Los voceros massistas apelan a la imagen de un Sergio ecuménico que no toma partido. Entre Cristina y Alberto, Massa elige la unidad. Una reversión de la tercera vía hacia el interior de la coalición de gobierno. ¿Hay margen para ensayar esa prescidencia? ¿Y lo habrá en adelante, una vez que el oficialismo reacomode su reparto de poder interno? El tercer socio del Frente de Todos busca ponerse por encima de la fractura expuesta que se auto-regaló el peronismo, en una dinámica que parece haberse ido de las manos del propio camporismo.
El miércoles a la noche, cuando el ultimátum cristinista ya se había ejecutado y el desborde palaciego ya caminaba solo, llegó la comunicación entre Alberto Fernández y Sergio Massa. Hablaron por teléfono durante más de media hora. Antes el presidente de la Cámara de Diputados había estado con Fernández, tanto en privado como en un acto en el conurbano.
El lunes se reunieron en la quinta de Olivos y después protagonizaron un anuncio de obras en Almirante Brown. El jefe del Frente Renovador agradeció a quienes “nos marcaron que teníamos cosas para corregir y lo vamos hacer”. Y dejó una promesa con su sello personal: “Somos el gobierno que quiere y va a transformar esos planes en trabajo genuino para los argentinos”.
A lo largo de los casi dos años de experimento frentetodista, Massa intentó una carambola: hablarle al electorado más tradicional del peronismo, pero también a un sector de los empresarios locales y a la embajada de Estados Unidos. Así buscó mantener una agenda temática autónoma, en una suerte de win-win para la familia ampliada del oficialismo. Al no mimetizarse con el cristinismo ni con el proto-albertismo, se suponía que su prédica ensanchaba la oferta y el público del FdT.
Esa hipótesis se comprobó en 2019, pero se derrumbó en las últimas PASO. Si bien Cristina Kirchner no lo incluyó en la lista de culpables de su carta, la vice se refirió indirectamente al exiguo aporte electoral del massismo. De todas las tribus peronistas, en realidad, a excepción de la liderada por ella.
“El domingo pasado nos abandonaron 440.172 votos de aquellos que obtuvo Unidad Ciudadana en el año 2017 con nuestra candidatura al Senado de la Nación”, escribió la expresidenta. En las PASO del 13 de agosto de 2017, la lista de senadores encabezada por Massa sacó un 15,53 puntos.
Reuniones
El miércoles, cuando Eduardo Wado de Pedro abrió la canilla de renuncias cristinistas, Massa se encontró con Máximo Kirchner en la Cámara de Diputados. La sociedad entre ambos es una de las afinidades más contraintuitivas y permanentes al interior del FdT. A la noche buscó preservar su identidad, convocando a su tropa. Massa y los massistas se reunieron en las oficinas del Frente Renovador, ubicadas en Retiro.
Estuvieron su esposa Malena Galmarini, presidenta de la empresa AySA; el ministro de Transporte, Alexis Guerrera, Martín Marinucci (Trenes Argentinos) y la candidata a diputada por la Provincia Marcela Passo, entre otros. También, José de Mendiguren, director del Banco de Inversión y Comercio Exterior. A la salida de esa cita, pasadas las 10 de la noche, el Vasco De Mendiguren descartó por completo que Massa fuera a asumir como jefe de gabinete en reemplazo de Santiago Cafiero.
Esa versión antecede largamente la caída del FdT en las PASO. Hace más de un año que circula ese rumor que mezcla animosidad contra Cafiero con un intento de levantar al tigrense. Amigo de Horacio Rodríguez Larreta, Massa ahora quedó en medio de una intriga de poder sin resolución profunda a la vista. Ante una crisis que se magnifica cada hora, el mero cambio de gabinete o la creación de un superministerio a medida de Massa resultan salidas cada vez más parciales e insuficientes.
Hasta el miércoles, la convivencia en el FdT era un esfuerzo diario. Y existía consenso respecto a que la unidad era lo único fuera de discusión. Ese punto de acuerdo ahora tambalea. Massa pretende reponerlo como centro de mesa. En Diputados y en el corto plazo, el plan del tigrense es que la semana próxima vuelvan las sesiones presenciales.
Pago chico
Mientras lo intenta, tiene un ojo puesto en su pago chico: el municipio al que accedió en 2007, cuando decidió abandonar el ANSES y postularse para intendente de Tigre. Porque la debacle electoral del Frente de Todos también amenaza con llevarse puesto el control político de ese territorio. El actual intendente es Julio Zamora, sucesor de Massa al frente de ese municipio ubicado en la zona norte del conurbano. Si bien fueron socios, la relación entre ambos se cargó de frialdad y desconfianza. En 2019 la ola de unidad frentetodista fue lo único que evitó un desborde. Zamora consiguió la reelección con el 56 por ciento, contra el 35 por ciento del macrista Segundo Cernadas.
En una rémora del acuerdo de gobernabilidad entre el massismo y Juntos por el Cambio, un pacto que duró desde fines de 2015 hasta 2017, el exactor Cernadas presidió el concejo deliberante en el último año y medio. La convivencia entre oficialismo y oposición tigrense era entre armónica y colaborativa. Recién durante el cierre de listas para las PASO, Zamora reemplazó a Cernadas por el concejal massista Fernando Mantelli. Se trató de un guiño de reconciliación entre el intendente y Sergio Massa.
Ese acercamiento incluía una cláusula no formalizada: que en 2023, la candidata a gobernar Tigre sería Malena Galmarini. La actual presidenta de AySA se encargó de negociar el cierre de listas y organizar la fiscalización local. Cuando a Massa le llegaba un whatsapp referido a la rosca tigrense, respondía en automático: “Hablalo con Malena”. Galmarini hace base en las oficinas de la ONG Compromiso por Tigre, en la ciudad de General Pacheco, ubicada dentro del municipio bonaerense.
Con unidad acordada, la boleta de concejales del FdT en las PASO fue encabezada por Gisela Zamora. Actual concejal, Gisela es la esposa del intendente. Pero la inclusión del apellido Zamora no tuvo el efecto buscado y el resultado estuvo muy por debajo de las expectativas. La lista del peronismo ampliado no llegó a los 35 puntos. Los dos competidores de JxC sumaron el 40 por ciento de los votos. El rival de Cernadas fue un dirigente de perfil nacional: el expresidente del bloque de Cambiemos en la Cámara de Diputados Nicolás Massot. Militante de la escudería de Emilio Monzó, Massot perdió claramente contra Segundo Cernadas. Los 10 puntos obtenidos por el monzoísta Massot, sin embargo, le permitirían acceder a una banca en el Concejo.
El derrumbe del FdT en las primarias cuenta con algunos atenuantes, según analizan en el massismo. Principalmente, el cambio en la composición del electorado municipal, al calor de la multiplicación de countries y barrios privados. A su vez le achacan a Zamora haber desplegado una política tibia de apoyo impositivo a los comerciantes e industriales durante la pandemia.
Pero existe un dato contundente que potencia la gravedad política de la derrota peronista en Tigre: en los municipios vecinos de San Fernando y Escobar, el Frente de Todos ganó. En ambos casos se impuso por seis puntos de diferencia. Con Cernadas y Massot anotados para el 2023, el dominio peronista de Tigre también quedó en peligro.
AF