Aziz Abu Sarah sabe cómo se siente estar atrincherado en los propios puntos de vista al punto de que ceder un ápice, incluso reconocer el sufrimiento de otra persona, se viva como una traición. Y ahora este activista palestino por la paz, que trabaja para que musulmanes y judíos estadounidenses escuchen los puntos de vista de los demás, ve el problema por todas partes.
“Tengo amigos que son judíos estadounidenses y amigos que son árabes estadounidenses, y ambos sólo sienten el dolor de una parte e ignoran por completo a la otra. Incluso algunas personas que no están directamente relacionadas con ninguno de los dos bandos han decidido ser duros con uno u otro”, afirmó.
Cada una de las partes en la última ronda del conflicto palestino-israelí en Oriente Próximo está impulsando con fuerza su narrativa en Estados Unidos.
Grupos proisraelíes bien financiados se esfuerzan por mantener el foco de atención en los 1400 israelíes muertos y más de 200 secuestrados por Hamás en su ataque transfronterizo de hace tres semanas. Carteles electrónicos con los rostros de los israelíes muertos y desaparecidos pueblan las calles de Nueva York y otras ciudades.
Grupos como el Comité Judío Estadounidense (AJC, por sus siglas en inglés) también intentan desacreditar el debate sobre el contexto más amplio de ocupación y opresión, incluida la limpieza étnica en curso en Cisjordania, por considerar que funciona como una justificación del ataque de Hamás. Retratan la escalada de bombardeos israelíes sobre Gaza como una respuesta necesaria y razonable, incluso cuando el número de civiles palestinos muertos se cuenta por miles.
El historiador israelí Yuval Noah Harari y el célebre novelista israelí David Grossman fueron algunos de los que criticaron a los progresistas estadounidenses y europeos
El AJC fue uno de los que se declararon “conmocionados” por la declaración del secretario general de la ONU, António Guterres, de que el ataque “no se produjo en el vacío” y de que “el pueblo palestino lleva 56 años sometido a una ocupación asfixiante”.
Por otro lado, algunos partidarios de los palestinos celebraron la incursión transfronteriza como un acto legítimo de resistencia contra Israel, al tiempo que restaban importancia o negaban la brutal matanza de civiles, incluidos niños.
El historiador israelí Yuval Noah Harari y el célebre novelista israelí David Grossman fueron algunos de los que criticaron a los progresistas estadounidenses y europeos, denunciando su “extrema insensibilidad moral e imprudencia política” por atribuir toda la responsabilidad del ataque de Hamás a Israel sin condenar los asesinatos y, en algunos casos, incluso justificándolos.
Muchos otros palestinos estadounidenses y sus aliados han evitado hablar del ataque, por temor a que el reconocimiento de los crímenes de Hamás se interprete como un respaldo al ataque militar israelí contra Gaza.
El resultado es que los estadounidenses de ambos bandos no sólo han tenido dificultades para reconocer el sufrimiento del otro bando, sino también para reconocer el daño perpetrado por el propio
Abu Sarah dijo que se enfrentó a opiniones arraigadas al tratar de hablar de una mujer secuestrada por Hamás y de personas muertas en el bombardeo israelí de Gaza.
“Conozco a Vivian Silver, que en estos momentos suponemos que está secuestrada en Gaza. Es alguien con quien trabajé. Si escribo sobre ella, recibiré mensajes de algunos de mis amigos musulmanes o árabes que se enfadan y me dicen: '¿No ves lo que está pasando en Gaza? Si publico algo sobre alguien que fue asesinado en Gaza, recibo mensajes locos de rabia como: 'No, ahora mismo sólo tienes que preocuparte por lo que Hamás le hizo a Israel, y ¿cómo puedes hablar de esto? Esto apoya a Hamás'. Literalmente. Es muy duro”.
Abu Sarah, que creció en Cisjordania, recorrió su propio camino desde los tiempos en que lanzaba piedras a soldados israelíes. En el pasado vio morir a su hermano a causa de lesiones internas que, según la familia, fueron el resultado de torturas mientras estaba detenido sin juicio en una prisión israelí.
