humedales
Uno de sus nombres comunes, ‘capibara’, proviene del guaraní kapiÿvá,â que significa ‘señor del pasto’.â Su nombre científico, hydrochaeris, significa ‘cerdo de agua’ en griego. En Argentina se lo denomina ‘carpincho’. Estudios realizados en la provincia de Corrientes han demostrado las áreas de mayor aptitud para la especie en esa provincia y la necesidad de mantener conectividad entre las mejores áreas para no evitar el aislamiento poblacional.
La reciente fascinación popular con los carpinchos - o capibaras - permite visibilizar un aspecto fundamental de la falsa dicotomía entre desarrollo y ambiente: la especulación inmobiliaria sobre hábitats y ecosistemas altamente vulnerables como los humedales.
La pasividad de los carpinchos facilita la convivencia con los humanos y otras especies. En Argentina pueden encontrarse desde el Delta del Paraná hasta los Esteros de Iberá e inclusive más al norte. Sin embargo, la expansión de la frontera agroganadera, la minería y la construcción de barrios privados sobre los humedales provoca la degradación de estos ecosistemas, poniendo en peligro a numerosas especies de fauna y flora, así como a las comunidades.
La adopción del carpincho como ícono de la reivindicación ecológica nacional y el reciente uso de su imagen para movilizar a la opinión pública en búsqueda de la sanción de una Ley de Humedales que planifique su uso sustentable y proteja el hábitat de los capibaras y cientos de otras especies y a nuestras comunidades.
Tras décadas de cambios en los usos del suelo del Delta del Paraná, la balanza se está inclinando finalmente hacia el lado de la ganadería, gracias al poder del fuego. Las quemas de los pastizales que se encuentran en la provincia de Santa Fe están prohibidas, mientras que en Entre Ríos se intenta regularlas a través del el Plan Integral Estratégico para la Conservación y Aprovechamiento Sostenible en el Delta del Paraná (PIECAS), para así recuperar la potencialidad de un manejo de la agricultura y la ganadería en esa zona, adecuado al humedal. El PIECAS propone que el Delta sea productivo dentro de un marco de lineamientos sustentables.
La importancia de los humedales y sus servicios radica también en cuestiones vinculadas con el cambio climático, ya que las turberas (que solo ocupan el 3% de la superficie terrestre) tienen la capacidad de almacenar dos veces más carbono que los bosques de todo el planeta. Si bien algunos humedales argentinos han sido declarados como sitios Ramsar bajo la categoría de “importancia internacional”, faltan políticas de conservación nacional que acompañen y fortalezcan su existencia.
La cuarentena implementada a raíz de la pandemia del COVID-19 encontró a la sociedad argentina en sus hogares contemplando la silenciosa humareda proveniente de los humedales en llamas y la silenciosa invasión de los carpinchos a los barrios privados que emergieron en el ecosistema que solía ser su hogar. Estos dos factores confluyeron para que surgiera un reclamo colectivo exigiendo que se apruebe de forma urgente una ley de humedales, que defienda las islas y los esteros a lo largo y ancho del país y no se puedan hacer proyectos económicos dañinos al ecosistema.
Las quemas vistas desde Rosario a partir de mediados del 2020 - cuyo humo llegó hasta Buenos Aires - se repitieron también durante el 2021. Este ecocidio generó más protestas a través de las redes sociales, convocando a movilizaciones en distintos puntos del país, principalmente por intermedio de distintas organizaciones como El Paraná No Se Toca y la Multisectorial Humedales.
“Federales para los reclamos, unitarios para las responsabilidades”
El día de ayer, cuando el ex Presidente Macri denunció en las redes sociales que “una sequía histórica se convirtió en un incendio sin precedente. Desde enero la peligrosa situación había sido alertada por las autoridades de la Provincia de Corrientes al Ministerio de Ambiente. Le pidieron aviones hidrantes, vigías y equipamiento. Nunca les respondieron.”, un usuario de Twitter afirmó asertivamente que se trataba de un episodio más en la disputa entre federales y unitarios.
El problema es que la administración de la cosa en materia ambiental tiene un criterio federal, pero las provincias en general no tienen capacidad para ejercer eso en caso de incendios, apenas Córdoba, Misiones y algunas patagónicas. La lógica no tiene que ver con el dominio de los recursos naturales, sino con el saqueo. No hay suficientes brigadas forestales provinciales en un momento en expertos mundiales en fuego como Marc Castellnou sugieren que los gobiernos inviertan en la cabeza del bombero, no en el casco.
Este cambio de paradigma resulta fundamental a la hora de tratar de dar batalla a los incendios de sexta generación, que incluyen tormentas de fuego ya que tienen la máxima cantidad de combustible y se encuentran con atmósferas radicalmente calientes e inestables; ecosistemas estresados.
Desde lo institucional estrictamente, no se puede esperar más, porque el costo político lo paga el gobierno de turno. El federalismo es muchas veces pour la galerie o para la tribuna, cuando lo que se necesita es decidir rápido sobre el envío de recursos a las provincias lo antes posible, porque el fuego no espera. En estos casos el artículo 124 de la Constitución - “corresponde a las provincias el dominio originario de los recursos naturales existentes en su territorio” - resulta conflictivo, porque a pesar de ser un ejercicio de justicia histórica, por los pactos preexistentes, termina generando un fracaso rotundo en el manejo de crisis sobre recursos naturales a escala nacional.
