No entregamos nuestro derecho a celebrar y manifestarnos

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El 12 de junio las fuerzas de seguridad detuvieron a 33 personas (al menos, de las que sabemos) que se encontraban en la calle, en las cercanías del Congreso de la Nación, manifestándose en contra de la ley Bases. 17 de ellas fueron excarceladas primero y otras 11 en la noche de este martes, quedando 5 aún detenidas. Mientras escribo esto, hace muy pocas horas supe que el fiscal Carlos Stornelli pidió nuevamente la detención de 14 excarceladxs. La pesadilla no termina, ni dentro ni fuera de la cárcel.

No solamente desde los accionares de la justicia se están tratando de imputar delitos muy graves a lxs manifestantes, sino también desde el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires: se marca a la mayoría de las personas detenidas bajo el concepto de “delincuentes”, haciendo referencia, entre otras cosas, a los antecedentes de algunxs de ellxs. Fueran o no reales aquellos antecedentes, no existen pruebas válidas para adjudicarles las imputaciones respectivas al 12 de junio de 2024.

La prensa fue clara al comunicar que en la manifestación hubo infiltradxs que ocasionaron disturbios, personas que prendieron fuego un patrullero y ni siquiera fueron molestadas por las fuerzas de seguridad. Las detenciones a artistas, estudiantes y vendedorxs ambulantes fueron arbitrarias e injustificadas: estrategias de un sistema de represión que busca aleccionar a la sociedad en su totalidad. 

Pienso en experiencias pasadas, durante otros gobiernos democráticos; a las pocas horas las personas detenidas eran devueltas a la libertad, no era usual que pasaran la noche en comisarías —ni en camionetas, ni en pasillos fríos, ni sin agua, como sucedió esta vez—, y mucho menos que se ordenara nuevamente su detención una vez excarceladxs. Creería —  o creía— que aún continuamos en democracia, que es nuestro derecho tanto celebrar como manifestarnos en contra de las políticas de estado saliendo a la calle, como siempre lo hicimos. El motivo de la manifestación del 12 de junio era más que suficiente. Asimismo, lo dice la historia argentina: si el Congreso tuvo que estar vallado al momento en que se discutió y votó la ley Bases fue porque la mayoría de las personas supo que se trataba de una ley que dañaría los intereses del pueblo trabajador. 

Hace unos días regresé a Alemania, donde resido. Me pregunto si yo misma hubiera sido parte de la lista. Me pregunto, también, si tendré que comunicarme con mis amigxs y familiares para que empiecen a armar su mecanismo de defensa, si la Argentina en la que están viviendo no refleja el sistema democrático que creí que aún teníamos. Me lo pregunto, lo pienso, lo medito, lo mastico, y lamento mi respuesta.

MBC/SN/DTC