Cuando empecé mi recorrido en busca de información sobre el activismo gordo, es decir sobre las militancias que luchan por despatologizar los cuerpos, erradicar la gordofobia y cambiar, en definitiva, el pensamiento generalizado sobre la diversidad corporal humana, intenté encontrar en el campo clínico y en el área de la investigación de la nutrición y la medicina enfoques que se alinearan con esta nueva mirada no normativa. No fue fácil. Hasta donde pude averiguar, en las universidades argentinas y en los centros académicos de todo el mundo, públicos y privados, la gordura está considerada una enfermedad, llámese sobrepeso u obesidad. Esa visión está instalada desde hace décadas, ¡siglos! y domina todo y empaña la posibilidad de cualquier alternativa. Pero no por completo. Hay opciones.
No se puede pensar la racionalidad científica, una de tantas, por fuera de los intereses económicos. Como no hay una única verdad, me gusta insistir en la búsqueda de otras maneras de encarar el tema. El lector, decidirá.
Tuve que viajar (imaginariamente) a México para encontrar en las redes a Raquel Lobatón Shabot, licenciada en nutrición y ciencia de los alimentos por la Universidad Iberoamericana de su país, docente y diplomada en diagnóstico y tratamiento multidisciplinario en los trastornos de la alimentación, diplomada también en interdisciplinas cognitivo conductuales, educadora en diabetes en la Universidad Nacional Autónoma de México, diplomada en nutrición deportiva en Sports Med Guadalajara y certificada como Body Trust Provider.
Además de los numerosos títulos que figuran en su CV, en plena pandemia Raquel creó y protagoniza el podcast Nutrición Incluyente, un concepto que abraza la idea de que la alimentación debe estar ligada al disfrute, al placer y a la convivencia con los seres amados, y alejada de la culpa, la vergüenza y la restricción.
Además de atender consultas en las que proporciona orientación alimentaria y terapia nutricional, imparte cursos, conferencias y talleres en el área de nutrición incluyente, confianza corporal y alimentación intuitiva, enseña en la licenciatura en nutrición en el Instituto tecnológico de Monterrey, y es una de las creadoras y mentoras en la certificación en Alimentación Respetuosa y Liberación Corporal por Nutriológicas.
“Trabajo bajo la filosofía de HAES, Salud en todas las Tallas”, me cuenta. “Creo que la diversidad corporal nos enriquece y que todos los cuerpos merecen los mismos derechos. Y que al hablar de salud es imperativo hablar de desigualdad, discriminación, pobreza y justicia social”, advierte.
“Mi trabajo está encaminado a que personas de cualquier edad puedan sanar su relación con su cuerpo y con la comida”, señala, “emprendiendo un camino en el que los hábitos que decidan modificar estén orientados a un bienestar físico y emocional que no esté relacionado con un cierto tamaño o un número en la balanza”.
Lobatón también forma parte de un sólido activismo por la diversidad corporal y por el reclamo de un mundo más justo donde todos los cuerpos sean tratados con el mismo respeto, independientemente de su peso, género, orientación sexual, etnia, edad o capacidades.
La nutrición incluyente es su marca registrada que aborda la salud en todas las medidas, partiendo de la existencia de la diversidad corporal. La alimentación intuitiva es un modelo creado por nutricionistas estadounidenses en los años 60, con la intención de ayudar a la gente a salir de la cultura de dietas y reconectarse con su cuerpo, bajo la idea de que no necesitamos reglas de alimentación para comer y que tenemos la capacidad de autorregularnos.
Raquel es contundente: “Las dietan fracasan”. Y esta no es sólo su opinión, sino que “está demostrado, con evidencia científica, que el 95 por ciento de las personas que pierden peso lo recuperan. Y que dos terceras partes de ellas suben más que lo que habían bajado”. Estas afirmaciones están documentadas. “Hasta la fecha no existe una sola intervención que haya demostrado que se puede perder peso y mantenerlo”, asegura la especialista.
¿Por qué el fracaso suele ser el destino de las ingestas restringidas? Lobatón Lo responde así: “Las dietas son estados de subalimentación, en las que se les da de comer al cuerpo menos de lo que requiere y estos estados llevan a un peso menor al que al cuerpo le corresponde. Es una situación insostenible porque nadie puede vivir comiendo menos de lo que necesita. En el momento en que la persona deja la restricción (porque nadie puede vivir de esa manera injusta que atenta contra nuestro derecho humano básico que es comer lo suficiente), el cuerpo hace todo lo posible por regresar al estado anterior, con la intención de protegerse por si volviera a existir un estado de hambruna. No distingue entre una dieta por un mandato estético y un estado de hambruna por una guerra. Para él, la dieta es un estado de alerta o de peligro donde el alimento es escaso, insuficiente, y hará todo lo posible por resistir la pérdida y por regresar a su peso una vez que la hambruna termine.
