“¡Borombombón, borombombón, para Alberto la reelección!”. El diputado macrista Cristian Ritondo aplaudía y gritaba, entusiasta. A su lado lo seguía el senador radical Luis Naidenoff; detrás, hacía lo propio el titular de la Coalición Cívica, Maximiliano Ferraro. El cántico irónico de los legisladores de Juntos por el Cambio fue su manera de responder al Presidente a su arremetidas contra la Justicia. El jefe de Estado tuvo que elevar la voz para que se escucharan sus palabras.
El cruce entre la oposición y Alberto Fernández tiñó el tramo final del inicio de las sesiones ordinarias del Congreso. Fueron los últimos minutos de su exposición de dos horas, donde dominó un clima monótono y soporífero. Solo cuando las palabras presidenciales se centraron en el fallo sobre la coparticipación a favor de la Ciudad de Buenos Aires y continuó con las acusaciones directas hacia los jueces de la Corte, el recinto pareció despertar.
Una de las notas fue el cruce verbal con Fernando Iglesias, sentado entre las butacas más próximas al estrado principal. “Insúlteme, es un enorme honor, Iglesias; me enorgullece”, le espetó el Presidente ante las insistentes intervenciones a los gritos del legislador cercano a Patricia Bullrich. “¡Mentiroso!”, lo aguijoneó más de una vez. Había estado gran parte del discurso con su butaca girada, dándole la espalda.
Causa común con el mandatario hizo Cecilia Moreau, diputada de la Cámara de Diputados, sentada a su derecha. “No me vengas a mandonear acá. A mí no, eh”, lo cortó al diputado del JxC en un momento. Impertérrita –como en toda la sesión– siguió la escena Cristina Fernández de Kirchner.
En los palcos de los costados, los aludidos intentaron pasar desapercibidos. Mientras los únicos jueces de la Corte presentes –el presidente Horacio Rosatti y el ministro Carlos Rosenkrantz– ni se inmutaron, el jefe de gobierno Horacio Rodríguez Larreta negó con la cabeza cada palabra de Fernández.
Pasaron apenas unos minutos más para que Iglesias tomara su mochila y abandonara el recinto. A diferencia del año pasado, no tuvo eco entre sus pares amarillos. Antes se habían retirado las espadas del bloque radical Evolución. “Me levanté del recinto y me fui porque no puedo admitir que se diga una barbaridad semejante. El Presidente miente: no puede decir que la Ciudad de Buenos Aires no es parte del convenio de coparticipación”, se justificó por Twitter el senador Martín Lousteau. También se fueron de la sesión los libertarios Javier Milei y Victoria Villaruel, y los peronistas disidentes Graciela Camaño y Alejandro “Topo” Rodríguez.
La temperatura siguió en aumento cuando el Presidente mencionó la situación del narcotráfico en Santa Fe. “¡Burro!”, le gritó el macrista Federico Angelini. Se paró de su butaca y lo señaló violentamente con el índice derecho. Recordándole que era su último año de gestión, la lilita Paula Olivetto movía con sus manos pidiéndole a Fernández que se vaya: “Chau, chau, Alberto”, expresó junto con otros legisladores opositores.
La fría arenga oficialista y faltazos de Máximo y Kicillof
Si la oposición elevó la tensión de la sesión, apenas hubo un cortafuegos desde la bancada oficialista. “¡D’Alessandro!”, se escuchó entre los legisladores del FdT al momento en que el Presidente aseguró que en su gobierno no existen operadores judiciales. La referencia era para el ministro de Justicia y Seguridad porteño, Marcelo D’Alessandro, hoy de licencia a partir de la filtración de chats suyos con el vocero de Rosatti, Silvio Robles.
En una Asamblea Legislativa en pleno, el único que faltó fue Máximo Kirchner. Contrastó con la actitud que tuvo en la sesión especial de este martes: no solo dio quórum para habilitar el debate sobre la moratoria jubilatoria, sino que habló en el recinto antes de la votación. El jefe de La Cámpora tampoco había estado en la apertura de las sesiones del año pasado, a poco de haberse corrido de la jefatura del bloque en medio de las negociaciones con el FMI.
La distancia política entre Cristina y el Presidente se notó en el gesto adusto que adoptó la vice durante toda la sesión. Apenas mostró por momentos una sonrisa socarrona, mientras se daba aire con un abanico. Nunca aplaudió ninguna intervención de Fernández, y cuando promediaba el discurso se permitió en un momento jugar con las cientos de páginas de “Memoria detallada del Estado de la Nación”, el libro que el Gobierno imprimió y repartió entre los asistentes.
“¡Vamos Alberto!”, fue de las pocas arengas hacia el jefe de Estado que se escuchó en la bancada oficialista, justo cuando ingresó al recinto acompañado de la vice. Fue un grito solitario surgido entre los legisladores oficialistas, pero apenas audible, sin tener eco en el resto de la bancada.
En medio de la interna oficialista por la indefinición de las candidaturas para este año, la lista de invitados reflejó la crisis en el variopinto universo del Frente de Todos. Entre los gobernadores peronistas pegó el gran faltazo Axel Kicillof. Además de Larreta, solo otros cinco mandatarios de las 24 jurisdicciones acompañaron el discurso: Alberto Rodríguez Saá (San Luis), Gerardo Zamora (Santiago del Estero), Sergio Ziliotto (La Pampa), Gustavo Bordet (Entre Ríos) y Raúl Jalil (Catamarca).
En los palcos del hemiciclo compartieron ubicación el camionero Hugo Moyano y los dirigentes sociales Daniel “Chucky” Menéndez (de Somos-Barrios de Pie), Esteban “Gringo” Castro (del Evita) y Luis D’Elía. En otro estuvieron Héctor Daer y Carlos Acuña, triunviros de la CGT, aunque faltó Pablo Moyano, cercano al kirchnerismo. También estuvo la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, quien se sentó junto al secretario de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla.
Hubo un espacio exclusivo para dirigentes cercanos al mandatario, como Enrique “Pepe” Albistur, esposo de la ministra Victoria Tolosa Paz, y Jesús Rodríguez. Y también para intendentes y referentes del conurbano, como Fernando Espinoza (La Matanza), Juan José Mussi (Berazategui), Federico Achaval (Pilar), Andrés Watson (Florencio Varela), Mariel Fernández (Moreno), Carlos Secco (Ensenada) y Julio Zamora (Tigre).
Otro palco lo copó Sergio Massa, que se sentó con Julián Domínguez y Eduardo Camaño, en línea con el homenaje que se preveía para los ex titulares de la Cámara baja por los 40 años de democracia. Por primera vez en el gobierno del FdT, el ahora ministro de Economía no se mostró junto a Fernández y Cristina.
Alejado del estrado principal, el tigrense se apuró para salir del recinto apenas terminó el discurso, pero frenó su marcha cuando tomó las escaleras al primer piso y se topó con un embudo de personas que también buscaban la salida. “Vi el discurso sentado”, acotó con ironía ante elDiariAR sobre su mirada de la exposición del mandatario. Y cuando identificó que quien interrumpía el paso era el líder del sindicato de la sanidad que estaba dando una nota, gritó: “¡Dale Daer! Agrandá el pasillo porque sino no pasamos...”.
MC