Opinión

¿Simpatía por el Diablo?

30 de abril de 2023 14:54 h

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¿A título de qué tanta preocupación por la tesorería de Independiente? Llama la atención en estas horas el interés de un grupo de comunicadores sobre la trazabilidad y transparencia de la colecta que organizó el influencer Santiago Maratea para rescatar de la quiebra al club de Avellaneda. ¿Simpatía por el diablo? No parece.

El denominador común de estas expresiones es el profundo desconocimiento de la historia reciente del club. Embriagados por el asco a todo lo que huela a Mauricio Macri y el Pro, insinúan que la recaudación que produzca la colecta está destinada a “salvarles el pellejo” a las actuales autoridades del club, Grindetti, su presidente, Ritondo y compañía, como dijo en este diario mi admirado Juan Becerra.

Otras de estas voces son las mismas que durante la reciente campaña electoral en el club acusaban a esos mismos dirigentes de terminar con el modelo de asociación civil y encaminar a Independiente a un gerenciamiento, una figura que interesó a Macri cuando presidía a Boca. ¿En qué quedamos? ¿Privatizadores o juntamos limosna?

Los hinchas de Independiente hicimos en diciembre tres horas de cola para elegir a las nuevas autoridades del club. Votaron 16.000 personas, una de las cifras de concurrencia más altas de la historia entre los clubes de fútbol. La lista que triunfó obtuvo más del 70 por ciento de los votos.

Muchachos, lo que fuimos hacer ese día los socios de Independiente no fue encaramar en el club a un banda privatizadora: fuimos a echar a los Moyano, que buscaban apropiarse del club y terminaron poniéndonos de rodillas.

No puedo asegurar que los Moyano, Maldonado y otros dirigentes que se filtran en todas las comisiones directivas del Independiente de las últimas dos décadas se hayan robado 20 millones de dólares, la cifra que más o menos debe hoy el club entre obligaciones incumplidas a clubes de la Argentina y el exterior y a jugadores que pasaron por su equipo de primera. 

De lo que sí no hay duda es de que los Moyano y colaboradores -no se debería exceptuar la responsabilidad de uno de sus cuerpos técnicos- embarcaron al club en un endeudamiento delirante detrás del objetivo declarado de reforzar al equipo para competir en la edición 2018 de la Copa Libertadores. En ese frenesí se contrataron decenas de jugadores, muchos de ellos redondos fracasos deportivos, mediante operaciones de absoluta falta de transparencia que incluían, cuando no, la participación de inclasificables representantes de futbolistas. El ejemplo más acabado de esto es el de Gonzalo Verón, que llegó al club mediante una maniobra de este tipo.

“Estoy cansado de los intermediarios. No quiero que vuelva a pasar como cuando salí del América, que para que se haga el pase un representante al que no conozco tuvo que meter a un jugador en Independiente”. Esto lo dijo Silvio Romero, el último gran goleador del club, en julio de 2020. El jugador “metido” en el plantel era Verón.

El caso sería desopilante si no pusiera en riesgo la existencia de un club que cumplirá 120 años, de uno de los tres más gloriosos del fútbol argentino. El jugador tiene un fallo a favor de un tribunal bonaerense por 6 millones de dólares. Llegó libre en enero de  2018. Jugó 18 partidos, la mayoría, ingresando a la cancha desde el banco de suplentes. Pasó a préstamo a Aldosivi de Mar del Plata e Independiente se comprometió a seguir pagándole la mitad de su salario. Se declaró libre por falta de pago y sus representantes iniciaron acciones contra el club. Los abogados de Independiente -atención-  no respondieron a las demandas y desconocieron la intimación de la justicia laboral para que el club se presentara a una audiencia. Nunca se dieron por notificados de una carta documento que llegó a la sede de la Avenida Mitre. Le echaron la culpa al cartero y quisieron hacerle juicio. No es una broma. 

Hay otros tantos casos en los que el club nunca terminó de pagar por la ficha y tampoco cumplió con el contrato con el jugador para permitirle finalmente la libertad de acción. Se regaló el patrimonio del club y se acumuló la montaña de dólares que hoy lo ahorca.

Yo comprendo que a muchos que no son del Rojo no les interese este embrollo, que sigue siendo difícil de desentrañar y no deja claro quién o quiénes son sus beneficiarios. Es un galimatías para contables o avezados en derecho. Se cruzan intereses de jugadores, representantes y dirigentes. Demanda una investigación profunda en la justicia penal, como los socios hemos reclamado y seguimos reclamando a las nuevas autoridades.

Esta dirigencia ha prometido crear un fideicomiso para que los socios hagan un aporte extraordinario para rescatar al club. También seguimos esperándolo. En el mientras tanto, surgió la iniciativa de Santiago Maratea, un hecho sin precedentes en el fútbol local y arriesgaría que mundial. Maratea informó desde el primer día que se quedará con un 5% de lo recaudado. Lo aceptamos. No estamos en situación de imponer condiciones. La colecta del chico es un éxito total: lleva recaudados más de dos millones y medio de dólares al cambio oficial en tres días. Algo de lo que está pasando, molesta. Ignoro por qué. Los hinchas vamos esta tarde a la cancha a buscar un triunfo que se nos niega desde la primera fecha y nos tiene hundidos en la tabla, con un plantel diezmado y falto de jerarquía. Pero también a celebrar con orgullo que somos quienes vamos a salvar a nuestro querido Independiente, no los dirigentes.

Quienes crean que nos interesa defender a una facción de la política, en este caso a dirigentes del Pro, saben poco de fútbol, desconocen el calado que tiene la pasión del hincha o esconden otras intenciones. Opinen de lo que quieran, pero por favor, no digan boludeces.

CC