Sergio Massa se mantiene firme en su atril, mientras Javier Milei sale rápido en búsqueda del telón de fondo. Recién entonces emprende su retirada. Lo hace creyéndose ganador de las dos horas del debate cara a cara contra el libertario, a sólo siete días del balotaje presidencia: agita el puño derecho hacia el cielo. La escena del cierre que no se vio en la transmisión televisiva se ajusta al libreto que había buscado escribir de antemano Massa: dominar la discusión, contener la lengua rabiosa de Milei y evitar tener que rendir cuentas por los números en rojo del gobierno que representa como ministro de Economía. La estrategia de los ataques “por sí o por no” y “somos vos y yo” fue más efectiva que la acusación de “la casta” del diputado de La Libertad Avanza.
Massa le sacó la ventaja discursiva a Milei en el inicio mismo del debate, cuando el primer tema era el más espinoso para defender su gestión con la inflación a tres dígitos: Economía. Supo arrinconar al libertario con preguntas incisivas sobre la dolarización, la quita de subsidios y la rebaja de las jubilaciones. La síntesis fue la mueca de fastidio de Milei cuando se le fueron sus seis minutos de exposición en su materia de expertise, obligado a tener que responder cada estocada del ministro.
De ahí en más el ring se inclinó en favor del candidato de UP, por lo menos en lo que restó del primer bloque, con los temas de Relaciones Exteriores y Educación. Logró poner al legislador libertario contra las cuerdas, incluso con golpes bajos: puso en duda el “equilibrio mental” de su rival y afirmó que su familia tiene bienes en el exterior. “Hagamos el psicotécnico juntos”, le pidió. Y hasta sacó a la luz las contradicciones de sus dichos en distintas entrevistas.
Milei recuperó la iniciativa en el segundo tramo del debate. Obligó a Massa a responder por su relación con empresarios, lo puso incómodo al mencionar el juicio político a la Corte Suprema y hasta lo ligó en la caída del gobierno de Fernando de la Rúa. El mayor paso en falso de Milei fue en Seguridad, donde le reconoció la política aplicada por Massa siendo intendente de Tigre y hasta le cedió la palabra, casi como sin saber qué decir sobre la materia. Salió indemne ante la imposibilidad de leer en el atril. “No sabía ni de cuánto era este bloque”, se lo escuchó decir al momento del segundo corte, cuando se fue del escenario con el micrófono encendido.
Un Milei acorralado
“Javier, ¿por sí o por no?”. El incisivo test que Massa le hizo a Milei en el bloque de Economía le permitió no solo sacar la ventaja necesaria en el inicio del debate, sino evitar hablar de la inflación. Quizás fue su principal victoria de la noche del domingo.
La presión punzante –recordando de memoria cierto archivo de entrevistas de Milei– le permitió al ministro arrebatarle al diputados algunos títulos para captar al electorado aún indeciso: “Sí vamos a dolarizar y terminar con el cáncer de la inflación”, “sí voy a terminar con el Banco Central” y “cuando se recupera la economía vamos a sacar los subsidios”, llegó a responderle Milei.
Por momentos el libertario sacó su conocida rabia, que el ministro buscó capitalizar: “El debate es largo, no te pongas agresivo”. “No es agresión, es pasión”, lo retrucó. Milei contestó los golpes incistentes con latiguillos casi sin efecto: lo llamó varias veces “ministro mentiroso”, lo acusó de generar “una campaña de miedo”. Como contraofensiva habló de la casta, aunque no fue tan contundente para imponer su narrativa: “Los derechos hay que pagarlos y los recursos son finitos. A la casta le gusta intervenir. El Estado es el origen del problema”, afirmó.
Massa también apretó a Milei con el costo económico de romper las relaciones diplomáticas con países importantes como China o Brasil. “Vas a dejar a 2 millones sin trabajar”, le dijo sobre la importancia del complejo exportador. “Es falso”, contestó el libertario, que aseguró que su intención es dejar que el comercio internacional sea “libre” solo entre privados.
Párrafo aparte fue cuando Massa lo presionó para que se definiera sobre las Malvinas y desempolvó sus elogios a Margaret Thatcher. “Es una falacia. Una cosa no tiene que ver con la otra”, respondió Milei e intentó salir con una respuesta futbolística, pero pisó en falso: confundió a Alemania con Holanda, rival de Argentina en el mundial ‘74 y aseguró que el francés Mbappé hizo “dos goles” en la final de Qatar ‘23, cuando hizo tres.
Pero el cruce más barroso fue cuando les tocó hablar de Educación. Rápido Massa lo obligó a Milei a admitir que va a “arancelar” la universidad pública, aunque el libertario aclaró que lo haría como reforma de “tercera generación”. El diputado acusó al ministro de “delincuente” y el tigrense lo desafió a que lleve alguna prueba a la Justicia y sacó la carta del “psicotécnico”. “¿Por qué no te renovaron la pasantía en el Banco Central”, le espetó. Milei se fue al corte dándose aliento propio agitando un puño cerrado, mientras su hermana Karina y Victoria Villarruel se levantaron de sus asientos en el palco para ir a su contención detrás de escena.
Tablas y golpe y contragolpe
El segundo bloque fue más de tablas y golpe y contragolpe. “Fracasó cuando le quise enseñar”, le dedicó Milei a Massa al recordar sus viejos encuentros en las oficinas del Frente Renovador. “Te superas cada día más como mentiroso”, le dijo después cuando el ministro lanzó que había tenido tres denuncias de plagio en su último libro.
“Te escribió Macri”, lo contraatacó Massa y le recordó que nadie de Juntos por el Cambio ni del PRO se sentaron entre sus lugares de invitados. “No es Mauricio Macri o Cristina Kirchner, ellos ya tuvieron su oportunidad”, lo ubicó el tigrense.
Y la zozobra invadió un momento el debate en el eje Seguridad, cuando Milei se quedó en un momento callado y le “cedió” la palabra a Massa. Incluso reconoció la política de Rudy Giuliani una cucarda que aprovechó Massa por el ex alcalde de Nueva York prologó su libro. “¿Cómo era tu diálogo conmigo cuando yo era presidente de la Cámara de Diputados?”, buscó tenderle una mano el tigrense. El libertario lo acusó de “una fuerte injerencia en los medios” y de estar cerca de empresarios “con lo que se va a sentar a negociar cómo repartir la torta”. “No tengo empresarios amigos”, dijo Massa, y el público fuera de escena rompió en risas.
El final del debate fueron los dos minutos de cierre libre. Massa buscó hacer gala de su profesionalismo y, como en la presentación, se adelantó del atril. Buscó conectar con “los que no están convencidos” y les planteó el dilema “violencia o democracia”. Como en todo el debate, Milei se quedó fijo en su atril. Y desempolvó el latiguillo de campaña que no le dejó usar su rival: “¿Populismo o república?”. El veredicto de cuál será la dicotomía ganadora la dará el electorado el domingo próximo.
MC