Raquel Lobatón Shalom considera “triste”, que gran parte de lo que aprendió sobre talles y alimentación intuitiva fue en redes sociales. “Digo que es triste porque a nivel de las formaciones oficiales en nutrición, medicina, foros y congresos, jamás escuché que se enfoquen en la salud y los derechos de los cuerpos”.
Pero no todo es negativo: “Cada vez hay más espacios académicos que lo hablan, aunque por ahora son pocos. De hecho, en estos días la escuela de medicina de Harvard dará un curso online sobre salud en todas las tallas y eso es maravilloso”, se esperanza.
Para ella que un cuerpo gordo deba cambiar es “como decir que un cuerpo flaco o uno alto deben dejar de serlo. Los cuerpos son, no debe haber imperativos morales sobre ellos. Esos mandatos son violentos. Los cuerpos existen, no tenemos el control sobre su forma y tamaño, debemos respetarlos. Dejemos a la gente vivir en paz con el cuerpo que tiene. Si el tamaño fuera una elección todo el mundo sería delgado porque nadie quiere ser gordo en un mundo gordofóbico como el que vivimos”.
Es difícil que alguien esté en desacuerdo con que la salud va mucho más allá de lo metabólico, bioquímico y fisiológico. Abarca además el estado mental, social y emocional de las personas. En ese sentido, Lobatón considera que “la cultura de dietas ha dañado, porque una cosa es decir que un problema está asociado al peso y otra muy distinta que éste es la causa de una enfermedad. Sé que es un tema muy complejo pero la ciencia está creada por hombres conservadores y que vivimos en países gordofóbicos”.
La interrogo sobre la difusión de dietas y formas de comer para adelgazar en programas televisivos, podcast, publicaciones gráficas y aplicaciones en pantallas. “La cultura de dietas está completamente normalizada y pareciera que es algo saludable porque la industria de la dieta es mutimillonaria y genera 250 mil millones de dólares anuales de ganancia, por lo tanto es un súper negocio con una narrativa dominante que dice que hacer dieta es saludable, adecuado y normal. Por otra parte, esas informaciones están sobre todo dirigidas a las mujeres que en esta sociedad patriarcal somos consideradas objetos, nos presionan para controlar nuestros cuerpos”.
Pero, para Lobatón, ¿hay o no personas con sobrepeso? Esa palabra, dice, “es estigmatizante, considerar que alguien tiene sobrepeso es equivalente a decir que alguien alto, de más de un metro setenta, tiene sobre estatura. ¿Quién tiene la capacidad para decir cuál es el peso o la altura adecuados para cada uno? La categoría es arbitraria a partir de un indicador obsoleto que es el índice de masa corporal, creado por un matemático estadístico no médico en el siglo XIX. Sus fines eran racistas porque buscaba las características de un ser humano ideal y utilizó hombres blancos y europeos para hacer sus mediciones y crear la fórmula. Luego, surgió la industria de los seguros estadounidenses que hizo puntos de corte caprichosos para determinar el peso ‘normal’. Por arriba de él, se consideró sobrepeso, una categoría que sólo pretende clasificar en jerarquías, como si hubiera unos cuerpos mejores que otros”. Entonces, ni peso ni estatura son guías de salud. “Una persona no es estática, es una complejidad. No estamos sanos o enfermos, sino que cursamos episodios de salud o de enfermedad durante nuestra vida. Hay personas flacas con enfermedades crónicas y hay personas gordas que no las tienen. Todo lo que pienses a partir de un dato como el peso es fruto de los prejuicios”, afirma Raquel.
Para la nutrición incluyente, ¿existe una forma correcta de comer?
Dice Lobatón: “Por supuesto que no, el ser humano está diseñado para comer de forma flexible. Somos 7 mil millones de habitantes en el mundo con diferentes patrones de alimentación y nadie tiene la autoridad para decir qué es comer bien. Los estándares alimentarios son distintos a lo largo y ancho del planeta”.
El camino para la transformación es muy lento, pero “hay cada vez más especialistas incluyentes que no se centran en el peso, sobre todo mujeres porque han sido más violentadas que los hombres por la cultura de la dieta. La gente empieza a abrir los ojos y a romper paradigmas. Somos pocos pero confío en que cada vez seremos más. Hay que lucha contra corriente, cambiar la mirada de la gente que ha pasado tantos años de su vida intentando modificar su cuerpo sin lograr el resultado que esperaba”.
LH