El post 13-A fue, para el oficialismo, peor que el 13-A. La devaluación que dispuso Sergio Massa el lunes, con los datos electorales todavía tibios, magnificó el naufragio peronista y ese clásico que epiloga cada derrota, el pase de facturas, fue pura furia: abarcó desde el mapeo del corte de boletas a la distracción de algunos jefes territoriales, del tiro al pichón sobre los campañólogos a la supuesta mala praxis en la ejecución de la medida que devaluó un 22,5% el peso criollo.
La “deva” era, se admite en UP, inevitable: Massa negoció y congeló, nadie sabe hasta cuándo, la pretensión del FMI, que era de 70%, y apostó a resultar el “más votado” de las PASO, posición que le daría músculo político para negociar un acuerdo de precios. Las 48 horas previas a la elección, el ministro-candidato gambeteó la sugerencia, cuya usina fueron Cristina Kirchner y Axel Kicillof, para pactar en secreto un entendimiento con formadores de precios porque eso implicaba filtrar la jugada antes de votar.
Massa operaba sobre un supuesto: el sábado repetía el pronóstico del consultor Antoni Gutiérrez-Rubi, que lo ubicaba al tope del podio de candidatos individuales. No ocurrió y el catalán fue, desde el domingo, un punching ball. “Nos hizo perder tres veces y le siguen haciendo caso”, protestaron en UP. Suena injusto porque, en general, las campañas no ganan ni pierden elecciones, pero no faltan los consultores que se lo anotan como triunfos propios.
Mientras perdura una fractura social explícita entre los votantes de JxC (de más ingresos y mayor edad) y los de UP (más jóvenes y de sectores más populares), Milei logró "trascender" la grieta y juntó votos de todos lados
La tupacamarización de Rubí –que podría estar en su portfolio de prestaciones– sirvió como sacrificio para encapsular los enojos cruzados de la política. Sobraban reproches tras la derrota: por el corte de boletas en municipios camporistas contra Kicillof y Massa, por la maniobra perdidosa de Massa contra Julio Zamora en Tigre y, entre otros segmentos, por desapego de varios gobernadores, como ocurrió con el tucumano Juan Manzur, con la elección.
Sin brújula
Fueron 72 horas de estupor y desconcierto. El manual político del UP se diagramó sobre la tesis de una disputa mano a mano con Patricia Bullrich, donde Javier Milei figuraba como un dique para contener votos que, sin esa oferta, irían a la oposición. Un socio necesario al que, incluso, se le cuidó la boleta. El libertario no cree que haya sido así. Fernando Cerimedo, consultor que es el fiscal tecnológico de Milei, confeccionó un informe en el que comparó actas de escrutinio y detectó variaciones en el voto en blanco y el voto Milei en mesas de votación similares. Proyectó, sobre esos datos, que por falta de boletas o de fiscales en el conteo, La Libertad Avanza (LLA) puede haber perdido 4 puntos. Es un millón de votos.
UP se apresta a tarea artesanal para crecer en los territorios en busca del número mágico, el 33% que no solo garantiza entrar en el balotaje sino que, en paralelo, aleja las chances matemáticas para que otro espacio le gane por más de 10 puntos
Cierto o no, UP nunca asumió al libertarios como la amenaza solida que emergió el 13-A. “Parece el primer Menem: está en un momento donde todo lo que hace le sale bien”, define, preocupado, un operador massista. Hay otros elementos, menos subjetivos, que llevan a observar a Milei como un espejo del riojano. En los '90, Menem unió a los deciles antagónicos de la estructura social -cuyo símbolo fue la incorporación de la UCeDé, el partido de los Alsogaray, al gobierno y a la alianza electoral que tenía como pivote al PJ- mientras que el último domingo, el libertario tuvo una captura de votos transversal.
La consultora Betta Lab radiografió el voto en La Matanza y detectó que Milei juntó adhesiones de manera proporcional en sectores de altos y bajos ingresos -mientras que JxC fue más fuerte en los primeros y UP en los segundos-, atravesó la pirámide de edades y, además, se nutrió en partes similares de ex votantes de Juntos como del Frente de Todos. Juani Belbis, que hizo el estudio junto a Antonio Milanese, usó una categoría gráfica: describió a Milei como “un fenómeno pop de consumo, como la Coca-Cola”, que “trasciende la segmentación tradicional a la que responden, todavía, JxC y UP”. Belbis, sobre esos datos, explica que mientras perdura una fractura social explícita entre los votantes de JxC -de más ingresos y mayor edad- y los de UP -más jóvenes y de sectores más populares- Milei logró “trascender” la grieta y junto votos de todos lados.
