Escribo desde el jardín del fondo de una planta baja de alquiler en Hamburgo. Llegué ayer. Vine a actuar en una película de Laura, una directora alemana que está haciendo una película en torno a la figura de Paul Zech, un alemán que vivió en Buenos Aires a principios del siglo XX. Hago de una artista plástica bilingüe y me toca tener conversaciones con un documentalista que fue profesor de ella, Gerd Roscher. Traje en mi valija un sachet de leche vacío, la jarrita plástica en la que se pone el sachet de leche, que al parecer es algo distintivamente argentino, un envase de detergente vacío, una yerba, imanes para la heladera, bolsitas de plástico de supermercado. Filmaremos en el estudio de él acá en Hamburgo como si fuera Buenos Aires. Ayer estuvimos leyendo las escenas con Laura. Leemos de uno de los libros de Zech, Michael M. irrt durch Buenos Aires, que es un diario de él en Buenos Aires. Es el libro que le dio Gerd a Laura, la directora, cuando ella se fue a estudiar cine a Buenos Aires. En la ficción, leeremos fragmentos de ese libro, conversaremos acerca de él y del cine de Gerd, que a su vez filmó en Buenos Aires. De esas capas y de algunas cosas más, estará hecha la película. Hoy a la tarde conoceré al resto del equipo. Anoche cenamos acá en el jardincito con el asistente de dirección, Philipp, que también es documentalista y habla un español perfecto y también anduvo por Argentina, Chile, Bolivia y más. Toda una trama de alemanes curiosos y aventureros que estoy a punto de descubrir.
Anteayer pasé la tarde, noche y más a bordo de un avión que cruza el Atlántico y no hay tu tía, todo ese rato que pasa el avión suspendido sobre el océano se me frunce el corazón, no puedo entender cómo es que estamos flotando en la nada. Como si estrellarse contra el suelo no fuera igual de poco deseable, pero algo de estar flotando entre cielo y mar me hace una fuga en el corazón, siento estar siendo absorbida por un agujero negro. Mi cuerpo no entiende lo que es volar, no hay modo de que me guste y no deja de ser un mal necesario o menor para llegar a ciertos sitios pero la verdad, qué artificioso que es. Es un viaje en el tiempo, este desplazamiento, llegar tan lejos tan rápido, invertir la estación. Desembarco al final del verano, después de una noche, todo lo que no es materia en mi, tarda en llegar.
La semana anterior en Buenos Aires estuvo en términos generales un poco tomada por la muerte de Silvina Luna que fue ¿actriz? ¿modelo? ¿conductora? ¿mediática? Famosa. Famosa de las famas más explosivas e insensatas, que son aquellas de los reality shows, donde encima se es famoso por uno mismo, uno mismo como personaje, famosa como Silvina Luna por tener ojos claros, ser simpática, comer dulce de leche y bailar el meneaito frente a un puñado de cámaras, y no mucho más. Ahora todxs se desgañitan con qué horror lo que se le hizo, someterla tanto a un ideal de belleza que ella sintiera que tenía que operarse, teniendo menos de 30 años. Y aún así, no oí que nadie mencionara las cuarenta cirugías que se hizo después, en la cara, que por alguna extraña razón hicieron que pareciera veinte años más grande, otra contraindicación que nadie parece haberle mencionado.
Hago un recorrido por algunos momentos de su vida mediática. El nombre del especial de Telefe sobre la vida de Silvina fue “Una luchadora de la vida”, vaya a saber cómo y contra qué luchó la pobre durante su accidentada vida, pero de que la televisión se la llevó puesta y la devoró de a bocaditos no se puede dudar. Los videos que más impresión y tristeza me dan son los más viejos, los del pasaje a esta fama absurda, de un día para el otro, entre la entrada y la salida de Gran Hermano. Ver cómo ella asume que ahora es normal firmar autógrafos con su nombre a multitudes tan solo por haber estado expuesta a cámaras en su estado natural. Ella sonríe y firma y firma y firma, nunca dice qué es todo esto que está pasando, por qué les estoy escribiendo mi nombre a esta personas en un papel, lo que valdría para cualquier autógrafo, pero cuando la fama se debe a una habilidad en particular, bueno quizás el que firma tiene una hipótesis más clara acerca de lo que puede estar pasando. Pero no es tanto en esto que quería reparar, que también porque esa jovencita que firma y sonríe con desenfreno no está desconfiando para nada, se arroja a esa multitud que la despedazará como si nada, sin ningún tipo de escudo y lo más grave, y esto sí es en lo que quería reparar, no se ve a nadie ni cerca ni lejos de ella que tenga intención de ayudarla, de cuidar, de atajarla y decir no te creas demasiado nada de todo esto porque es un juego y uno peligroso y jugálo si querés pero nunca te creas nada, ni un segundo de todo este ruido a tu alrededor, porque esta gente te va a devorar. Ella no pudo verlo, y evidentemente nadie se lo dijo.
