En el país del Nomeacuerdo, doy tres pasitos y me pierdo, dicen los versos cancioneros de un tiempo pretérito, aunque posterior al de Maricastaña; esos párrafos que compuso María Elena Walsh en los años sesenta dan cuenta de la ausencia de memoria y de dirección de (algunes, muches) argentinos.
La autora es la poeta lúcida, ingeniosa y provocativa nacida en Villa Sarmiento, en 1930, quien durante la última dictadura cívico-militar escribió País Jardín de Infantes. Para mí era como una tía: ambas vivíamos en el oeste bonaerense. El territorio de su infancia cobró textura sonora con la canción Fideos finos (Voy a contarles qué había entonces en Ramos Mejía).
Quien mucho después cantó una y varias veces En el país del Nomeacuerdo fue Gabi, la nena de La Historia Oficial, la película cuya trama creó Aída Bortnik y que pone al descubierto el robo de niñeces y bebés durante la última dictadura cívico-militar.
En el país del Nomeacuerdo, doy tres pasitos y me pierdo. Un pasito para atrás y no doy ninguno más, porque ya yo me olvidé donde puse el otro pie. Esas escenas de la primera película latinoamericana en ganar un Oscar son emblemáticas, como ocurre con temas tan argentinos como la memoria y la falta de rumbo.
Reflexionaba, la creadora de Manuelita, la tortuga, durante los años de plomo del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional: “Si alguien quisiera recitar el clásico ‘Como amado en el amante / uno en otro residía..’ por los medios de difusión del País-Jardín, el celador de turno se lo prohibiría, espantado de la palabra amante, mucho más en tan ambiguo sentido”.
“Imposible alegar que esos versos los escribió el insospechable San Juan de la Cruz y se refieren a Personas de la Santísima Trinidad”, continuaba la carta. “Primero, porque el celador no suele tener cara (ni ceca). Segundo, porque el celador no repara en contextos ni significados. Tercero, porque veta palabras a la bartola, conceptos al tuntún y autores porque están en capilla”.
Hoy, mientras media o un tercio de la Argentina, intenta mirar dónde puso el otro pie, en el desconcierto de un resultado electoral tan inesperado como indiscutido, quienes creemos en el valor de la Democracia, tratamos de acomodarnos y sobreponernos al cachetazo populista, popular, la bestia pop de la ultraderecha que nos quiere hombres fuertes, valientes, protectores y proveedores; mujeres, trans, infancias y adolescentes, domesticades, sumises, pasivas. Objetos, cosas, bien guardadas en casilleros. ¿Alguien recuerda la frase “Las urnas están bien guardadas”, de Leopoldo Fortunato Galtieri?
Necesitamos re colocar nuestras emociones apelando a nuestros pequeños y grandes saberes, para preservarnos como amado en el amante.
Una nueva realidad en la producción y distribución de los poderes les exige a los Muchachos (acá se puede escuchar la grabación de la canción furor del Mundial de Qatar 2022, o su versión actualizada) admitir privilegios, responsabilizarse por sus maltratos y abusos, haciéndose hombres en un mundo cuyas grandes verdades ya no lo son. Seguimos gritando No hubo errores, no hubo excesos, son todos asesinos (o cómplices) los milicos (y civiles) del Proceso.
¿Celadores? No los necesitamos. ¿Memoria? Sí, está inscripta en nuestres cuerpas y cuerpos, las casas personales, colectivas, alternativas, que habitamos; las residencias de nuestro espíritu de lucha que nunca se fue, no es que vuelve. Está, es parte de los laureles que sean eternos, coronados de gloria vivamos, Oh juremos con gloria vivir. Aquel sentimiento de les criollas y criollos, mestizes, afrodescendientes, originaries, los que llevaron adelante el proceso independentista en 1810 y que el Himno, escrito hace más de 200 años, buscó erigir en símbolo contra la opresión colonial, un emblema de identidad.
Asfixiada por la censura, como tantes otres artistas, durante el transcurso del Mundial de Fútbol del 78, la Walsh, creadora de Como la cigarra decidió “no seguir componiendo ni cantar más en público”. El twist del Mono Liso había sido prohibido.
“Para cambiar hay que estar incómodo”, le dijo hace unas noches a su padre heterosexual, cis, blanco, une joven no binarie. “No entiendo qué es la diversidad genérica ni voy a usar el lenguaje inclusivo” le replicó él, tenso, después de un día intenso post elecciones. “Vos no entendés porque estás muy cómodo. Además, no es algo que se tenga que entender. Sencillamente, es. Lo sentís, te sale. Y usá el lenguaje que quieras”.
No creo que haya un merecimiento de la ultra derecha en esta etapa democrática, ni una sanción porque nuestras cuerpas y nuestros cuerpos se portaron mal
La extrema derecha ganó el balotaje en el país del Nomeacuerdo, el mismo del Nunca Más. Como explica el investigador Pablo Semán, coordinador del libro Está entre nosotros. ¿De dónde sale y hasta dónde puede llegar la extrema derecha que no vimos venir? (novedad de la editorial Siglo Veintiuno): “tendíamos a pensar que la Argentina estaba ‘blindada’ contra los outsiders, porque la memoria de la transición democrática y la disputa entre el peronismo y la centroderecha funcionaban como cerco sanitario”.
From the beginning, los activistas del león-gatito eran sólo varones jóvenes, rebeldes que llegaron para ocupar el espacio que dejó vacante el progresismo, una “curiosidad evanescente”, dice Semán. Habrá que esperar cómo se desenvuelve la relación entre las fuerzas.
Sin embargo, no creo que haya un merecimiento de la ultra derecha en esta etapa democrática, ni una sanción porque nuestras cuerpas y nuestros cuerpos se portaron mal. Hoy, en la sociedad, hay mucho más que el binarismo judeocristiano, la axiología del negro-blanco, el capacitismo, la gordofobia, la racialidad, el etnocidio. Está la incertidumbre frente a lo que está por venir. La fluidez y el peso articulados entre el presente y el futuro. Están los derechos como límite, el artículo 14 y el 14 bis de la Constitución, lo instituido, lo representado, los vínculos.
Como dice el historiador Pablo Hupert intentando comprender la trama compleja de la materialidad social: “Si en solidez toda relación entre dos puntos suponía un Tercero, en la segunda fluidez toda relación entre dos puntos supone más puntos, supone red”.
Escribe Magda Piñeyro, fundadora de la plataforma Stop Gordofobia, licenciada en Filosofía y máster en Teoría Feminista. Escribe en soledad, pero siempre rodeada, como todes. Es inevitable, somos seres sociales, siempre en red: Me niego rotundamente. Me niego rotondamente. Me niego redondamente./ Me niego desde lo alto y ancho de mi cuerpo/ desde mis amplias carnes, mis pulpas, mi blando tacto, me niego a irme llena de tu odio y tu desprecio, y no rebosante de mi amor y mi alegría/ así que opondré resistencia/ La única curva que no aceptaré en mí es la que se dibuja en mi cuello/ cuando miro avergonzada hacia el suelo./ Opondré resistencia./ Porque me niego a irme de cabeza gacha y no erguida. / Opondré resistencia. Porque puede que al final no venza. Pero no viviré vencida./ Opondré resistencia.
LH