Sabe que los vientos cambiaron, pero se mantiene igual. Claudio Tapia, el presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), ya no tiene los mismos apoyos políticos, su gestión muestra puntos oscuros y el núcleo duro que lo encumbró ya no lo mira de la misma manera. Lejos quedó su primer triunfo sin rivales de hace tres años. Su apresurada reelección del año pasado ya denotaba debilidades pero la pandemia, los problemas con clubes del Ascenso, el escándalo de los vuelos chárter con modelos y la negociación por los derechos televisivos, lo ubican ahora en un lugar mucho más incierto.
En marzo de 2017, Tapia asumió acompañado por tres vicepresidentes: Daniel Angelici, Hugo Moyano y Guillermo Raed. Los dos primeros representaban a Boca y a Independiente, el último a Mitre, de Santiago del Estero. De aquel armado político hoy solo le queda el tercero. La lista de Angelici perdió en el club y el operador judicial voló de la AFA. Con Moyano hay un tema familiar. Tapia se separó de la hermana del camionero y mantienen una relación protocolar, que está languideciendo. Su sostén, entonces, siguen siendo los clubes del Ascenso y el fútbol del interior. Con ellos adentro, Chiqui no perderá nunca en las urnas.
Antes de la pandemia, varias veces funcionarios del Gobierno nacional explicaban que había que hacer algo con la AFA. Tapia aparecía en esas conversaciones como una figura incómoda. No le perdonaban sus lazos con el macrismo y por más que el actual presidente intentara construir vínculos con varios altos dirigentes, en la Rosada no descartan un recambio. El tema es el costo que implicaría. Hacer una intervención como la que ocurrió luego del fatídico 38 a 38 no tiene lugar. Necesitan una figura de reemplazo con consenso extendido pero, por el momento, no la hay.
River y Boca juegan su propio partido. Esto no es nuevo. Las diferencias económicas que entregan las participaciones en las Copas hacen que a los dos gigantes les preocupe menos lo que sucede en la política local. Dejan hacer mientras los dejen hacer. Ellos discuten en la Conmebol y, en el caso de River, con mejor llegada que su eterno rival. Allá Tapia tiene un peso menor. Lo mismo le sucede en la FIFA. En este momento, el dirigente argentino con más peso es Gonzalo Belloso. El ex jugador y empresario es el interlocutor que eligen River y Boca. Es la mano derecha del titular de la Confederación Sudamericana, Alejandro Domínguez.
El armado político de Tapia depende ahora de un solo hombre: el secretario ejecutivo de la presidencia de la AFA, Pablo Toviggino, su mano derecha durante estos años. Llegó a la calle Viamonte desde Santiago del Estero integrando el Consejo Federal. Toviggino tiene el control administrativo, jurídico y financiero de la Asociación. Además influye en el Tribunal de Disciplina y la designación de los árbitros. Tres dirigentes consultados lo señalaron como el poder real detrás de la figura de Tapia. “Todas las negociaciones pasan por él”, agregó uno de ellos. Toviggino tiene un vínculo muy estrecho con el gobernador Gerardo Zamora. Durante los tres años que acompañó a Tapia, los tres equipos de Santiago saltaron a categorías destacadas: Central Córdoba en Primera, Mitre y Güemes, su club, en Primera Nacional. Este último acaba de ascender, con varios fallos arbitrales cuestionados.
Precisamente, los escándalos habituales con los réferis durante la gestión Tapia provocaron varias grietas entre quienes supieron apoyarlo. Un ejemplo claro es el de Daniel Ferreiro, de Chicago, que cuando su equipo fue perjudicado lo hizo saber. Desde entonces fue crítico con la gestión y, en su cuenta de Twitter, marca todo el tiempo sus diferencias con los procedimientos de Tapia y Toviggino.
Durante los primeros dos años, los repartos con los clubes que les dieron sus votos fueron equitativos. Luego, las divisiones tuvieron más discrecionalidad y los clubes que recibían masticaron su descontento. En el interior, muchos de los históricos ya no lo ven con el mismo prisma a Tapia. A pesar de este escenario, quienes lo ven de cerca aseguran que los problemas que tenga Chiqui no vendrán desde el fútbol sino desde afuera.
