Trump va a misa con Macron en París y Milei comulga con Lula en Montevideo

9 de diciembre de 2024 12:07 h

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El programa El Mercosur explicado a los niños interactúa con su público. Una niña dice que se llama Cándida y que llamó a la radio para preguntar: ¿Por qué los  bifes argentinos ahora pueden venir a la Unión Europea y los refugiados sirios? La periodista de France Inter la felicita por la buena pregunta y se la responde: Porque ahora en Siria no pueden comprar autos alemanes. Lou quiere saber: La carne argentina que vamos a comer, ¿la corta el Presidente? La periodista tranquiliza a la criatura carnívora: No, con esa motosierra que viste Javier Milei lo único que recorta es la salud, la cultura y la educación argentinas. Otra duda: Los argentinos, ¿son menos exigentes que los europeos sobre la calidad de lo que importan? La periodista hace ¿un chiste?: Son tan pero tan poco exigentes que cuando Europa se quería deshacer de los nazis se los vendía a la Argentina. Decididamente, en la estación radial más escuchada en Francia la Argentina monopolizaba atractivo y representación del Mercosur. Sistina busca conocer mejor el mundo adulto: Mi papá dice que Macron está en contra del libre comercio con el Mercosur pero no lo puede evitar, ¿le pasa lo mismo que con la guerra de Ucrania? La periodista invita a la hija a ser filósofa y a relativizar los dichos de su padre: Macron no está muy seguro de que sea tan seguro que él esté en contra de reducir los aranceles aduaneros en el comercio de la UE con el Mercosur pero está bien seguro de que él duda mucho sobre si es seguro que él esté en contra.

El amigo americano es poco impasible

En el país de Descartes, cosas seguras son que el jueves la Asamblea Nacional derribó al premier macronista, que el gobierno Michel Barnier sólo duró tres meses, y que Macron debe apurarse a formar uno nuevo, y si fuera posible, viable. No es menos seguro que en esa Asamblea volteadora, dividida en todo, polarizada entre los extremos de la derecha de Marine Le Pen y la izquierda de Jean-Luc Mélenchon, todas y todos rechazan el libre comercio en la UE. Así como repudian los aranceles a la importación de bienes europeos que introdujo en EEUU la administración del demócrata Joe Biden y que el Congreso bipartidista hizo ley con el Inflation Reduction Act (IRA, que tiene poco que ver con la inflación pero mucho que ver con el proteccionismo).

Después de postear desde Mar-a-Lago su ración cotidiana de amor (a la palabra arancel –la más hermosa en todas las lenguas–) y de odio (a las fronteras abiertas), Donald Trump voló a París. Es su primer viaje al extranjero como presidente electo. Como sus amigos sudamericanos Milei y Jair Messias Bolsonaro, las formas de religiosidad institucional que prefiere son espectaculares. Había venido para la ceremonia oficial de la apertura de Notre Dame, por primera vez después del incendio de abril de 2019. El republicano tiene por delante un mandato de cuatro años todavía a estrenar en enero, cuando regrese a la Casa Blanca; del presidente francés y del ucraniano Volodymir Zelenski, también venido a la celebración litúrgica -menesteroso de foco, cámara y micrófono- puede decirse que ya tienen a su espalda sus mejores días. De convicción y afiliación masónicas como su predecesor el socialista François Hollande, el presidente Macron pronunció una solemne arenga humanista y centrista en el centro de París, en la catedral católica de Nuestra Señora (la virgen María, madre de Dios), que se eleva en una isla del río Sena que en su curso divide a la capital francesa en dos mitades desiguales.  “Debemos guardar como un tesoro esta lección de fragilidad, de humildad y de voluntad –concluía el Presidente a las 19:59- Y no olviden nunca que cada uno cuenta y que esta catedral es inseparable del trabajo de todos. Esta noche, juntos, podemos compartir nuestro júbilo y nuestro orgullo”.

Cinco años atrás, cuando el fuego destruía el interior, corroía los muros y derrumbaba los tejados por donde transitan los ángeles en procesión (esculturas  de metal verde por la aleación con cobre y cantadas por el poeta comunista chileno Pablo Neruda)  y se desplomaba la empinada y delgada aguja catedralicia, Trump le había preguntado a Macron (en público, todavía existía Twitter y todavía no le habían inhibido su uso) por qué no apagaban las llamas usando aviones hidrantes: él lo sugería. Francisco había sugerido algo diferente: la destrucción era un hecho lamentable que ninguna mella hacía al catolicismo ni a la grey católica, así que mejor no usar fondos públicos en la restauración. Al año siguiente, la pandemia de covid ratificó el buen raciocinio del papa argentino y peronista.

