El sábado, pasadas las 20, Alberto Fernández desactivó la visita que iba a hacer entre el martes y el jueves a Quito, invitado por Guillermo Lasso, el banquero que gobierna Ecuador. La postergación de la cumbre -que ya se había reprogramado en dos ocasiones- responde a la decisión de enfocarse, en persona, en el tramo final de la campaña para las primarias del 12 de septiembre.
Con todo definido, Fernández resolvió dar de baja el viaje que implicaba autoexcluirse, al menos físicamente, durante nueve días del ring electoral: el martes al atardecer era el momento de partida con el jueves al mediodía de regreso pero, luego, debería hacer siete días de aislamiento preventivo que corresponde a los argentinos que viajan al exterior.
Los funcionarios que viajan por cuestiones de gobierno están exceptuados pero en sus anteriores salidas Fernández no hizo uso de esa excepción. “¿Más privilegios en este contexto?”, observó un funcionario que pulseó para que se cambie la fecha de la gira express de la que participaría la primera dama Fabiola Yañez.
En la primera lectura, se observó como un dato interesante que en medio de una campaña turbulenta pero sin clima electoral callejero, Fernández se corra del barro criollo para entrar en una frecuencia que, en general, le resulta más amable. Con Lasso se encontró en Lima durante la asunción de Pedro Castillo. Tuvo un mano a mano que en el gobierno consideran “muy bueno” y tras el cual el ecuatoriano le cursó la invitación. Lasso desplegó un menú de gestos políticos y simbólicos con Fernández, a pesar de que el presidente argentino respaldó a su rival, el correísta Andrés Arauz. Le ofreció alojarlo en su casa, un detalle que sugiere una cercanía, o el intento de cercanía, para compartir un eje “moderado” entre los extremos que suponen Jair Bolsonaro en Brasil y Nicolás Maduro en Venezuela. La tercera vía regional.
Es un capital, aunque no derrame internamente, que todavía posee Fernández y que explicita, incluso, el gobierno de Joe Biden, que ve al gobierno argentino como interlocutor estable y democrático en la región, según Juan González, director de Asuntos del Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad Nacional, que entre abril y agosto viajó dos veces a Argentina, la última junto a Jake Sullivan, el asesor de Seguridad de Biden.
La política exterior es, también, un insumo doméstico. No solo por la pausa que hubiera supuesto en la agenda local, con sinsabores de coyuntura para Fernández pero un puñado de datos positivos sobre la economía, sino porque una foto con Lasso, un liberal moderado, le hubiera aportado una dosis del centro que la dinámica interna le arrebató.
Tenía, sin embargo, un doblez: que su viaje se interprete como un repliegue de Fernández en la campaña, luego de los ruidos de las últimas semanas, lo que a su vez implicaba cederle la centralidad a otros actores del Frente de Todos (FdT). Un interrogante adicional, que en Casa Rosada minimizaron, era cómo observa el acercamiento con Lasso el kirchnerismo que se abraza a Rafael Correa, promotor de Arauz.
En estas horas, el presidente redefinirá su agenda para la semana. En paralelo, trascendió que Cristina Kirchner no reaparecería en escena hasta los actos de cierre de la semana próxima. En el entorno de la expresidenta son crípticos: “Solo Cristina maneja su agenda, el que diga que sabe qué va a hacer, miente”.
Axel Kicillof, en tanto, se enfocará en el interior bonaerense, los territorios más esquivos al Frente de Todos pero, sin embargo, donde “la reactivación es más visible”, dicen en La Plata. Sergio Massa viene con agenda activa pero de perfil bajo y en los últimos días aumentó su rotación Máximo Kirchner. Con Fernández activo, el objetivo urgente del gobierno es ordenar la campaña para atravesar el último tramo hasta la votación del 12 de septiembre.
Ruidos de campaña
“Todos, Cristina, Massa, Axel, los candidatos, hasta Máximo, siguen la línea de la campaña: hablan para adelante, la vida que queremos. Menos Alberto que habla de eso pero, además, habla de otras cosas”, se tortura un funcionario que orbita al presidente. Hay, ahí, una primera paradoja. Hasta que estalló el affaire Olivos, Fernández se encaminaba a ser “el” candidato porque, como admiten en todos los búnkeres del oficialismo, era la figura con mejor diferencial sobre el resto del staff del Frente de Todos (FdT).
La foto del cumpleaños de Fabiola Yañez en Olivos alteró ese registro pero, además, paralizó la maquinaria electoral del peronismo. Rompió la campaña, según las palabras de un operador. Desordenó la secuencia, la agenda y la temática que el FdT quería poner en el ring. Demoró, por caso, una semana la campaña de instalación de los candidatos del AMBA, Victoria Tolosa Paz y Leandro Santoro, y demoró lo que debería ocurrir esta semana: que el mensaje “la vida que queremos” del primer spot, se vuelva terrenal. “Son buenos candidatos, emiten bien, tienen ganas y no se mandan cagadas”, sintetiza, sin eufemismos, un armador y cruza los dedos.