Otro estudio, realizado por Barda, consultora dirigida por Daniela Barbieri, se focaliza en el reparto territorio del votante de LLA, que muestra diferencias nítidas entre el AMBA y el interior del país. Barbieri apunta a como se está cosiendo la base territorial de Milei. “La fortaleza de LLA surge de las provincias del interior, principalmente de Córdoba, Mendoza y Santa Fe. De hecho, es la primera fuerza que logra ganar a nivel nacional, aunque quedó tercero en simultáneamente en la PBA y en CABA”, apunta.
El registro es especialmente interesante porque en las elecciones provinciales, los candidatos mileistas tuvieron resultados muy magros, y en muchas provincias, Milei ni siquiera presentó listas. Fue una tentación, que ahora se verifica errónea, interpretar que la floja performance de LLA en las votaciones locales, anticipaba el fracaso del libertario. “Ganó él lugares territorialmente muy heterogéneos. Sacó 55% en Añelo, donde está Vaca Muerta, ganó en los principales puntos mineros de San Juan, en Rosario que es la zona donde más industrias hay radicadas del país y en Tierra del Fuego donde más empleados públicos hay”, dice Barbieri y anota otro dato: la de LLA es la mejor elección en la historia de una fuerza que compite por primera vez a nivel presidencial: obtuvo 31,6% de los votos positivos mientras que cuando debutó Cambiemos, en 2015, como coalición sacó 30 la fórmula Macri-Michetti sacó 24%.
Ramiro Marra, candidato a jefe de Gobierno de LLA, y uno de los armadores de Milei, interpretó esa segmentación electoral a partir de la frase “los pituquitos de Recoleta”, que pronunció el gobernador electo de Córdoba, Martín Llaryora. “En el interior se cansaron de las internas de los porteños”, puntualizó. Marra, justamente, quedó tercero en CABA, lejos de Leandro Santoro y muy abajo de la sumatoria entre Jorge Macri y Martín Lousteau.
Territorios
Axel Kicillof habló, la semana que pasó, con varios gobernadores. Massa hizo lo mismo. En dos provincias, Salta y Misiones, donde el ministro-candidato tiene vínculos estrechísimos con los jefes locales, UP hizo elecciones pésimas: Milei lo duplicó en cantidad de votos. Días atrás, Gustavo Saenz, excompañero de fórmula de Massa en 2015 y aliado del tigrense, rompió su mutismo y salió a respaldar al candidato de UP. “A mi y a los salteños, nos conviene que el presidente sea Massa”, dijo Saenz. En Misiones, LLA sumó 43 puntos contra 27 que consiguió UP. El Frente Renovador de la Concordia, que gobierna la provincia, y cuyo jefe político es Carlos Rovira, fue uno de los que empujó la postulación presidencial de Massa. Esta semana, el gobernador Oscar Herrera Ahuad, dijo que trabajarán para que “nuestro candidato a presidente (Massa) mejore sus números en la provincia”.
Como se contó en elDiarioAR, el comando de campaña de UP se enfocó en mapear los puntos donde el oficialismo tuvo peores resultados. El planteo genérico es que en algunas provincias venían de elecciones locales recientes, con la estructura agotada y que preferían el resultado de las PASO para tener un registro sobre el que, luego, empezar a operar. Sobre PBA se hizo, también, un análisis detallado sobre la “tasa de corte de boletas”. Hubo gruñidos y quejas pero, al final, se acordó operar sobre esa fragilidad. “Los intendentes ganaron bien y tienen que estar dispuestos a resignar dos puntos propios para levantar 2 puntos a Sergio y Axel”, explicó uno de los amadores que opera con Massa.
El Excel -del que se muestra los casos con más proporción- que circuló y marca el corte con Kicillof alcanza, también, a Massa, ya que UP nacional y de gobernador juntaron casi el mismo caudal de votos. Explican, para no agravar las tensiones, que más allá de municipios donde hay corte histórico, como Berazategui, o aquellos lugares donde el temor de los alcaldes a que los hunda la boleta nacional, incentivó el delivery de boletas, el proceso también tuyo que ver con que todos los sectores ofrecían boleta cortada. Eso explica, por ejemplo, que Diego Santilli haya obtenido casi 200 mil votos más que Horacio Rodríguez Larreta.
