Toda empresa creativa ha sido desde siempre asaltada por el fantasma de la hoja en blanco, la idea de empezar a escribir sobre la nada, desde cero. No es así con los memes de Internet. Son escrituras sobre lo escrito. Crear sobre imágenes y fragmentos robados. De programas y series de televisión, de cosas que se dicen en los medios, de cualquier lugar (incluso, y especialmente, de otros memes). Todo eso alimenta su diversidad tan desopilante. Entre robos y resignificaciones, los memes trafican sentidos desde distintas áreas de la vida social hacia otras, en este caso hacia el debate político, por lo general con efectos impensados.
Compartida de Thurston Moore, de Sonic Youth, del dibujo viral de Massa y Rossi –por Lautaro Alincastro– que homenajea la tapa del disco de la banda “Goo” de 1990. Al igual que Moore, que llamó a detener la amenaza de un “estado policial”, otros miembros de la banda estadounidense compartieron la imagen y llamaron a no votar por Javier Milei.
Dicha cualidad dialógica vuelve a los memes un gran instrumento para la discusión política. Lo hemos visto a lo largo de esta campaña que llega a su fin (la oficial terminó con la veda, pero la oficiosa que se hace en redes de manera informal continúa). La apropiación de los símbolos contrarios y su resignificación es una de las formas privilegiadas para polemizar en un ámbito discursivo donde las imágenes proliferan. No es que estas sean nuevas en la política, como demuestran las piezas generadas con inteligencia artificial que ponen a Sergio Massa en posters de distintas tradiciones estéticas de afiche de propaganda política (soviético, peronista, etc.). Es que ahora son inagotables. Aparecen por montones todos los días y circulan como nunca. Por eso los memes han sido tan importantes en esta elección.
Imágenes compartidas en Instagram en las que distintas figuras populares (Maradona, Lali Espósito y la Virgen, entre otras) pisan a la serpiente libertaria de la bandera de Gadsden. “Yo piso donde quiero” es una respuesta al lema libertario “No me pisotees” con el que usualmente se traduce el original en inglés “Don’t tread on me”.
¿Meme o fake?
Muchas veces es difícil trazar la línea entre qué es un meme y qué no lo es. En algunos casos esta es una discusión formal que interesa solamente a académicos y estudiosos del fenómeno (y que dependen de las definiciones teóricas en juego, no siempre coincidentes). En otros, la distinción se vuelve crucial para la vida pública y la circulación de información confiable.
Una de las últimas controversias alrededor de la comunicación digital de Javier Milei tuvo que ver con esto. Habiendo compartido muchas noticias falsas en el pasado, el candidato por La Libertad Avanza acusó las supuestas fake news en su contra con una placa que utiliza gráfica, claims e identidad marcaria de Presidencia de la Nación. Diversas personas públicas y usuarios en las redes señalaron la contradicción de alertar sobre noticias falsas por medio de una falsificación. El sitio Chequeado.com publicó una nota desmintiendo la veracidad de la pieza, en tanto comunicación oficial del Gobierno, y vinculándolo –mediante otra nota– con otras falsificaciones que se han vuelto moneda corriente en redes sociales, como las placas de noticias de Infobae.
Imagen que replica la gráfica de Infobae con una declaración falsa de Horacio Rodríguez Larreta, publicada por un usuario opositor en respuesta a un tweet del Jefe de Gobierno que en aquel entonces (16 de abril) todavía aspiraba a la presidencia.
Javier Milei, como hemos señalado, ha sido de los pocos referentes de la política nacional que incorporó los memes a sus comunicaciones oficiales, mientras que Sergio Massa relegó ese tipo de contenidos informales a voceros extraoficiales, cibermilitantes y cuentas de apoyo. Esta diferencia se inscribe dentro de los paradigmas en conflicto: una política amateur contra una política hiperprofesional. Una parte importante de lo que se discute en esta elección tiene que ver con eso: votar al que “no sabe hacer política porque no es como los políticos que nos trajeron hasta acá” o seguir apostando por los últimos (expresados por el más político de todos, Massa). La utilización de memes como forma de comunicación silvestre, no institucionalizada ni profesional y que además dialoga con las prácticas y sensibilidades juveniles se alinea con tal lógica.
