No por acaso el jurado del premio Formentor ha destacado la “bulliciosa inventiva” de la literatura de César Aira. Uno de los rasgos fundamentales de sus novelas es que están repletas de ideas de lo más variopintas e inopinadas. Los libros suelen arrancar con alguna ocurrencia genial (como salir por una puerta que arriba dice “Error”) y desarrollar alguna otra no menos notable a lo largo de sus páginas (como la del filósofo de la antigüedad que se vale de un ghostwriter para escribir el tratado que lo hará célebre). Pero además de estas fantasías iniciales o argumentales, a las que se suman las digamos estructurales (hay libros armados alrededor de una catarata de agua que no termina de caer, o de una telenovela que se mezcla con la realidad sin distinción de niveles), en las novelas de Aira aparecen de pronto breves ideas más o menos incoherentes respecto del argumento, deliciosos excursus.
“Quiero anotar una idea, aunque no tiene nada que ver, antes de que me la olvide —se interrumpe por ejemplo el hilo del relato en La costurera y el viento—: ¿no será que los ideogramas chinos fueron pensados originalmente para ser escritos en vidrio, para poder leerlos del otro lado? Quizás de ahí proviene todo el malentendido.”
El narrador de Cumpleaños —que en Aira siempre es y no es el propio autor— dice que tiene que anotar cada una de sus ideas porque son “tan incoherentes que si no las anoto las pierdo”, hasta que admite que en el fondo su bloc anotador “son, tematizadas, mis novelitas.”
Cuando me encuentro con alguien al que no le gusta Aira, le cito algunas ideas de sus libros y casi siempre logro que se sorprenda y prometa volver a intentarlo. Cada autor tiene su puerta de entrada y en Aira creo que las ideas son la principal, de modo que aquí va una selección de las 10 mejores del Ideario Aira que salió para su cumpleaños número setenta, también a modo de festejo por este premio que en algún punto lo es a la inventiva en general como motor de la literatura.
Zapatitos mágicos
Tienen la propiedad de ir creciendo junto con quien los usa, y nunca se gastan.
Aerosol de ida y vuelta
Especial para desodorante de ambiente: después de lanzar su chorro impalpable de vapor perfumado, al apretar el botón por segunda vez, reincorpora el aroma. De esta forma, no deja en la atmósfera ni un rastro de su perfume, todos ellos bastante infectos.
Castración en ausencia
Se logra mediante una serie bastante larga de inyecciones de penicilina aplicadas al dueño del perro, y el animal queda castrado en ausencia.
Causas heterogéneas
En base al principio de que todo está relacionado con todo, se trata de provocar un efecto activando una causa heterogénea cualquiera. Por ejemplo, si alguien sale corriendo por un pasillo, interceptarlo peinando un muñeco. No siempre resulta.
Fiesta del mono
Celebración indígena que consiste en mirar a una pequeña hembra de mono, dormida dentro de una gran jaula de varillas de mimbre colgada de una rama. La ceremonia no es más que eso: una disposición, pobre y fugaz, algo que exige el máximo de atención y la vuelve inútil. En rigor, todas las ceremonias salvajes son iguales, todas celebran una suprema falta de desenlace, y suprema porque no falta ni siquiera un desenlace: en cierto momento terminan y cada cual se marcha por donde ha venido.
Huelga
El Comité Central Confederado de la CGT, movido por el exitismo cínico de los dirigentes sindicales de Argentina, fue cierta vez más lejos que nunca y organizó por primera vez en el país, y quizás en el mundo, una huelga general un día domingo, de modo de asegurarse una paralización visible del país, y negociar el rédito político que obtuvieran.
Kafka
La célebre “Metamorfosis” de Franz Kafka en realidad fue al revés: una mañana un pacífico escarabajo se despierta en un cuerpo extraño, enorme, rosado, sin caparazón, con dos piernas, dos brazos... Un hombre. Eso es lo que quiso escribir Kafka y no lo hizo de manera literal por discreción, por ironía, por darle una vuelta de tuerca literaria. Aunque confiaba que sería entendido, nadie lo entendió nunca. Los lectores han dado siempre por sentado que Kafka pensaba, como ellos, que ser un hombre, en una familia humana, era una bendición, un regalo del cielo, y que perder esa condición era una horrible pesadilla. ¡Y dicen admirarlo -¡un genio!- cuando lo están rebajando a su propio nivel de conformistas bien pensantes!
Le petit canal
Se encuentra en el centro de Panamá capital, detrás de una fachada art déco, en un sótano al que se accede bajando una elegante pero peligrosa escalera de hierro forjado. Delgado y complicado, con esclusas y planchadas y subcanales de doble mano, tiene un agua azul a la que la iluminación fluorescente le da reflejos irreales. Se lo usa como piscina pública, pero sirve también como maqueta didáctica del otro, que queda lejos de la ciudad y es demasiado grande. Ahorra las molestias de una excursión y queda todo el beneficio de haber visto el verdadero canal. Aunque el verdadero, el original, es este. Lo construyó Ferdinand de Lesseps para convencer a los accionistas, o quizás para convencerse a sí mismo, eso nunca se sabrá.
Propagación inversa
Se da por ejemplo en un escritor que llega a los cuarenta años con catorce libros publicados, todos a sus expensas, creándose una sólida reputación en círculos restringidos que se hacen cada vez más pequeños cada día que pasa. Es como la propagación de las ondas de una piedra arrojada a un estanque, al revés. Nace entonces el fundado temor de que las ondas, en la disminución de su radio, lleguen a franquear el umbral de su transformación en punto, y la piedra salte expulsada del agua para volver a la mano del escritor que la tiró, donde quedaría como perenne objeto de contemplación, vacío de sentido.
Extraterrestres
Existen, han estado aquí y provienen de un mundo idéntico al nuestro, hasta el último detalle, hasta la última molécula, para ser exactos. Esto no tiene nada de raro, pues todos los innumerables mundos son idénticos. No hay la menor diferencia entre uno y otro. Pese a lo cual, sienten nostalgia del suyo.