Ahora todo el circo es en torno a esa famosa operación a la que se sometió, en la que le metieron cualquier cosa, y una vez más ella en todos los programas comentando que se encontró con un psicópata
Después hay videos con todo tipo de celebridades televisivas, en la mayoría de los casos acerca de lo único que se le pregunta es su estado civil, y ella cuenta, ofrecida, siempre todo de verdad, cuando tiene un novio está contenta y muestra anillos y fotos y dice que se va a casar. Cuando no tiene novio está triste y acaba de salir de una ruptura o dice que el amor es difícil y es realmente de locos el estupideo y la violencia mental a la que se la somete, a la que nos someten a todxs lxs que estamos viendo. El novio, la infidelidad, la tercera, el enojo, el casamiento, la esperanza, la familia, la separación y ella siempre responde y llora en cámara y dice no estoy bien, y todos siguen con sus preguntas y ella maquilladísima, se ofrece, a cada una de esas situaciones, entregada, desprovista, sin herramientas, una y otra vez, una y otra vez. Es, realmente, crónica de una muerte anunciada, cada minuto, cada imagen.
En consonancia con esto mismo, en las ficciones en las que actúa, hace siempre de mujer linda y deseable en situaciones patéticas con hombres viejos y jóvenes, aunque más viejos la verdad, que la desean y hacen complicidad con la cámara con cara de qué buena que está. El mismo conductor que la recibe cuando ella hace su entrada ¿triunfal, fatal? a la casa de Gran Hermano, una vez que pasó el auto, se refiere a ella como un caramelito, en horario central, a cámara, una repulsión. Es realmente deprimente hacer este recorrido, da la sensación de acabóse, de que todo está perdido. Después ahora todo el circo es en torno a esa famosa operación a la que se sometió, en la que le metieron cualquier cosa, y una vez más ella en todos los programas comentando que se encontró con un psicópata, ahora sí son conductoras mujeres que fingen todas estar indignadas con la situación, qué terrible lo que te hicieron, qué terrible lo que te pasó y ella que sigue sin darse cuenta y no ve psicópatas en todxs ellxs, en todos nosotrxs, en cada una de esas personas que le pidió una firma a una piba solo y solamente por haber estado en televisión.
No sé a dónde voy con todo esto, quizás lo terrible es que estuvo siempre frente a nuestros ojos y sigue estando y que si uno no hace un esfuerzo enorme para protegerse a sí mismo y a su entorno de la violencia de todo tipo y no intenta ser una misma un poco menos violenta cada vez, en todos nuestros gestos, con empatía, con compasión, realmente todo se va muy al carajo, todo, vivir.
Porque también sucede lo de Villarruel y ese acto salvaje al que convocó y que llamó “homenaje”, una reivindicación de lo imposible a saber, el mal, y siempre gente dispuesta ahí a adorar el mal, vaya a saber bajo qué convicciones o relatos, pero siempre el mal, y una se dice, ¿pero en serio? Claro lo que habría que ir asumiendo entonces es que sí hay gente adoradora del mal y del sufrimiento y de hacer daño, que hace de eso la causa de su vida.
Es que de verdad, hay que hacer un esfuerzo enorme por combatir la oscuridad y que no inunde y no se quiera imponer y realmente creo que hay que hacerlo el esfuerzo ese y combatir, desde el sitio que cada unx pueda, con amor, con paciencia, con comprensión también, y por supuesto con mucha pasión por el lado vital de la vida, que considera e integra la posibilidad de muerte y del mal por momentos también, claro, pero como error o accidente, nunca como vocación.
RP