Flor de la V fue echada de la conducción del programa de chimentos Intrusos. La actriz y figura del colectivo trans lo contó en vivo este lunes. Es todo un anticipo del giro conservador que dará el canal de televisión América TV.
Con el reciente cambio de dueños oficializado hace un mes, y el regreso de Juan Cruz Ávila como accionista y ahora CEO, el canal adoptará una línea editorial alineada con el gobierno de Javier Milei. Dicho giro a una suerte de “Fox News argentino” incluye el desembarco de periodistas de LN+ como Eduardo Feinmann, Antonio Laje y Pablo Rossi, reforzando un contenido político derechista y sin cuidado ni decoro algunos a la hora de expresar mensajes de odio. Por caso, aunque después pidió disculpas, Feinmann dijo hace un mes que “la sociedad no quiere ser villera y tener padres putos”. El año que viene no será un año cualquiera para Milei: serán las primeras elecciones legislativas de su gestión y, a la vez, el gran desafío para su joven partido, La Libertad Avanza. Para ello, necesita medios que justifiquen sus políticas de ajuste y sus mensajes de odio.
Al borde de las lágrimas, Flor de la V, en vivo y aún sentada en su silla de conductora de Intrusos, expresó: “Creo en un país libre de verdad; viva la diferencia, vivan los putos, vivan las travas y viva Perón”. Su decisión no es solo un acto personal, en el que se reivindicó peronista, sino un claro rechazo a las políticas anti-LGBT del gobierno mileísta y una señal de alerta sobre el futuro de la diversidad en los medios.
Flor de la V contó al aire el trasfondo de su salida: “El miércoles llegué al programa, lo hice como siempre y cuando salgo me llega un mensaje de una periodista que me cuenta que está trascendiendo esta información (aludiendo a un cambio en la programación y, en particular, en Intrusos). Me llega esto y le digo que tengo contrato hasta 2025. Automáticamente yo mando este mensaje a mi exproductora, Ana Laura Guevara. Me dijo que iba a averiguar. Yo estaba por organizar la fiesta de fin de año. Todo estaba organizado para el año que viene. Ese día no me contesta Ana. Dije: 'Voy a esperar'. Esa noche se comunican y me piden de juntarse conmigo el jueves después del programa. Me imaginé que no eran buenas noticias”.
Entonces, contó que le comunicaron “que el canal tenía otras cosas pensadas” para ella y que “no iba a formar parte de Intrusos 2025”. Confesó que lloró “mucho y desconsoladamente”. Reveló que Adrián Pallares y Rodrigo Lussich la reemplazarán para el ciclo 2025 de Intrusos, un histórico programa de América, creado en 2001 y conducido originalmente por Jorge Rial durante casi dos décadas. De sus sucesores en la conducción dijo: “Fueron muy malos conmigo, muy crueles, mintieron sobre mí. Por eso no menciono a estas personas”. Y señaló que creía “ingenuamente” que ella y sus compañeros no se merecían ese final.
El propio presidente de la Nación está a favor de lo que sectores conservadores definen como “ideología de género”, una supuesta teoría que, como trasnochada conclusión, asume que “se enseña” a ser homosexual, lesbiana o persona trans. Es ese argumento, que carece de evidencia científica, el que esgrimen para promover la restauración de la educación religiosa en las escuelas —en contra de la tradición fundacional de la Argentina de educación pública, gratuita y laica, y los guardapolvos blancos que probablemente el propio Domingo Faustino Sarmiento haya imaginado para señalar que la escuela es un lugar para la igualdad de oportunidades y el conocimiento basado en los datos, no en el misticismo—.
El señalamiento permanente a lo que Milei repite como “ideología de género” le sirve al Gobierno para denostar, justamente, a la educación sexual, que entre otros beneficios les da herramientas a los jóvenes para identificar y defenderse de abusos sexuales, nada menos. Dato, no opinión: casi 80% de los niños víctimas de abuso sexual realizaron sus respectivas denuncias a raíz del conocimiento adquirido a través de las clases de educación sexual integral (ESI), según el Ministerio Público Tutelar del Poder Judicial de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Más recientemente se cuenta la declaración que causó escozor en la Cámara de Diputados, de parte del ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, quien sostuvo: “Rechazamos la diversidad e identidades sexuales que no se alinean con la biología”. De inmediato, sin darse cuenta (o quizás sí) de que tenía el micrófono prendido, le dijo a un colaborador suyo, como excusándose: “Boludo, esto está textual del discurso de Milei”.
Ese día, Cúneo Libarona, el mismo abogado que formó parte de la defensa de José Alperovich, preso en Ezeiza tras haber sido condenado por violar retiradas veces a su sobrina; que defendió a Guillermo Coppola y fue novio de Samanta Farjat en los noventa, afirmó: “Se acabó solo el género. Vamos por otros valores: la familia es el centro de la educación y la sociedad. ¿Cuáles son los valores familiares tradicionales? El amor, la unión, el trabajo, el estudio, la solidaridad, la igualdad ante la ley, promover los símbolos patrióticos, respetar a nuestros próceres. Esto resulta esencial para el bienestar de los individuos y la armonía y cohesión social”. Como si las personas del mismo sexo o personas trans no pudieran formar una familia; como si esta posibilidad estuviera reservada a los heterosexuales como él mismo; como si estuviera mal, por ejemplo, que Milei y Villarruel sean solteros y no tengan hijos.
No solamente las declaraciones del Presidente, la vicepresidenta, los funcionarios y las figuras que lo apoyan definen a este gobierno como conservador y odiador —no liberal— respecto de minorías sexuales sino también sus propias acciones.
Es el gobierno de La Libertad Avanza el que el eliminó el Inadi, nada menos que el Instituto contra la Discriminación respecto de cuyo funcionamiento y necesidad hubo consenso de todos los gobiernos precedentes en democracia; y desmanteló el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, reduciendo al mínimo las políticas públicas para preservar los derechos de estos colectivos, históricamente pisoteados por las mayorías.
Además, dio de baja a los empleos asignados mediante la Ley de Cupo Trans, que establece un mínimo de 1% de puestos en el sector público para personas trans. La justificación del Gobierno para echar a estas personas de sus trabajos es su política de austeridad para reducir el gasto público, argumentando que estos puestos deben ser ocupados por quienes tengan las mejores calificaciones, sin tomar en cuenta el género o la orientación sexual, pese a que se trata de una población a la que le cuesta bastante más conseguir un empleo que a un varón cis heterosexual, y son víctimas históricas de la exclusión.
JJD