Casi veinte años después de su desembarco en la política en 2003, Macri continúa siendo un líder inclasificable. A diferencia de la mayoría de los dirigentes argentinos, su historia no nació en luchas estudiantiles o gremiales ni se formó al amparo de las estructuras partidarias tradicionales. Lejos de eso, su formación tuvo lugar en las aulas de la Universidad Católica Argentina, en las empresas de su padre y durante su gestión al frente de Boca Juniors.
Desde que concluyó su período constitucional como presidente, Macri ha encontrado en los libros un vehículo privilegiado para comunicarse sin intermediarios con sus lectores. Algunos creyeron ver en Primer tiempo -el libro más vendido en la Argentina en 2021-, y ahora en Para qué, algún tipo de especulación electoral. Sin embargo, los hechos acabaron por demostrar que el propio Macri y sus textos avanzan en otra dirección, algo olvidada en nuestro país, la del debate de ideas.
Si en Primer tiempo, Macri repasaba los aciertos, errores y límites que tuvo su gestión al frente del Estado, en su nuevo libro va más allá. En esta oportunidad, narra en primera persona las distintas etapas de su trayectoria al tiempo que reflexiona sobre las características de su liderazgo y de su ejercicio del poder en los diferentes ámbitos en los que eligió actuar. Autobiográfico y reflexivo, Para qué relata cómo las diferentes experiencias que atravesó su autor fueron consolidando su propósito, surgido en el cautiverio vivido durante dos semanas en 1991, cuando fue secuestrado por una banda de ex policías y represores de la dictadura militar.
Existe un fenómeno curioso. Pese a sus muchos años de política, Macri siempre ha sido subestimado y continúa siéndolo. Por su padre, por el periodismo, por la izquierda, por la derecha, por el peronismo, por los empresarios, por la Iglesia católica, por los sindicalistas. Una y otra vez fue cuestionado por provenir de una familia rica, por haber estudiado en un colegio de élite, por su trabajo junto a su padre, por no usar el lenguaje tradicional de la política. En síntesis, por no ser como los demás políticos all’uso nostro.
Aún hoy Macri continúa siendo un outsider. Para qué demuestra que su distancia frente al sistema político sigue siendo lo suficientemente grande para irritar por igual a unos y otros. Sus saberes provienen del mundo corporativo, algo que, por desconocimiento y prejuicio, los políticos suelen rechazar de plano. Ha sido sumamente interesante para mí, descubrir cómo su obsesión por el cambio y la transformación lo fueron convirtiendo en una suerte de idealista en un contexto siempre dispuesto a poner todo de sí para preservar sus privilegios y el statu quo.
Para qué también puede ser leído como una historia de resiliencia. La capacidad de Macri para absorber y amortiguar los ataques constantes recibidos se fue transformando en una fortaleza fuera de lo común. El autor ha demostrado ser capaz de reponerse una y otra vez, después de derrotas y triunfos, a los que define como “esos dos impostores”, citando a Rudyard Kipling . A través de ese proceso de aprendizaje personal que aparece retratado en las páginas del libro nació, casi como un leit motiv, la cuestión del para qué, del propósito, de las razones por la cuales hizo lo que hizo y hace lo que hace.
Macri se considera a sí mismo como un liberal que debió gobernar en un contexto de restricciones políticas que le impidieron completar las reformas a las que aspiraba. La principal restricción, sin dudas, estuvo en el mandato recibido. ¿Era posible en 2015 emprender reformas profundas que al menos una buena parte de sus votantes no compartía? Macri considera que no y que esa fue la causa para asumir un proceso gradualista, más lento y trabajoso, que tampoco alcanzó a completarse hacia 2019.
El estrepitoso fracaso del cuarto gobierno kirchnerista, cuyos indicadores no hicieron más que empeorar los recibidos del gobierno que lo antecedió, generó las condiciones de posibilidad para una transformación mayor. Sobre estas condiciones se apoya también la renacida popularidad de las ideas liberales de la mano de los libertarios pero también de distintas figuras de Juntos por el Cambio, incluído el propio autor.
En su Para qué, Macri señala convencido que el mandato de la ciudadanía en 2023 será diferente al recibido en 2015. Las vacas sagradas del populismo habrán perdido su carácter intocable tras el descrédito del triunvirato integrado por Alberto, Cristina y Sergio. Los límites de la conversación pública se han expandido como no ocurrió en los últimos veinte años. Hablar de déficit fiscal, de reformas laborales o previsionales, de reducción del gasto público, de privatizar Aerolíneas Argentinas o de cerrar empresas públicas deficitarias ha vuelto a ser verosímil e incluso, necesario. Lo que no se pudo decir en 2015 podrá ser llevado a cabo a partir de diciembre de 2023. Pero no sólo por la voluntad de los políticos. Por el contrario, Macri sostiene que la propia sociedad será quien se ubicará a la vanguardia en materia de demanda de cambios profundos.
En este sentido, no sorprende la recepción que el libro de Macri ha tenido desde distintos sectores del oficialismo. Desde el propio Alberto Fernández, quien leyó escandalizado partes del libro alterando los textos de acuerdo a su conveniencia discursiva e inventando cosas que el libro no dice, hasta personajes del elenco estable del kirchnerismo como Aníbal Fernández, Gabriela Cerruti, Wado de Pedro o Pablo Moyano, quienes repudiaron su contenido e impugnaron a su autor sin tomarse el menor esfuerzo por argumentar.
Es comprensible que el kirchnerismo y sus voceros detesten a Macri. Para ellos, el autor de Para qué encarna su némesis. El hombre al que tantas veces subestimaron, contra quien conspiraron descaradamente durante su gobierno parece disfrutar de buena salud. Y lo que les resulta una provocación: su partido, su coalición y, sobre todo, sus ideas, están mostrando un alto grado de aceptación en una sociedad cada vez más desencantada ante el desmoronamiento populista.
Al otro lado de la grieta, en cambio, la figura de Macri va ocupando un lugar cada vez más significativo. Sólo Alem e Yrigoyen por un lado y Perón, por el otro, fueron capaces de crear partidos políticos que llevaron a sus hombres a la presidencia. El radicalismo nació en el siglo XIX, el peronismo en el XX y el PRO en el XXI. Que aquel chico que estrellaba la pelota contra la pared en su infancia durante horas y horas mientras soñaba con jugar en la primera división de Boca se haya dispuesto a contar en un libro las experiencias y aprendizajes de su vida pública es un hecho político inspirador para aquellos que esperamos el comienzo del segundo tiempo del cambio.
PA