La regulación de la concentración y la competencia en el sistema de medios y comunicación demanda articular una perspectiva más amplia que la economicista por los derechos puestos en juego. Eso incluye al subsector de la TV paga y al de los derechos de transmisión de competencias deportivas, bastión del mercado de TV sincrónica.
La operación de compra de FOX por Disney tiene un impacto potente a nivel global. Y muy significativo en el mercado local de TV paga, donde ESPN adquiere una posición dominante difícil de defender incluso desde la perspectiva liberal de la economía política de medios. En varios países (Estados Unidos, Brasil, Chile) ha sido vetada parcialmente por la configuración oligopólica en la queda la multinacional del Ratón Mickey. Estas acciones demandan siempre la combinación de informes técnicos y decisión política. Estamos hablando de negocios y también del derecho a la información de la ciudadanía. En este caso el del acceso a acontecimientos de interés cultural relevante.
El Informe Técnico elaborado en la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia expone datos muy sólidos que sustentan una decisión política que ponga límites a los efectos de la expansión de Disney en el mercado de señales de TV paga en general y deportivas en particular. Pero lo central pasará por la decisión política que se tome. Los antecedentes más notorios no son felices para la perspectiva de las audiencias: el modo en que Clarín se expandió en el mercado de TV paga en los años noventa a caballo de los derechos del fútbol local, el aval a la fusión Multicanal-Cablevisión de Néstor Kirchner en 2007, la fusión Cablevisión-Telecom aprobada por el gobierno de Mauricio Macri.
Venimos de una gestión para la cual la concentración no era un problema. Ese dogma guió su política de comunicación. Esta por verse si, para el gobierno actual, el Estado tiene algo que decir al respecto. Argumentos y antecedentes internacionales para limitar el efecto de la operación sobran. Habrá que ver si decisión política también.