A la llanura pampeana pareciera que le faltara atractivo por ese paisaje repetido de campos sembrados hacienda y montes sin final cuando en realidad esconde una vasta gama de ritmos, danzas, costumbres y colores no debidamente difundidos, quizá eso suceda porque nuestra música de raíz folklórica pareciera haber sido hegemonizada por la línea que va de Santiago del Estero a Salta y de Entre Ríos a Misiones. Pero en la llanura pampeana pasan cosas, hay música y hay historias. La música surera es un sonido inescindible de esa llanura que hasta reconoce influencias afro en algunos de sus ritmos autóctonos, es que hubo negros que dejaron sus raíces antes de ser exterminados.
Dentro de la llanura pampeana está la provincia de Buenos Aires, de un potencial económico inabordable, tanto como sus orígenes gauchos, recordando siempre que gaucho es el hombre de a caballo. No existe el gaucho de pie, solía repetir Omar Moreno Palacios, que nos ha dejado para marcharse con su cultura vaya uno a saber a qué lugar. De lo que no hay dudas es que nos deja desguarnecidos, como ese rancho despedazado por el paso del tiempo y el abandono. Una característica del canto surero es que por sobre todo es el canto del hombre solo.
Omar Moreno Palacios fue un estudioso del origen gauchesco, estudioso como pocos y hombre de cumplir al pie de la letra aquello de “lo que se dice con la pico se sostiene con el cuero”. En su casa no había zapatos porque el hombre vestía como sentía, era de alpargatas nomás. Pese a su apariencia conservadora Omar Moreno Palacios admiraba y era admirado por figuras como el Chango Farias Gómez y Raúl Carnota, alguna vez dijo
“Yo sé cuándo se empezó a perder la tradición. Muchos de los que cantan ahora son flojos, livianitos como caldo de tero. Salvo excepciones como Raúl Carnota, que enchufa la guitarra pero sabe, el resto… Es imposible construir a partir del tercer piso: se necesita siempre de la raíz, de la tierra.”
Porque tenía muy claro que había que investigar lo más profundamente posible en nuestro origen para tener cimientos sólidos que nos permitieran levantar un soberbio edificio cultural pero la muerte lo halló investigando, habrá que ver si tenemos continuadores que contribuyan a construir ese edificio.
Omar Moreno Palacios nos deja como enseñanza que bucear en el origen de la nacionalidad no es contradictorio con la vanguardia ni tampoco en que hay que cerrarse en falsos nacionalismos que se remiten sólo a la pose y la vestimenta, ahí tenemos una línea de pensamiento y por qué no de investigación. No se puede hablar de Omar Moreno Palacios sin reparar en la cultura surera porque para Omar el canto de la llanura es el canto del hombre solo. Dijo alguna vez “Podés cantar una milonga a media letra a lo sumo, pero no hay dúos sureros. El surero es el canto del hombre solo” y vaya si tenía razón, el canto surero es letra y música del peón en la soledad de su covacha con el bracero y el tabaco. La extensa obra de Omar Moreno Palacios está repleta de historias en muchos casos picaronas en torno a las relaciones de pareja, son relatos del hombre solo que debe montar a caballo para visitar a esa mujer que lo espera en otro campo, en esos relatos describe con precisión el paisaje en el que vive el gaucho.
La música de la provincia de Buenos Aires tiene mas de veinte ritmos distintos y lamentablemente muchos se han ido perdiendo, los que sobreviven son las cifras, las corraleras, los gatos, huellas, mazurcas, polcas, milongas, rancheras y valses. Y también está el estilo, que para Omar es el bolero de los fogones. Fue tajante con eso que podemos denominar frenesí festivalero, alguna vez dijo
“En Radio Nacional pasaron, en una mañana, 12 chacareras seguidas. Está postergada la música surera. Me tienen harto las chacareras con carbónico. Otro tema son los festivales, donde contrata la boletería, no importa lo que haga el artista para llenar; importa llenar.”
Justo es decir, no obstante, que en los últimos años Radio Nacional le brindó espacio para que muchos pudiéramos disfrutarlo y sentir un poco de olor a tierra mojada aún en pleno cemento ciudadano. También tuvo programas en Radio Provincia y supo ser columnista de Quique Pesoa en Radio de la Ciudad, cuando el rosarino condujo la segunda mañana entre los años 2000 y 2002. En sus programas logró llevar a la radio el clima del hombre solo en la inmensidad de la llanura, algo que es un verdadero hallazgo
Entre tantas virtudes Omar tuvo la del humor para contar el paisaje y también el talento para hacer música infantil con la flora y fauna de la provincia y también trabajó y mucho la obra de Wimpi (Arthur García Núñez, nacido en Salto allá por 1906) y entre las obras de este autor que Omar rescató podemos citar El Pucheto y El medio hermano, ambas verdaderamente desopilantes.
Se ha ido un artista de un espesor inmenso, nos deja una obra inmensa y estará en quienes lo sobrevivimos la posibilidad de tomarlo como referente y guía para construir el gran edificio de la cultura que nos sigue faltando. Vivimos un tiempo oscuro que se está llevando a varios de los mejores de los nuestros, para que Omar Moreno Palacios no quede en el olvido, para que no sea encapsulado en frías efemérides estamos los que no nos resignamos a que nos impongan el reggaetón como banda de sonido obligada.