Meme compartido por Javier Milei el 29 de septiembre sobre un fan art de Dragon Ball en el que el protagonista Goku se enfrenta él solo contra todos los villanos de la franquicia, aquí con las caras de distintas figuras de lo que se podría definir como el establishment político y periodístico (“la casta”), donde no se encuentra Mauricio Macri (pero sí Patricia Bullrich, ya que la imagen es anterior a su actual alianza con la presidenta del PRO).
Se puede argumentar entonces que la publicación de Milei donde alertaba sobre las fake news en su contra se trataba de un meme: una reutilización de imaginería disponible e intervenida con el sentido, no de falsificar un comunicado oficial de Presidencia, sino de exponer irónicamente el tipo de conducta que –según su perspectiva– debería tener el Poder Ejecutivo Nacional respecto a las supuestas difamaciones en su contra. En otras palabras, Milei está haciendo lo mismo que hacen los usuarios y ciudadanos comunes… sin responsabilidades institucionales. Está participando de un fenómeno popular.
Con esto no se busca excusar a un candidato que alimenta todo tipo de desinformaciones, como está demostrado en las infundadas advertencias de su espacio por un supuesto intento de fraude electoral en su contra. Sí se trata de advertir que la comunicación digital actual navega en un lugar complejo y ambiguo entre la veracidad y la verosimilitud. Dos cosas que deben diferenciarse.
Bromas de usuarios en redes sobre la imagen que compartió Javier Milei, supuestamente de su convocatoria masiva a su acto de cierre de campaña en la Ciudad de Córdoba y que en realidad era una foto de la Marcha del Orgullo. Lo cómico no está solo en exhibir la falsedad sino en el carácter ideológicamente opuesto del evento al que el candidato le “robó” su imagen.
Veracidad y verosimilitud
El propio Milei, intencionalmente o no (nunca se sabe), cae en esta confusión cuando desmiente como noticia falsa alegaciones sobre su persona como por ejemplo que es “antidemocrático”. Semejante aserción –que el autor de esta nota comparte– no puede ser un hecho inmediatamente contrastable y por ende noticiable (ni falsa ni verazmente); es más bien una interpretación sobre su conducta y sus valores como figura política. Es un verosímil, que ciertos públicos –seguramente muchos de sus votantes– pueden no compartir.
La mayoría de los memes políticos juegan en el campo de la verosimilitud, no de la veracidad. Simulan o ficcionalizan situaciones entre figuras de la política donde se expresan (de forma exagerada, deformada y cómica) algunos de los atributos que una parte del electorado efectivamente percibe en las personas “reales” involucradas.
Pieza que retoma una memeificación popular de la franquicia de videojuegos Mortal Kombat: una secuencia animada que repasa a los rivales derrotados y los próximos a enfrentar, en este caso por Mauricio Macri dentro de su propio sistema de alianzas políticas (con la excepción cómica de Lionel Scaloni).
En la pieza anterior, por ejemplo, vemos más allá del chiste de “Macri Mufa” que fue común en el inicio del Mundial de Qatar (y que revivió a partir de su elogio a Lionel Scaloni seguido por la derrota contra Uruguay en el partido del jueves) una descripción compleja sobre el sistema político antiperonista: 1. Que este lo dirige Mauricio Macri, 2. que él mismo lo va fagocitando o destruyendo, pasando por cada uno de sus aliados en las distintas etapas de la elección: primero Larreta en las PASO, luego Bullrich en las Generales (todos derrotados por la supuesta mala conducción de Macri) y 3., finalmente, que este mismo destino le espera el domingo a Javier Milei, producto de su alianza con el ex presidente. Desde luego, una caracterización verosímil para votantes que no se identifican con estas figuras políticas.
