La Cámara de Diputados cristaliza este miércoles la pulseada final entre el Gobierno y la oposición por el veto de Javier Milei al aumento de las jubilaciones. El quiebre en el radicalismo que logró el Ejecutivo ayer con la postal de cinco legisladores de la UCR en la Casa Rosada anticipa que el oficialismo tiene las mayores chances de ganar la disputa política. Los libertarios confían en que tienen los votos para obturar la mayoría de dos tercios que se necesitan para insistir con la norma que beneficia a los adultos mayores.
Ante ese panorama en desventaja, los opositores ensayan qué hacer en la sesión convocada desde las 11. Tienen como alternativas exigir la votación nominal para exponer a los que están a favor del veto presidencial o emplazar a la comisión de Presupuesto para que esté obligada a rediscutir el tema en ese marco parlamentario, con el costo de perder atención pública. Para esta última opción solo necesita una mayoría simple de 129 diputados, número que se alcanzaría sin inconvenientes.
Con todo, la definición es incierta porque fuera del Congreso la calle también buscará presionar. Se espera una importante protesta comandada por el sector de Pablo Moyano en la CGT, las dos CTA y las organizaciones sociales peronistas y de izquierda. Y Patricia Bullrich activará su protocolo antipiquete. Los dos miércoles pasados no le tembló el pulso a la ministra de Seguridad para reprimir las marchas por los jubilados.
La cooptación que logró el Gobierno de cinco diputados de la UCR golpeó de lleno en el seno del partido centenario, creador e impulsor de la ley que vetó Milei. El tucumano Mariano Campero, el misionero Martín Arjol, el cordobés Luis Picat, el correntino Federico Tournier y el neuquino Pablo Cervi no se sonrojaron en la foto con el propio Presidente, su hermana Karina, Bullrich, el ministro de Defensa, el radical Luis Petri, y el secretario de Interior, Lisandro Catalán.
Ayer en el radicalismo hubo fuego cruzado, pero el jefe de bloque, Rodrigo de Loredo, no tiene fuerza propia para expulsarlos del espacio. “Las expulsiones no resuelven nada. Hay que convencer y amalgamar”, señalaron a su lado. Facundo Manes, muy crítico de Milei, amenazó como jefe de la Convención nacional con aplicarles una sanción interna y someterlos al tribunal de ética.
En el resto de la oposición también asimilaron el golpe. “Nos complica mucho”, se sinceró una espada de Unión por la Patria, que tiene gran parte de sus 99 legisladores para votar contra el veto. Igualmente en la bancada peronista-kirchnerista hay dudas entre los diputados que dependen del gobernador de Catamarca, Raúl Jalil.
Otro espacio afectado es el de Miguel Pichetto, que motorizó las negociaciones subterráneas para construir la difícil mayoría de dos tercios. El heterogéneo bloque de Encuentro Federal tuvo ayer una cumbre interna que no encontró una respuesta unificada. Van a volver a reunirse antes de la sesión de hoy con la estrategia sobre la mesa de insistir con la ley tal como está para exponer a los que se dieron vuelta. “El principio de revelación va a funcionar como nunca”, ironizó uno de sus diputados más activos.
Pero esa jugada es por demás compleja porque para habilitar la votación sobre el veto también la oposición necesita dos tercios, al ser un tema que no tiene despacho de comisión. Si están sentados los 257 diputados en sus bancas, la llave son 172. En la votación de la media sanción, la oposición juntó 160. Ahora corre desde más atrás: no cuenta con los flamantes cinco radicales libertarios ni con su correligionario Pedro Galimberti, que justo el lunes renunció para asumir un cargo en Entre Ríos y será reemplazado por la macrista-mileísta Nancy Ballejos.
También hay incertidumbre sobre el espacio peronista no-kirchnerista de Innovación Federal, donde tributan ocho legisladores que responden al gobernador de Salta, Gustavo Sáenz; de Misiones, Hugo Passalacqua, y de Río Negro, Alberto Weretilneck). En su momento votaron a favor, porlo que si el Gobierno quiebra esas voluntades, son votos que valen doble.
“Puede pasar cualquier cosa”, anticipó un diputado que buscó no dar por cerrada ninguna alternativa en la sesión de hoy. Un primer termómetro será cuántos diputados dan quórum a la sesión. Si hay muchas resistencias a votar el veto, la oposición podría buscar llevarse la cucarda de que la medida presidencial se discuta en la comisión de Presupuesto. Entonces debería agendarse con fecha y hora un plenario junto a la comisión de Previsión Social, que dirige la radical Gabriela Brouwer De Koning. En ese ámbito la oposición empujaría un despacho de mayoría para rechazar el veto, que debería volver a votarse en el recinto –otra vez necesitando dos tercios de los presentes–.
En el oficialismo buscaron chicanear a los rivales. “¿Se va a debatir esto o se vota de una? ¿Quién define cuándo se debate y cuándo no? Depende qué quieren hacer”, acicateó un operador cercano a la cúpula de La Libertad Avanza. Guillermo Francos y Martín y Lule Menem operaron para quebrar las voluntades radicales. En la Rosada aseguran que la reunión de ayer estaba convocada desde la semana pasada y hasta en la UCR hubo voces que no se mostraron sorprendidas.
Con el veto el Gobierno obturó la fórmula jubilatoria que proponía una recomposición del 8,1% en los haberes y un aumento anual a partir de la diferencia entre el índice Ripte (Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables) y el Índice de Precios al Consumidor (IPC). La ley además garantizaba un haber mínimo y la discutida medida de que se cancelen las deudas que mantiene la Anses con las cajas previsionales no transferidas (en total 13). La narrativa oficial fue el costo fiscal de casi 2 puntos del PBI para el año próximo, pero no trascendió qué recibieron a cambio los radicales que se dieron vuelta un día antes de la sesión. Para pagar, en la Rosada esperan primero que los diputados cumplan el acuerdo, como dijo un vocero: “La piel del oso hay que venderla después de cazarla”.
MC/JJD