Un logline es un texto que resume una idea completa, por lo general en treinta y cinco palabras, en el que queda claro quién es el protagonista y su objetivo, la lucha que tiene contra la fuerza antagonista y lo que está en juego. Por lo general no cuenta el final de la historia. Cuando existían los videoclubes, era lo que leíamos al dar vuelta la caja del video para saber de qué iba la película. Suele ser mucho más sintético que las contratapas de los libros que –como escribió Aira– a veces pueden ser una tapa en contra.
Victoria me cuenta que encontró en un cajón de su ropero un pañuelo largo, de cuello, amarillo, que ella amaba y que había perdido hace muchos años en otra casa. Me dice, muy suelta, que de alguna manera el pañuelo se las arregló para llegar hasta su nueva casa, hasta su nueva vida. Hay algo en el pensamiento mágico del trayecto secreto del pañuelo, del animismo que lo implica, que está en las grandes tensiones de los buenos relatos.
A mí me hizo pensar en una media que perdí de manera insólita. Compré el par de medias en Lima, Perú, hace varios años. Eran tres pares en realidad, soquetes, de toalla, lo que las hacía muy cómodas y tal vez algo calurosas. Las medias eran rayadas –una con rayas azules, otra rojas y otra verdes– y cada vez que alguien me las veía puesta me decía: “Qué buenas que están esas medias”. Hace poco llevé las de rayas azules puestas a un programa de streaming en el que los que participábamos nos sacábamos los zapatos –como suele pasar en las casas japonesas y en los de la gente zen de Palermo– y hablábamos en medias.
Cuando volví las dejé en el canasto donde tiro la ropa sucia y al otro día las lavé junto a otras prendas. Cuando abrí el lavarropas para poner todo a secar, del par azul sólo había una media. Pensé que podía haber quedado adentro del lavarropas, escondida, pero no estaba. Tampoco estaba debajo del canasto de la ropa. Se me ocurrió que quizá no había puesto los dos pares y que las había lavado en una primera tanda, separadas, y fui a comprobarlo al cajón donde tengo las medias. No estaba. Se me ocurrió que quizá se me había entremezclado con la otra ropa que había lavado antes y revisé prenda por prenda para saber si estaba enroscada en alguno de esos pliegues lezamianos, pero no. Me puse a pensar el trayecto que hice esa noche del bendito programa. No me detuve en ningún lado, no me saqué las medias hasta llegar a casa, tarde. No podía haber salido de mi casa el par que faltaba. Fui a los bolsos que uso para nadar o ir a karate. Estaban vacíos.
Rupert Sheldrake en su libro Siete experimentos que pueden cambiar el mundo, reflexiona sobre las migraciones de los animales, se pregunta qué mecanismo hace que las palomas vuelvan a casa desde lugares remotos. “¿Cómo saben los animales migradores adónde deben ir? En el caso de las aves, la hipótesis más popular es que se orientan por las estrellas y tal vez son exquisitamente sensibles al campo gravitacional de la Tierra. Se supone además que poseen un programa innato, completado con su mapa del firmamento y acaso también con un mapa magnético que dirige el proceso migrador”.
Se me ocurrió que, tal vez, la media ya no soportaba a la otra media. Que varios años juntas había desgastado su vínculo y que de alguna manera una de ellas consiguió la forma de huir. Sin embargo, pensando en lo que pasó con el pañuelo de Victoria, sigo esperando el momento en que la media vuelva a aparecer en el lugar más insólito de la casa, de la forma más extraña. Logline: una mujer y un hombre, de manera sorpresiva, encuentran una prenda que no les pertenece en el Laverap adonde llevan su ropa. Se conocen por este hecho fortuito y su historia de amor va a estar signada por este misterio.
Vuelvo a ver Match Point, de Woody Allen. Narra la historia de un tenista que se obsesiona con la prometida de su amigo al que le da clases de tenis. El tenista se casa con la hermana de su amigo y entra en una familia poderosa que le da casa y un trabajo soñado. La prometida de su amigo es una mujer inquietante, sofisticada, misteriosa. El tenista empieza un romance secreto con ella y cuando ella se obsesiona con él y se embaraza, él decide matarla para no tener que romper la relación más tradicional que tiene con la hermana de su amigo y perder todo lo que posee. Posible logline: el personaje de la amante –Scarlett Johansson– que es al principio inestable y poderoso, termina siendo estable y funcional a la trama. Por eso, el tenista decide matarla.
Mi amigo Toto acaba de llegar de Córdoba y está sentado a mi lado. Me cuenta que en el viaje desde las sierras que emprendió en el día de ayer, una mujer mayor, en el micro, estaba imparable, contándole a todo el mundo que había estado en Córdoba visitando a su hijo que ama. La mujer sacaba fotos del hijo y se las mostraba a todo el micro. Saltaba como un colibrí de asiento en asiento. Finalmente, se sentó en la parte trasera con un cura que estaba viajando y le pidió que la confesara, poniéndose a llorar. Toto, para tratar de dormirse, se puso a leer un cuento de un libro de John Cheever –Clementine– y se tomó una pastilla inductora del sueño de venta libre en España: Dormiline. Logline: un joven viaja en un micro desde un lejano país, se toma una pastilla porque no soporta el escándalo que está haciendo una mujer en el micro contándole a todo el mundo el amor por su hijo. Cae en un sueño pesado y cuando se despierta, se da cuenta que la mujer no existe, que el cura no existe, y que tiene en la mano una media azul. ¿De dónde salió?
FC