“Cuando estaba en el secundario y había atentados suicidas, algunos de mis compañeros decían: 'Yo también estoy a favor de la resistencia, incluso de la resistencia armada, pero los atentados suicidas no son resistencia armada, están matando niños, están matando mujeres, y no deberíamos hacer eso'. Otros decían: 'No, tenemos derecho a hacer lo que podamos'”, afirmó.
“Al crecer, tenía esta forma de pensar. Si simpatizo con algo israelí, con algo judío, entonces estoy aceptando toda esta ocupación. Me llevó mucho tiempo comprender que puedo ser comprensivo, puedo entender el dolor, puedo hablar en contra de nuestra propia violencia y al mismo tiempo hablar en contra de la ocupación y hablar en contra de la violencia israelí. No son mutuamente excluyentes”.
Algunos palestinos estadounidenses afirman que se les aplica una doble vara al pedirles que condenen a Hamás antes de permitirles hablar sobre los bombardeos de Gaza
Abu Sarah dijo que no tenía dudas en condenar el atentado de Hamás, pero que entendía por qué otros dudaban.
“Lo que hizo Hamás fue horrible. Personalmente no tengo ningún pudor en decirlo, pero entiendo por qué otra gente sí”, afirmó.
Abu Sarah dijo que a algunos palestinos les costaba creer que Hamás hubiera cometido crímenes tan terribles contra civiles israelíes, a pesar de que el grupo tiene un historial de atentados suicidas y asesinatos de no combatientes.
“La otra parte es que si reconozco que Hamás hizo esto, ¿estoy justificando lo que Israel está haciendo en Gaza? Si digo que fue horrible, que es absolutamente inaceptable, ¿estoy diciendo que la respuesta de Israel está bien?”, afirmó.
Algunos palestinos estadounidenses afirman que se les aplica una doble vara al pedirles que condenen a Hamás antes de permitirles hablar sobre los bombardeos de Gaza. Dicen que no se espera que los estadounidenses judíos condenen la ocupación antes de hablar de las muertes de israelíes.
El aluvión de desinformación y propaganda no ayuda al debate. Abu Sarah afirma que dedica mucho tiempo a rebatir afirmaciones falsas, como un vídeo difundido en las redes sociales en el que supuestamente se veía a un miembro de Hamás diciéndole a otro que violara a una mujer durante el atentado del 7 de octubre.
“Estoy escuchando en árabe y eso no es lo que dijo. No niego que hayamos visto cosas similares, pero no es lo que dice. Así que le envié un mensaje a mi amigo diciéndole que eso no es cierto. Su respuesta fue: 'Bueno, estoy seguro de que algo así sucedió, así que no importa si es verdad'”, dijo.
“Así que tengo la sensación de que tengo que defender a mi pueblo o al bando que creo que tiene razón, aunque sea mentira. Es una especie de tribalismo”.
El debate sobre la crisis de Gaza está poniendo a prueba incluso a grupos creados para fomentar el diálogo, como la Hermandad de Salaam Shalom, que trabaja para crear un mayor entendimiento entre judíos y musulmanes, con más de 100 sucursales y miles de miembros en todo Estados Unidos.
La Hermandad emitió un comunicado en el que denunciaba “el atroz asesinato y la toma de rehenes de civiles inocentes por parte de los terroristas de Hamás”.
“Como hermandad de mujeres judías y musulmanas, sostenemos múltiples verdades en cada momento. Podemos reconocer que asesinar a civiles es un crimen de guerra y que disparar misiles contra civiles también lo es”.
“Es posible que reconozcamos que los palestinos no son Hamás y que los ciudadanos israelíes no son su gobierno. Es posible que lloremos a nuestros muertos y a todos los perdidos en este horrible ciclo de violencia. Y recordar que la violencia siempre se responderá con más violencia”.
Pero resulta que es más fácil decirlo que hacerlo cuando el debate va más allá de la condena de la matanza.
La presidenta de la junta de la Hermandad, Roberta Elliott, es judía y vivió unos años en Israel. Describió su conmoción por el ataque transfronterizo de Hamás como por el 11 de septiembre.