El episodio Olivos acaparó la agenda y cuando parecía diluirse, en parte por episodios como el cumpleaños de Elisa Carrió del que participó casi todo el elenco opositor, de Horacio Rodríguez Larreta a Mario Negri, Fernández lo retomó con su descargo judicial o potenció otro tema, como la polémica por la docente de La Matanza. Ese capítulo, dicen en el gobierno, parecía un tema accesorio hasta que el presidente lo consideró un debate “formidable”. “Alberto creyó que había que defenderla. El que se equivocó fue (Nicolás) Trotta, que la criticó”, deslizó un funcionario que charló el tema con el presidente.
Todo sorpresa. En La Plata, Axel Kicillof dio por cerrado el expediente el mismo jueves cuando trascendió el hecho y la decisión de sancionar a la profesora “como se sanciona a cualquier docente que le grita a un alumno”. En ese momento, el gobernador estaba reunido con los gremios docentes a punto de firmar la paritaria 2021 con un aumento que, anualizado a noviembre, llegará a 45,5%. Ningún dirigente sindical objetó la sanción a la docente. “La provincia hizo lo que tenía que hacer: si una docente le grita a un alumno, se aplica una medida. Era obvio que los medios lo iban a mover y la oposición también pero explotó cuando habló Alberto”, describió una fuente.
La entrevista de Fernández en Radio 10 fue el viernes, luego de una sobreexposición de Martín Guzmán que arrancó el martes con una ronda de apariciones que amontonó al menos cinco intervenciones en 72 horas. El ministro se montó sobre la polémica que abrió Mauricio Macri respecto a la deuda y apareció con un mensaje propio pero que encaja en la idea de enfriar la campaña. Guzmán habla de “tranquilizar la economía”, un título que marida con su perfil y su tono de voz pero que desafina con las voces de otros actores de la constelación oficial.
Este lunes, a su modo, Kicillof espera aportar a esa foto: anunciará que más del 90% de los bonos ingresaron al canje de la deuda bonaerense que asciende a 4.700 millones de dólares y que, según un informe del ministro de Economía Pablo López, tenía una agenda corta: el 94% vencía entre el 2020 y el 2023.
Secuencias y datos
“Sin desmerecer lo de la docente, que es inaceptable ¿no es muchísimo más grave lo del diputado baleado en Corrientes?”, objetó un colaborador de Fernández. El viernes, por eso, Sabina Frederic viajó a Corrientes por entender que se trataba de un hecho de riesgo político e institucional. El sábado por la tarde, fuentes del gobierno ponían la lupa en el hecho de que no haya, todavía, pistas firmes sobre lo que ocurrió. “Si hubiese sido un borracho como manda a decir la gente de gobierno de (Gustavo) Valdés, ya lo deberían haber agarrado”, agregaron. Este domingo, el radical Valdés busca su reelección y conseguir el quinto mandato consecutivo de la UCR, que comenzó en 2001 con Ricardo Colombi.
“Tratemos de no cometer errores durante quince días”. Hay ironía en la frase y hay incomodidad por la irrupción, en el último mes, de nubarrones en una campaña oficial que tenía una particularidad: Juntos, por sus primarias en provincia de Buenos Aires y CABA; aparecía más caótico que el gobierno que logró, salvo en Santa Fe y Tucumán, unificar boletas.
Frente a la crisis, el antídoto en todos los rincones del oficialismo es abrazar la teoría de que si bien la saga de Olivos afectó la imagen de Fernández (bajó al menos 4 puntos) no tuvo efecto electoral. “La intención de voto del Frente de Todos no se modificó: las encuestas más optimistas nos dan ganando por 10 puntos y las menos, ganando por 5”, aseguraron a elDiarioAR desde la mesa de campaña bonaerense. Otras mediciones no son tan contundentes. “Alberto quiere ganar y así sea por un solo voto, vamos a poder decir que rompimos una racha de 16 años de derrotas en elecciones legislativas en la provincia de Buenos Aires”, proyectan desde la cercanía de Fernández.
Aparece, además, otra invocación: que a Fernández le fue bien en las visitas al interior de la semana pasada, secuencia en la que recorrió San Juan, Catamarca y La Pampa, tres provincias gobernadas por el peronismo donde la “agenda es otra, menos mediática”. Es lo que aplican para el conurbano desde el entorno de Máximo Kirchner, que ensayó el libreto de votar “en defensa propia” durante un encuentro con candidatos y dirigentes sindicales.
PI