Hace tiempo que sigo en Instagram a la usuaria @classicnymph. Me encanta su estética que celebra a Isabelle Adjani en la película Posesión, personajes del animé clásico como Mime, la alienígena rubia de la serie Capitán Raimar, muchas sirenas marinas, Aubrey Beardsley, art nouveau, las ninfas, el ilustrador Sergei Petrovich Lodygin o el arte textil de Adipocere. Un mundo ensoñado del universo femenino vagamente pagano. @classicnymph no solía aparecer mucho en sus posteos pero, últimamente, hace videos extraños, donde ya no solo es protagonista de fantasías etéreas, sino que habla desde el baño o se fotografía en el gimnasio de su casa. También abre con fervor cuentas paralelas, donde publica contenido personal. Se agudizó y su cuenta fue denunciada. Ella enloqueció, abriendo perfiles a veces dos o tres en un día, además de una cuenta en Patreon. Mujer grande como soy, yo no entendía bien qué pasaba. Hasta que leí uno de los comentarios. Alguien le decía: “Si seguís haciendo body checking, esto pasará”. Entendí: @classicnymph es extremadamente delgada y había empezado a exhibir su cuerpo demacrado con orgullo, a sacarse selfies, a lucir el hueso de la cadera. Su actitud es una forma de culto al cuerpo que, aunque no devela un trastorno de conducta alimentaria, se parece mucho a la “inspiración flaca” de siempre, la del inicio de Internet con Ana y Mia, la forma en que las jóvenes y mujeres llaman a la anorexia y la bulimia, con nombre de amigas y compañeras, porque consideran a su trastorno un estilo de vida que no tienen por qué cambiar, o no quieren.
Seguí investigando para saber cuán fácil era llegar a estas chicas, detectadas por los usuarios como influencers de la delgadez extrema. Y es solo cuestión de ver quién sigue a quien. Es muy fácil. Hay celebridades de años, como Eugenia Cooney, youtuber y twitcher de ya 30 años de edad, con 2 millones de seguidores. Ella hace tutoriales de maquillaje, hauls de ropa, tips de su estilo emo gótico. Desde 2015 se habla de su delgadez extrema e impresionante, y se hicieron peticiones para excluirla de YouTube. En 2019 Eugenia habló de su trastorno de conducta alimentaria en un video, le dieron un premio por ser un “ejemplo”, y ahora cayó en desgracia otra vez, porque no estaría recuperada ni en vías de. Aunque ella no habla del tema. Cuentas como la de TaraTerror, una estrella en TikTok, son confusas: ¿se trata de puro maquillaje? ¿O está glamourizando ser una chica idéntica a el cadáver de la novia de Tim Burton pero vestida como Avril Lavigne? Esta estética, que parecía olvidada junto con los emos y el fotolog, está muy viva y ahí florecen las chicas con piernas como palitos. Hay otras, como Andrea, una mexicana en recuperación, que en mi opinión le hacen bien a estos espacios: es un vlog en el que cuenta su experiencia, al mismo tiempo que revela conductas íntimas y terribles, como cuando se daba atracones, vomitaba y luego pesaba el vómito a ver si el número estaba igual, o cerca, del peso ingerido.
¿Cómo controlan las plataformas el culto a la delgadez extrema? En Meta, según fuentes consultadas, tratan de hacer mejor detección con IA, y también con apertura de teen accounts, cuentas específicas para adolescentes, donde se controla con mucha fuerza la cuestión corporal. También se trata de reducir los contenidos de dietas e insatisfacción con el cuerpo. Sucede que siempre está el problema, por supuesto, de dónde termina un influencer de dieta y empiezan los consejos para comer lo menos posible que nada tienen que ver con la salud. Y las jóvenes –porque en el caso de perder peso, aunque hay varones, son casi todas mujeres– son inteligentes y sutiles. Cuando las banean, muchas de las chicas denuncian hipocresía: “¿Acaso persiguen a las que muestran sus cuerpos con sobrepeso? ¿Eso es sano?”, gritan. Entonces entra la máxima contemporánea que dice “no se habla del cuerpo de los demás”. Y todo vuelve al primer casillero. En X, con menos controles, hay memes como el de la foto de la modelo Bella Hadid llorando y, sobre su nariz la palabra: “COMÍ”.
Hace un tiempo que, creo, ser muy flaco vuelve a estar de moda, después de pocos años de cuerpos diversos y militancia gorda. Si, me dirán, la influencer y activista gorda Agus Cabaleiro –autora del libro Te lo digo por tu bien– tiene medio millón de seguidores. Pero el auge de las curvas se ve demasiado lejos. 2024 fue el año del Ozempic y quien pudo se lanzó al pinchazo. La otra obsesión es el yoga facial especializado en papada. El odio al mentón doble es gordofobia, solo se trata de grasa. Una búsqueda en YouTube de “eliminar la papada” arroja videos con alrededor de dos millones de visitas. Son instrucciones de masajes, la mayoría, aunque también existe la liposucción submentoniana. En TikTok, la técnica tiene más de 5.000 videos: es un montón de gente retorciéndose la piel de la cara o explicando que no hay que tomar café. Un paseo por ese barrio lleva rápido a Kybella, tratamiento inyectable que reduce la grasa debajo del mentón. Se inyectan entre 20 y 50 agujas en el cuello para administrar el ácido en las bolsas de grasa y los resultados pueden tardar hasta seis semanas. Cuesta US$1.500. Por una papada, es un montón.
Vuelvo a la cuenta de @classicnymph, a ver si aún existe. Me da tristeza que su fascinación por la estética de la mujer etérea haya dejado de ser, para ella, un placer contemplativo y convertirse en un ideal de belleza personal e imposible. Ella está en crisis: abrió otra cuenta y en un día se la desactivaron. “Eso quiere decir que ustedes, mi propio público, lo están haciendo. Es una falta de respeto”. Uno de los primeros comentarios dice: “La mayoría del público está aquí porque quería ver arte y una estética. No solías mostrar tus huesos. Amaba esta página y ahora cada vez que la veo, estás promocionando tu trastorno o quejándote porque la gente no quiere verlo”. La discusión sigue. Alguien dice: “Estamos mirando cómo se destruye una chica hermosa”.
No la dejo de seguir.
ME/DTC