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Fue la mañana del 18 de julio de 1994. A las 9:53, exactamente. El país ya no volvería a ser el mismo. La amenaza del terrorismo se había instalado. Una Traffic blanca repleta de explosivos había volado el edificio de la mutual judía de la AMIA. Causó 85 muertos. Fue el mayor ataque terrorista que sufrió el país. Treinta años después, las víctimas siguen esperando justicia.

El pasado 14 de junio, la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó al Estado argentino por la falta de verdad histórica y justicia para las víctimas y la sociedad y señaló que “continúa sin conocerse la verdad de lo sucedido y no ha habido sanción para los responsables del atentado ni para los responsables de su encubrimiento”.