Opinión - Panorama de las Américas

Lula siempre gana aunque nunca vuelva

1 de octubre de 2022 07:16 h

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Nunca nos imaginaríamos al boliviano Juan Evo Morales Ayma corrigiéndose de ninguno de sus antes victoriosos eslóganes, pero al brasileño Luiz Inácio Lula da Silva sí le ha tocado hacerlo con más de un antiguo lema en esta campaña presidencial que culminará en su triunfo en las elecciones generales del 2 de octubre. “Cuando yo era presidente, al pobre nunca le faltaron reales para un asadito”, dijo el candidato del Partido de los Trabajadores (PT) siempre desde su primera reelección presidencial. Cuando Alberto Fernández desafió la reelección de Mauricio Macri en Argentina en 2019, al slogan del oficialismo de entonces “La vuelta del pasado” (kirchnerista) , se oponía el oficioso “La vuelta del asado” (también kirchnerista).

Este mensaje claro, nítido, de pasada bonanza familiar dominical proletaria, con dinero en el bolsillo para una compra semanal grande en la carnicería, le ha sido reprochado, en 2022, a Lula desde el interior de su campaña. Esta vez, Lula ha encontrado un gran aliado en Marina Silva, su ex ministra del Medio Ambiente, alejada después de su gobierno, ex rival de su sucesora petista Dilma Rousseff. Hoy ese mensaje carnívoro no está en sintonía con una izquierda continental ecologista como la del colombiano Gustavo Petro o el chileno Gabriel Boric. Ni con la del electorado que su tocaya Silva aportaría. El tema del Amazonas, de la deforestación, de la ecología colocada en un primer plano, es también una novedad en el PT.

Hasta que punto esto impacta sobre la gran mayoría del electorado, es difícil de estimar. Frente al descuido de un período presidencial de la derecha conservadora en temas sociales y de Jair Bolsonaro en el poder, el nuevo PT se ha orientado a subrayar los déficits en políticas de género, políticas ambientales, devastación amazónica -ecosistema y moradores originarios-. El rédito es una apuesta. Equívoca. Si el electorado evangélico femenino no es cautivo de Bolsonaro, en esto no influye ni su antifeminismo ni sus iniciativas anti LGBTIQ+. Al revés, un Lula de mayor edad, más patriarcal, menos “imbrochável”, que no está casado con una pastoresa 'laica', favorece al PT en ese electorado (y Bolsonaro y Lula son los dos católicos). A juzgar por los tres debates presidenciales, la aprobación o desaprobación de la performance personal de Lula o Bolsonaro influye bastante menos de lo que parece. 

En cuanto a la supuesta alianza PT y el PSDB (la socialdemocracia brasileña) en el binomio presidencial, la cuestión debe relativizarse. Geraldo Alckmin fue un candidato presidencial del PSDB rival de Lula, pero integra a título cuasi-personal la fórmula. Y está a la derecha del núcleo que queda del PSDB: es católico militante, fue eduacado por el Opus Dei. Ya en la presidencial de 2018 el PSDB no pesó nada.

Todo invita a creer que dentro de Brasil, la grieta se parece menos a la que opone a CFK con Mauricio Macri en Argentina. Y se parece más a lo que hizo ganar en Ecuador a Guillermo Lasso contra Andrés Arauz, el candidato de Correa, a Gustavo Petro contra Rodolfo Hernández en Colombia, al triunfo del Rechazo en Chile, o a lo que en Bolivia dificulta un Evo Morales 2025 contra un Luis Arce bis. Los electorados quieren Estado de Bienestar, beneficios sociales, gestión razonable, pero no revolución cultural de ningún signo. 

Es un momento regional de enorme estasis 'conservadora' de lo que ya hay. Las sociedades argentina y uruguaya son las más progresistas: por eso, es posible a Javier Milei o a Revolución Federal de un lado del Plata y a Cabildo Abierto en el Uruguay morder en el 'conservadurismo progre' desde la derecha (en las noticias, en las elecciones es otra cosa). 

Lo que más ha jugado en contra de Bolsonaro es su anuncio de que desconocerá un resultado fraudulento: nada quiere menos un sector del electorado que el caos que traería esa situación. Otras cuestiones son realmente muy poco edificantes. Quien gane en Brasil, ya tiene detrás una reforma laboral y previsional cumplidas. El sistema de jubilaciones y pensiones se depuró mucho, y ejerce un peso menor sobre el presupuesto.

En las intenciones de voto, Lula arrasa. Queda el dato que querer votar e ir a votar son cuestiones diferentes. El electorado más proclive a la abstención, es el electorado de Lula: los más pobres, las mujeres, los nordestinos. Los últimos días, las lluvias han sido devastadoras en el populoso, popular estado de Rio de Janeiro.

AGB