Las “visitas mortales” de Mauricio Macri, ante su expresión final de apoyo a Milei, antes de la veda. La pieza expresa la misma idea política que el meme de Mortal Kombat: responsabiliza a Macri de la caída de sus dos aliados, Larreta y Bullrich y augura el mismo destino para Milei.
El chad y el llorón
Los memes proveen una matriz simbólica muy eficaz en la que distintos usuarios pueden con facilidad introducir mínimos elementos que ayudan a anclar ese sentido general a un caso específico, como el de la realidad política. En esta campaña, los usuarios que trabajaron para potenciar a Massa y volverlo más atractivo para el electorado progresista, utilizaron muchos memes con este propósito.
Quizás uno de los más notables ha sido el meme “Yes Chad”. Este consiste en dos paneles, donde un personaje (por lo general alguna versión de Wojak llorón, que expresa una gestualidad de enojo e impotencia ante una realidad que no puede cambiar) es tranquilamente rebatido (en pocas palabras, como “yes”) en sus argumentos por su viril y calmado interlocutor.
El debate presidencial dejó, entre otras cosas, imágenes y expresiones que fueron insumo de nuevas producciones meméticas a partir de las cuales los colectivos políticos enfrentados siguieron disputando, en este último tramo de la elección, la verosimilitud sobre sus candidatos de preferencia. Una de las más notables fue la publicación de la periodista Flor Alcaraz que, luego de varios meses de reelaboraciones del meme del Chad Massa, le dio un fuerte sustento visual, como si le confirmara a los usuarios con aversión hacia Milei que los candidatos son efectivamente así: un llorón impotente contra un líder seguro e inconmovible ante la agresión de su adversario. Los elementos posturales y gestuales que en el meme original condensan la caracterización moral de los dos personajes (el necio que insiste en el error y el que está tranquilo porque sabe la verdad) se asemejan –en el frame– a los de ambos candidatos, con la misma disposición de izquierda a derecha (Milei/Wojak llorón y Massa/Chad), potenciando el efecto cómico y la verosimilitud (por lo general intrínsecamente relacionados: uno se ríe porque reconoce una verdad expresada en la imagen).
¿Valen más que mil palabras?
La proliferación de imágenes (y entre ellas, de memes) ha sido un elemento central en la discusión pública de cara a esta elección. La imagen tiene la virtud de ser un vector de transmisión de sentido inmediato, es decir, sin la mediación de las palabras. Una imagen, en apariencia, es lo evidente: aquello que nadie te tiene que explicar, porque habla por sí solo.
Lecturas sobre las imágenes de Milei en la Asamblea Legislativa que oficializó las dos fórmulas de cara al balotaje.
Lo que a menudo no se ve en las imágenes son las tramas invisibles que las unen a los discursos e ideas que traemos con nosotros, que nos atraviesan como colectivos sociales y políticos, sobre las cuales interpretamos eso tan evidente que nos parece que no necesita interpretación. Vemos lo que queremos (o lo que podemos) ver. Eso es lo interesante de los memes, en mi opinión. Cómo se apoyan en lo que nos es conocido y transfieren su verosimilitud a lo que a mucha gente le cuesta más definir, en este caso las posiciones incómodas de una decisión política tan difícil como crucial.
El domingo se termina esta elección tan desbordada de memes e intensidades. Cuando bajen los fervores (sean como sean, dependerán de los resultados) habrá mucho para reflexionar sobre el rol y los efectos que tuvieron en ella los memes de Internet, estas humildes e ingeniosas armas de propagación de ideas que se dio la ciudadanía para intervenir en una discusión que las instituciones ya no pueden abarcar por sí solas.
Fue un placer poder seguirlo, semana a semana, en este espacio. Gracias por leer.
NC/DTC