Sobre la hora, la alianza con Mauricio Macri aportó una dosis de musculatura política a la candidatura macro de Javier Milei, pero el apoyo explícito no tuvo una expresión territorial: antes del balotaje, no hubo un solo gobernador que expresara abiertamente su respaldo a la postulación del libertario, ni siquiera figuras alineadas estrechamente al expresidente como su primo Jorge, jefe de gobierno electo de CABA, o Rogelio Frigerio, que gobernará Entre Ríos.
Esa falta de anclaje es una de las particularidades que presenta el mapa político con el que convivirá el próximo presidente, sea Milei o sea Sergio Massa: un puzzle caótico, con el peronismo reducido a su mínima expresión histórica, el PRO expansivo y la UCR en un despliegue que hacía años no registrada. En diagonal, además, aparece un bloque “neutral” que, aun no lo sean en términos estrictos -de hechos, varios expresaron su apoyo a UxP-, están unidos por un provincialismo cuya derivación posterior es incierta.
A priori, antes de que se defina al próximo presidente y empiece el juego de las alianzas y los acuerdos, el poder territorial muestra una foto multicolor: ocho gobernadores peronistas, seis provinciales, cinco de la UCR y cinco del PRO. En cantidad de provincias, es la más baja representatividad del peronismo. En volumen de habitantes, no. A diferencia de dos ciclos anteriores, de 1983 a 1987 y de 2015 a 2019, este año vía Axel Kicillof el PJ retuvo la provincia de Buenos Aires.
Con ese loteo, que tiene como reflejo el reparto de bancas en el congreso, el próximo presidente arranca, en el sentido estricto, con bajo o nulo poder territorial. Milei no sumó, de manera directa, el apoyo de gobernadores ni de intendentes. Massa ató el apoyo del bloque peronista y logró, luego, que los mandatarios de Misiones, Neuquén y Rio Negro le den abiertamente su respaldo para el balotaje. Otros, como el saliente Gerardo Morales, llamó a votar contra Milei que implica, por derivación, ayudar a Massa. Por otro lado, el cordobés Juan Schiaretti, fue crítico de Massa y esa posición se leyó como un respaldo, implícito, al libertario.
Un capítulo en suspenso es cómo será el comportamiento, en caso que sobreviva, de Juntos por el Cambio (JxC). Por general, referentes de las provincias que ganaron la UCR y el PRO hicieron un gesto de unidad. Si se suman, conformarán el bloque más numeroso: diez provincias bajo ese sello. Pero el pacto de Macri con Milei tensionó, al extremo, las relaciones entre radicales y macristas, y habrá que esperar el resultado del 19-N y las derivaciones posteriores, para saber si puede perdurar como bloque. Macri, según avisó, apuesta a que si Milei gana, el PRO le aportará legisladores en el Congreso y buenas relaciones con gobernadores.
Otro rasgo, además de la presencia de tres o cuatro bloques -si hay JxC o UCR y PRO operan por separado- presenta el mapa de los gobernadores es un porcentaje amplio de nuevas figuras. De los 22 que tuvieron elecciones -Santiago del Estero y Corrientes votan cruzados y eligen mandatario en el 2023-, ocho reeligieron, cuatro vuelven a cargos que ya tuvieron y diez debutan como gobernadores.
Los nuevos son cuatro del PRO, Macri (CABA), Frigerio (Entre Ríos); Ignacio Torres (Chubut) y Marcelo Orrego (San Juan), los radicales Maxi Pullaro (Santa Fe), Leandro Zdero (Chaco), Carlos Sadir (Jujuy), y los provinciales Martín Llaryora (Córdoba), “Rolo” Figueroa (Neuquén) y Claudio Vidal (Santa Cruz). Los tres que vuelven a la gobernación son Alberto Weretilneck (Rio Negro), Hugo Passalacqua (Misiones) y Claudio Poggi, que fue gobernador por el PJ de los Rodríguez Saá y ahora llega con otro sello, ligado al PRO de Horacio Rodríguez Larreta.
La aparición de nuevos nombres asoma, en paralelo, como un factor a considerar: así como todos los peronistas vienen de, al menos, una gestión anterior, irrumpe una camada de dirigentes nuevos que al margen del aprendizaje, deberán acomodarse al esquema que dibuje el resultado del balotaje. Massa, por caso, dio señales de tejer alianzas y acuerdos de diálogo con los espacios opositores. Milei, hasta acá, no expuso qué modelo de convivencia política con las provincias tienen en mente.
El silencio casi total de los gobernadores de JxC, vigentes y electos, parece responder a la incertidumbre sobre lo que puede hacer Milei que ha hablado, entre otras cuestiones, de eliminar la Ley de Coparticipación y de eliminar las obras públicas, dos temas especialmente sensibles para las provincias. Otros de los asuntos fetiche del libertario, los gastos en educación y salud, pueden ser frentes críticos: los sistemas educativos y sanitarios están bajo la órbita de las provincias, pero reciben fondos nacionales que, además, fondea programas específicos. Es decir, sin modificar el sistema y avanzar con la propuesta de los vouchers, hay modos en los que el Ejecutivo nacional puede decidir, a sola firma, sobre la distribución de fondos a las provincias.
En casos puntuales como Buenos Aires, La Rioja y Chubut, provincias que tienen fondos extra de la Nación, la relación entre esos mandatarios y Milei podría ser todavía más intensa.
PI/DTC