En su plan de supervivencia, Tapia trata de mejorar relaciones con el oficialismo nacional. Toviggino, vía Sergio Massa, intenta nuevos acercamientos, pero el jefe de la Cámara ya no ocupa el rol de interlocutor único con el fútbol. “Impostan encuentros con (Sergio) Berni o el ministro (Daniel) Arroyo pero no es suficiente. Por más que imposte peronismo es difícil de olvidar sus vínculos con el PRO, desde (Daniel) Angelici a (Diego) Santilli”, explica uno de los dirigentes de Primera consultados.
Alberto Fernández tiene muchos contactos en este mundo. Entre ellos, están Luis Segura y Cristian Malaspina, ex presidente y actual de Argentinos, el club del que es hincha. Máximo Kirchner también tiene los suyos. En su lista aparecen Vïctor Blanco, Juan Sebastián Verón, de Estudiantes, y Carlos Pandolfi, de Ferro. También el ministro de Turismo y Deporte, Matías Lammens, es referencia en el tema y, por supuesto, el propio Tinelli. El conductor del Bailando podría pensarse como posible candidato pero muchos de los que apostaron por su figura aún le cuestionan no haberle puesto el cuerpo a la campaña en el fatídico empate con Segura y no quieren quemarse de nuevo. Cuando en la Casa Rosada decidan poner en agenda los destinos de este deporte, muchos de los mencionados serán convocados para conversar. Por ahora, los grandes problemas nacionales aparecen antes que la pelota.
En los primeros meses de Alberto, con Massa a cargo de las negociaciones, se produjo la reelección de Tapia. En el mismo movimiento se eliminó la Superliga, una creación macrista, se concretó la salida de Angelici del Comité Ejecutivo y se creó la Liga Profesional, a cargo de Tinelli. Al oficialismo le servía y dio el visto bueno. Esa estructura, que se autoproclamaba sólida, tuvo varias fisuras, como el fuerte enfrentamiento con River, cuando pidió jugar en su predio de Ezeiza por las remodelaciones en el Monumental.
Pero en la Rosada fueron muy críticos con situaciones que sucedieron en 2020. Primero fue la violación de la cuarentena permitida a Deportivo Riestra, el equipo del polémico abogado y empresario, Víctor Stinfale. Después, el conflicto con San Martín de Tucumán, que fue al Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) para que le dieran el ascenso por haber sumado más puntos que sus rivales cuando se suspendió el torneo. El presidente del Santo, Roberto Sagra, y Toviggino escalaron tanto que debió mediar el gobernador tucumano, Juan Luis Manzur. Ese tipo de trapos ventilados en público molestaron mucho en el gobierno.
También la reciente negociación de los derechos televisivos, que dejaron a Telecentro, de Alberto Pierri, fuera del acuerdo, tras un arreglo con Disney por menos dinero y plazos más extendidos tal como ya publicó elDiarioAR. Este diario ha intentado en diversas oportunidades tener la versión de Tapia, pero hasta el momento no ha tenido una explicación. Algunos remarcan que Disney, la compañía beneficiada, es dirigida en la región por Diego Lerner, un empresario muy cercano a Mauricio Macri.
Para hacer las suma y restas políticas de Tapia no hay que olvidar el divorcio que tuvo con Paola Moyano y el resto de su familia. Su hermano Pablo ya lo acusó de perjudicar al club Camioneros. La cintura política de Hugo y la importancia de Independiente en las decisiones de la AFA fueron decisivas para que prosperara la candidatura.
A mediados del año pasado, en su programa de tevé, Jorge Lanata difundió un informe en el que se denunciaba que Tapia había realizado 23 vuelos privados a Sudamérica y Europa, acompañado de modelos y una parada técnica en Cabo Verde. En la AFA aseguran que al menos algunas de las pruebas que difundió el periodista son ciertas y que, si prospera el caso, Tapia deberá entregar explicaciones más convincentes de las que dio hacia adentro. También están los cuestionamientos por su puesto como vice del CEAMSE y una denuncia de Graciela Ocaña -por supuestos ingresos de dirigentes del fútbol en esa empresa estatal- que en este momento está archivada. Pero si alguno quiere ir contra él, quizás los avances vayan por esos lados.