Poderoso caballero es Don Dinero

Donaciones e inversiones privadas solventaron la media década de obras reconstructoras: 300 mil donantes de 150 países pagaron a 2 mil albañiles y artífices y a 250 empresas que limpiaron y regresaron a la vida arquitectónica y comunitaria a 42 mil metros cuadrados afectados por el fuego, el humo, la cenizas. A título nacional y singular, EEUU es el país de donde llegaron más fondos: 60 millones de dólares. La suma total de donaciones fue de 846 millones de euros. Aunque la mitad de la cuenta la pagaron un magnate, Bernard Arnault, y una familia, Bettencourt Meyers, con sendas donaciones de 200 millones de euros de uno y de otra.

Nunca acallada ni pausada en Francia durante más de un lustro de trabajos de alta albañilería, la conversación sobre el dinero y el gasto continuó en la llovida fiebre del sábado por la noche cuando en París se volvió a oír la palabra del Pontífice de Roma. Según el guión del espectáculo ceremonial bien cronometrado en la ciudad olímpica 2024, a las 20:59 el nuncio apostólico leía el mensaje que el octogenario Jorge Mario Bergoglio, vicario argentino de Cristo desde 2013, dirigía a Laurent Ulrich, septuagenario prelado responsable de la Arquidiócesis parisina desde 2022. Yo sé, Excelencia, que las puertas de la catedral de Nuestra Señora estarán siempre abiertas para el pueblo, y que Usted tomará a su cargo la faena de recibir a cada persona generosa y gratuitamente, como hermanos nuestros y hermanas nuestras, leyó el Embajador del Vaticano en Francia.

Con este encargo dejado en manos del Arzobispo parisino replicaba el Papa jesuita a un declarado propósito de la Ministra francesa de Cultura. Rachida Dati ha hecho campaña para que el Estado obligue a cada turista a pagar su ingreso a la catedral. Y con que se fije a la entrada un valor escasamente franciscano o simbólico. La Ministra tiene derecho a pedirlo, y todavía cuenta con respaldo político para lograrlo.

No sólo de pensamiento y palabra estaba presente el dinero en la ceremonia. El hombre más rico del mundo, el dueño de X (ex Twitter), el emprendedor más redituable del planeta y de Starlink, el quincuagenario coetáneo de Javier Milei estaba en París en primera fila. Entre todos los líderes políticos y capitanes de la industria reunidos en la noche del sábado en las 22 hectáreas de la isla de la Cité, el dogo nacido en Sudáfrica que en la administración republicana fungirá de co-director de DOGE (la Dirección de control de la Eficiencia del Estado), es aquel que con más inclaudicable fe ve un aliado en el futuro. Elon Musk ha prometido reducir sustancialmente motosierra en mano las agencias estatales redundantes y el personal superfluo, y debe hacerlo antes de la fecha de vencimiento de DOGE: esta nueva agencia estatal que aún no existe dejará de existir automáticamente el 4 de julio de 2026. Los medios demócratas y muchos cuadros republicanos murmuran su esperanza de que antes de ese Independence Day caduque el bromance de Donald con Elon. El encuentro parisino pudo refrescar el recuerdo del bromance entre Trump y Macron, y la memoria de su quiebre agrio y abrupto en vísperas de la eclosión de la pandemia.

La carne, la muerte y el diablo

Este enemigo es perfecto, y las comparaciones del presidente argentino con el canciller del Tercer Reich alemán no perjudican en nada a la propaganda. ¿Un acuerdo con Hitler? ¡No pasará! El nombre y la biografía del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva son menos serviciales para la disuasión soberanista promovida por los agricultores, criadores de vacunos y de aves de corral de Francia. O de Polonia, Austria e Irlanda, tres países con políticas agrarias semejantes.

En otro programa de la radio France Inter toman testimonios en la calle al campo movilizado en protesta contra el libre comercio fascista. Un campesino-ganadero reclama más ciencia y cuidado a las autoridades. Porque en el largo plazo, los bifes sudamericanos Mercosur matan de cáncer y en el corto plazo aumentan los accidentes viales porque las hormonas intoxican como el alcohol.  

Un verso alejandrino de la tragedia Nicomedes (1658) del dramaturgo clásico francés Pierre Corneille dice El rey justo y prudente sólo quiere eso que puede. Macron, personaje trágico de formación clásica, genuino liberal en política y sociedad, y neoliberal en economía, lo entiende. Un posteo del viernes del Eliseo decía que estaba por verse si Bruselas y la alemana Ursula von der Leyen se salían con la suya y había libre comercio europeo con el Mercosur. Es un período de riesgo para su presidencia, debe formar gobierno nuevo, puede haber pronto elecciones, y el 92% del Senado está en contra de acordar con los cuatro o cinco sudamericanos.  

Meditada, tramitada y tironeada durante un cuarto de siglo, la negociación del acuerdo UE-Mercosur concluía con buen éxito el viernes 6 de diciembre en Montevideo. En la foto de familia se ve tomados de la mano a cinco comulgantes de la fe librecambista y la unión aduanera. La flamante presidenta reelecta de la Comisión Europea (CE) en el centro, con dos y dos presidentes de los cuatro países fundadores del Mercosur a cada lado: en los extremos, levantando sus pulgares en signo de aprobación aliento, el paraguayo Santiago Peña y el argentino Javier Milei.

AGB