Sergio Federovisky, biólogo y Viceministro de Ambiente de la Nación explica que “la ley de humedales es una herramienta necesaria, pero no hay que fetichizarla: no es una solución si es que no hay una política pública para el territorio que permita definir lo que queremos hacer con los humedales: ya sea en materia de producción, conservación o turismo. Es necesario tener siempre presente los servicios ecosistémicos que brindan los humedales.
A diferencia de lo que es un inventario de glaciares, que es básicamente la descripción georeferencial y perimetral de los recursos, un inventario de los humedales, más que decirnos donde están, es decirnos qué servicios ecosistémicos cumplen.
En los Esteros del Iberá esto es palpable: la sequía causa la obstrucción del servicio ecosistémico, lo cual impide que se genere humedad en el suelo y en el ambiente, por lo que el sistema está más seco y provoca peores incendios.
Si vos destruís el humedal, este se vuelve infinitamente más vulnerable a cualquier incendio intencional, aún si fuese accidental, La manera de evitar que los incendios se vuelvan un paisaje permanente en estas regiones es que el estero conserve su condición de estero. Ahí necesitamos el concurso de las Provincias, ya que si ellas no ejercen un manejo de sus recursos junto con la Nación, ningún esfuerzo o ley resulta suficiente.“
¿Qué pasa con el actual debate parlamentario de la Ley de Humedales?
Desde una petición al Banco Central de la República que emita los billetes de denominación común por $ 2.000.- con la imagen de un Capibara, hasta la confección de un peluche de carpincho revolucionario, estos animales se han instalado definitivamente en el imaginario político argentino.
La ONG Guardianes del Iberá adoptó al carpincho como símbolo de su lucha para proteger la eco-región del Iberá. Son vecinos de Chavarría, Concepción del Yaguareté Corá, Corrientes Capital, Goya, Ituzaingó, Lavalle, Santa Lucía y San Miguel que formaron una organización rural y urbana, de estudiantes y profesionales, de trabajadores y desocupados. Representan al pueblo de Corrientes organizado en defensa de sus ecosistemas, fomentando la participación ciudadana y la organización local, para que sean ellos mismos los defensores de nuestros recursos naturales.
El Comando Carpincho de Corrientes convocó a una manifestación anunciando que a fines de agosto estarían “en nuestros humedales que están destruidos y amenazados exigiendo ley de humedales ya”, y pidieron que la ciudadanía los acompañe con máscaras de carpinchos o carteles.
El proyecto de Ley de Humedales se encuentra paralizado hace meses esperando la aprobación de diversas comisiones de la Cámara de Diputados para ser tratado en el recinto. Se trata de una ley clave para mitigar la crisis climática que perdió estado parlamentario a finales del año pasado.
Gracias a la incansable lucha del movimiento ambientalista, organizaciones políticas y diversos sectores de la sociedad civil, a fines de 2020 la Comisión de Recursos Naturales y Conservación del Ambiente Humano de la Cámara de Diputados aprobó un texto de mayoría con una disidencia parcial y un texto de minoría del proyecto de ley para regular y proteger los humedales en Argentina. Hasta ahora el texto se ha visto constantemente bloqueado por el lobby inmobiliario, del agronegocio y la minería en distintas comisiones, lo cual impide que pueda ser tratado en recinto.
La importancia de esta ley radica en que los humedales ocupan 600.000 km2 (el 21,5% del territorio nacional), son grandes filtros depuradores, reservorios de agua dulce y sirven para amortiguar los impactos de las lluvias. A la vez se consideran fundamentales en la lucha contra el cambio climático, en tanto almacenan más carbono que el resto de los ecosistemas.
Según el primer informe Global Wetlands Outlook (Perspectiva mundial sobre los humedales) de la Convención de Ramsar, entre 1970 y 2015 desapareció aproximadamente el 35 % de los humedales del planeta y las tasas anuales de pérdida se aceleraron a partir del año 2000.
El diputado nacional por el Frente de Todos, Leonardo Grosso, comenta que “hace un poco más de un año tuvimos un debate parlamentario muy enriquecedor que construyó una síntesis de los 11 proyectos de ley que había presentados en la Cámara de Diputados, que contó con el aval de la comunidad científica, representantes de los distintos sectores económicos que intervienen en los humedales, y de los representantes de las distintas regiones del país.
Por lo tanto, el primero de marzo vamos a volver a re-presentar el dictamen unificado que habíamos logrado en la Comisión de Recursos Naturales y Preservación del Ambiente Humano en el Congreso, para poder arrancar nuevamente la discusión de los humedales en la Cámara de Diputados pero con un escalón más arriba que es el proceso de síntesis que se había logrado en nuestra comisión.
Creo que si la política no entiende que esto tiene que salir, la militancia socioambiental va a a crecer alrededor de esto hasta lograrlo. Lo que el estado no protege el mercado lo destruye, y el último ejemplo lo vemos en Corrientes, por eso necesitamos regular las actividades sobre los humedales y protegerlos.“
Como dijo el naturalista César Massi en un reciente hilo de Twitter: “Queremos que las oposiciones a la ley sean claras y salgan de las sombras. También queremos que el estado sea claro y tome posición sobre ellas. Es la tercera vez que se cae la #LeyDeHumedalesYA. No queremos discutirla cuatro, cinco o diez veces. No queremos una discusión eterna.”
Debemos salvar a los humedales no solo por el bienestar de los carpinchos, sino para dar un paso en la dirección correcta como sociedad ante la crisis ambiental y climática en la que estamos inmersos.
Versión adaptada del texto ‘Carpinchos y humedales: una nueva causa nacional que debemos defender’, ganador de la Mención Eco Regional para la categoría Ensayo del Concurso Federal de Cultura para la Acción Ambiental 2021.
JR