Hecho inédito

Adiós a un aliado: la Casa Rosada no pudo esquivar la encerrona y bajó la orden de acompañar la expulsión de Kueider

La inédita expulsión del senador Edgardo Kueider de la Cámara alta, con una abrumadora mayoría, volvió a dejar al oficialismo en una posición incómoda ante la opinión pública. Sin los votos suficientes para suspenderlo, como era la idea original, la Casa Rosada no pudo esquivar la encerrona política y decidió finalmente acompañar la expulsión del entrerriano, encontrado in fraganti en Paraguay con más de US$200.000 sin declarar. Ahora, en la banca del entrerriano asumirá la camporista Stefanía Cora.

Con los lazos del ahora exlegislador con el gobierno de Javier Milei cada vez más expuestos, salir a defender a su aliado en ningún momento fue una opción, pero tampoco lo era avanzar con su expulsión. En ese sentido, en el oficialismo se cansaron de repetir, en la última semana, que la detención de Kueider se trataba de “un tema del kirchnerismo”. Sin embargo, fueron la declaraciones del propio Presidente, durante la extensa entrevista que dio en el programa del Gordo Dan en el streaming Carajo, las que terminaron por detonar los incipientes acuerdos que existían entre la UCR y el PRO para avanzar con una posible suspensión.

“Si es un corrupto lo tienen que echar a patadas en el culo”, sentenció el mandatario, al refirirse a la sesión que se llevaría a cabo este jueves en la Cámara alta. “Los kirchneristas siempre se sacan los problemas de encima y se los tratan de cargar a los otros. Los corruptos son los kirchneristas”, añadió, pese a que fuentes paraguayas confirmaron que Kueider se manifestó como “afín al gobierno de Milei” al momento de ser detenido.

Todo había comenzado a cambiar este miércoles, cuando sorpresivamente la vicepresidenta Victoria Villarruel le informó a la Casa Rosada que iba a convocar a una sesión para discutir la expulsión o la suspensión de Kueider. La titular del Senado, que está marginada de las reuniones del equipo del Poder Ejecutivo y tiene una comunicación pésima con Balcarce 50, ya no quiso esperar más y apretó el botón rojo: le hizo saber al círculo íntimo de Milei que no había margen para dilatar la cuestión.

A la par, Villarruel publicó en X un tuit en el que tildó el caso Kueider de “bochorno”, disparó contra la “hipocresía del kirchnerismo” y, como si fuera poco, añadió que su intención era la de incluir un proyecto para suspender al senador Oscar Parrilli, procesado por encubrimiento agravado y traición a la patria en la causa del Memorándum de Entendimiento con Irán. Parrilli, un histórico escudero de Cristina Kirchner, se llevó un misil directo.

La estrategia del Gobierno era sumar a la sesión especial de este jueveses esa iniciativa contra el senador kirchnerista, usando los mismos argumentos que pesan sobre Kueider, pero finalmente no lograron los votos suficientes. El proyecto había sido delineado por el presidente provisional del Senado, Bartolomé Abdala, quien había estado esta semana reunido en la Casa Rosada con Lisandro Catalán, vicejefe de Interior y número dos del jefe de Gabinete, Guillermo Francos.

Lo cierto es que la suerte de Kueider, que declaró este jueves al diario La Nación que le parece una “locura institucional” la decisión de echarlo de la Cámara, cambió rotundamente con el oficio enviado por la jueza federal de San Isidrio, Sandra Arroyo Salgado, pidiendo su desafuero y posterior detención. La magistrada ordenó trece allanamientos y dispuso la detención de Iara Guinsel Costa, la mujer que fue arrestada junto a Kueider porque viajaba con él, al punto de pedir una orden de captura internacional a Interpol contra ella.

Esta mañana, pusieron una faja de seguridad en los despachos de Kueider en el Senado. La decisión de cerrar las oficinas obedece a un pedido judicial: Arroyo Salgado solicitó que se tomaran “medidas de resguardo a fin de preservar la intangibilidad de la prueba hasta tanto se resuelva el desafuero [de Kueider] y, en consecuencia, se pueda proceder al allanamiento y registro del despacho oficial”.

Votos y promesas

La relación de Kueider con el poder libertario iba más allá de lo meramente coyuntural. El exsenador entrerriano del PJ fue una pieza clave en votaciones sensibles para el oficialismo. Su respaldo resultó decisivo para la sanción de la ley Bases y otros proyectos impulsados desde la Casa Rosada. Ese fluido ida y vuelta, a partir de su cercanía con Santiago Caputo, el todopoderoso asesor presidencial, lo colocó en una posición privilegiada que, en julio, lo llevó a estar a un tris de hacerse con la titularidad de la Bicameral de Inteligencia, una silla en la que acabó sentándose el radical Martín Lousteau.

Necesitado de su apoyo, Milei no solo le garantizó a Kueider la superviviencia política tras romper con el kirchnerismo, otorgándole la presidencia de la estratégica comisión de Asuntos Constitucionales, sino que también le abrió puertas en otras áreas clave como la represa de Salto Grande, donde logró ubicar a aliados en posiciones estratégicas.

En Balcarce 50 lo niegan, pero también corren con fuerza los rumores que indican que Kueider ya tenía arreglado con Caputo ser candidato de La Libertad Avanza en 2025. ¿El objetivo oficial? Debilitar al peronismo local y captar entre 3 y 5 puntos en una elección que se estima fragmentada. Como plan alternativo, se le habría ofrecido el puesto de embajador en Uruguay, en caso de no concretar sus aspiraciones electorales. Son planes que, a la luz de los acontecimientos, acabarán en la nada.

PL/JJD

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