“En los círculos en los que me muevo en Estados Unidos, cada uno de nosotros conoce a alguien que ha sido asesinado o tomado como rehén, así que me toca muy de cerca. También soy hija de un superviviente del Holocausto”, dijo.
“Vivo en una especie de burbuja judía y musulmana. Mis amigos más cercanos son musulmanes y en general todo el mundo se mostró totalmente empático y también en el mismo estado de shock que la comunidad judía. Así que al principio no tuve ningún problema con que alguien dijera algo desagradable o que no estuviera totalmente en la misma frecuencia que yo”.
Luego vino la difícil cuestión de hablar de temas más amplios, como la ocupación y cómo el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ayudó a mantener a Hamás en el poder.
Elliott dijo que estaba en una conferencia telefónica con judíos estadounidenses de ideas afines comprometidos con una resolución pacífica del conflicto. Una mujer se quejó de que “todo el mundo busca contexto en esta situación, que todo el mundo quiere decir ‘Hamás mató a 1.400 personas, pero mira lo que los israelíes han hecho a los palestinos durante años’”.
Elliott escuchó cómo la mujer decía que se habría considerado racista buscar contexto en el asesinato policial de George Floyd discutiendo si los agentes tenían miedo debido a los altos índices de delincuencia en las comunidades negras.
Elliott también tuvo problemas con el encuadre.
“Lo único sobre lo que tuve conversaciones con mis compañeros musulmanes fue sobre el contexto. Decían: 'sí, lo que hizo Hamás fue absolutamente terrible, pero hay que verlo en el contexto de la ocupación'. Yo, más que la mayoría de la gente, no podría estar más de acuerdo con eso. La ocupación ha hecho cosas horribles a los palestinos y, francamente, cosas horribles a los israelíes. No deberíamos ser ocupantes después de lo que nos ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial”, afirmó.
“Pero hay una línea muy fina en toda esta cuestión del contexto con la que me identifico. Todo el mundo exige contexto aquí, pero en otras situaciones, exigir contexto es ser racista”.
La Hermandad exige a sus integrantes que se escuchen unas a otras sin cuestionarse ni discutir, de modo que se acepte el punto de vista de cada persona tal y como es. La cofundadora del grupo, Atiya Aftab, abogada musulmana, dijo que eso puede ser un desafío.
“Existe la idea de que si yo, como musulmán, me siento a la mesa con un sionista, estoy 'normalizando las relaciones'. Así que incluso sentar a los musulmanes a la mesa es un desafío, porque el diálogo judeo-musulmán a menudo se ve sólo dentro de la actual situación geopolítica contemporánea, que es Israel-Palestina”, dijo.
“Una vez sentados a la mesa, el segundo desafío es dialogar sobre temas difíciles. Empezamos centrándonos en el hecho de que musulmanes y judíos mantienen una relación desde hace más de 1.400 años. Construyamos a partir de ahí. Hablemos de nuestros puntos en común”.
Aftab dijo que estaba orgullosa de los musulmanes del grupo porque “condenaban categóricamente” la matanza de civiles por Hamás. Pero dijo que el diálogo sólo había llegado hasta cierto punto.
“Creo que el reto consiste realmente en reconocer si este nivel de respuesta violenta es apropiado o no, en admitir o no que se trata de un genocidio. Creo que el reto es reconocer algunas de estas cosas”, afirmó.
“El lenguaje que dice que la respuesta en Gaza es equivocada es tibio. No utilizan el lenguaje del genocidio o de la escalada inadecuada. Esos términos son mucho más difíciles de oír y ése es el desafío del diálogo. Creo que la gente siente que no puedo criticar a los míos, que estoy siendo desleal”.
Aftab dijo que incluso dentro de una organización dedicada a escuchar, algunas personas son incapaces de oír otro punto de vista en las circunstancias actuales.
“Veo que la gente se aleja porque creo que es un tema muy difícil de conversar, porque es muy emocional. Es una pena, pero entiendo que a veces la gente necesite alejarse. Tenemos que cuidar nuestra propia salud mental, tenemos que cuidar de nosotros mismos”, dijo.
Traducción: Santiago Armando