La explosión electoral de Milei se observa en toda su dimensión cuando se comparan los resultados de las elecciones de 2019 y del 2023. Solo en La Matanza, el peronismo perdió 130 mil votos mientras que en municipios como Mar del Plata, Merlo y Brown, la caída fue de más de 50 mil. El ranking de votos perdidos en la provincia de Buenos Aires. Así y todo, no es el punto más complicado del mapa nacional. Roque Cantoia, de Doxa Data, comparó cómo varió el voto en Santa Fe y Rosario: UP sacó casi medio millón de votos menos que lo que logró el Frente de Todos (FdT) en 2019. Solo en Rosario, la sangría fue de 200 mil votos.
En UP, luego de repaso de datos, se aprestan a una tarea artesanal para crecer en los territorios en busca del número mágico: 33%. Esa es la frontera que garantiza entrar en el balotaje, porque otorga un tercio de los votos como piso, pero que al mismo tiempo se procesa como un número razonable para una derrota en primera vuelta, que con la foto de hoy tiene como principal amenaza a Milei. La matemática electoral sugiere que con 33%, más 7 puntos que podrían sumar la izquierda y Juan Schiaretti, Milei y Bullrich tendrían 60 puntos para repartirse, y uno de los dos debería caer demasiado para que el otro se quede con 43% más un voto, la cláusula gatillo Corach que fijó más de 40% y 10 puntos de diferencia sobre el segundo.
El oficialismo, tras la cumbre entre Massa con Cristina y Kicillof, definió una hoja de ruta cambiante porque opera sobre una bomba de relojería electoral en la que debe, primero, recuperar volumen propio y tratar de llegar a los 33% y, en paralelo, tratar de espadear con los dos rivales para que ninguno se caiga del ring. De ahí que Massa repite que Milei y Bullrich son lo mismo para, de ese modo, ensayar el ejercicio imposible de polarizar con ambos. Milei, desde el domingo 13, fijó como táctica ir por los votos de Bullrich. Pero UP necesita que las dos ofertas opositoras sigan en pie, porque si no puede ocurrir que aparezca el voto útil contra el peronismo, o el voto ganador, y eso engorde a Milei.
Es la economía, estúpido
A su vez, un hipotético -que hoy parece poco probable- derrumbe de Milei, podría volver competitivo a JxC en territorios como la provincia de Buenos Aires, donde Kicillof logró superar los 36 puntos, pero con una diferencia relativamente corta que se sostiene en la medida que Carolina Píparo, la candidatura de LLA, siga por encima de los 20 puntos. Es una ecuación compleja de tres variables. Una victoria en Buenos Aires es determinante, en términos simbólicos, para entrar en el balotaje y para encarar con expectativa una eventual segunda vuelta.
En el armado para el 22-O hay un capítulo especial sobre el rol de Cristina. Massa quiere que la vice tenga más protagonismo que el que tuvo en la previa de las PASO, y que intervenga en la campaña de manera quirúrgica donde su presencia puede potenciar las chances de UP, como en lugares del conurbano o del norte del país. En el comando de calle Mitre hacen un razonamiento brutal: “Sergio ya amortizó que es kirchnerista o aliado de los K, así que una presencia más activa de Cristina nos puede ayudar”, explica un armado de UP.
Hay un cuarto elemento en el intríngulis terrible que enfrenta el peronismo: la economía. Es lo único, dicen en UP, en lo que Cristina Kirchner pone atención. Se interiorizó con las medidas de compensación que anunciará Massa luego de la devaluación y las de control de precios, intervino en ese trámite y pidió que el ministro haga un movimiento en su staff para tener más fortaleza política, lo que derivó en que Guillermo Michel quede al frente de la negociación con las empresas.
La vice se muestra alerta y preocupada por la economía, temerosa de una espiral crítica inmanejable. “No quiere que explote por el aire el gobierno del que ella es vicepresidente”, la traducen. Un crack económico, cuya amenaza está dada por una aceleración de la inflación, podría tener un efecto expansivo que dinamite toda expectativa electoral. En el mundo Cristina, dan por hecho que Massa no hubiese hecho el esfuerzo que hace para tratar de resolver el tema económico si el candidato presidencial de UP fuese -o fuesen- otros, como “Wado” De Pedro o Daniel Scioli. O el propio Kicillof, a quien promovía Máximo Kirchner.
PI/DTC