Entrevista

Gildo Onorato, del Movimiento Evita y la UTEP: “El Frente de Todos tiene que reconstruir su vínculo con los sectores populares”

Gildo Onorato elige con cuidado sus palabras para explicar la crisis actual, haciendo equilibrio como crítico del Gobierno, pero reconociéndose parte. “El Frente de Todos tiene que reconstruir su vínculo con los sectores populares”, asegura como referente Movimiento Evita –que conducen los funcionarios Emilio Pérsico y Fernando Navarro– y como secretario gremial de la oficialista UTEP –la Unión de Trabajadores de la Economía Popular, que también integran dirigentes como Juan Grabois, Daniel Menéndez y Juan Carlos Alderete–. “El empoderamiento de los sectores populares es fundamental a la hora de pensar la gestión pública. Esa idea de que hay dos lados del mostrador es la idea de la tecnocracia liberal”, completa para echar por tierra la aparente contradicción de ser juez y parte.

En diálogo con elDiarioAR, Onorato evita confrontar con La Cámpora y Cristina Kirchner, que cuestionan al Evita y sus manejos de los planes sociales –ostenta unos 120 mil beneficiarios del programa Potenciar Trabajo–, pero alude a que la vice es parte de “una estructura que expresa más el siglo XX que el siglo XXI”. Tras una semana de intensas movilizaciones y protestas callejeras, luego de los anuncios de corte ortodoxo de Silvina Batakis, confirma que la UTEP no va a participar de la protesta del 20 de julio de Grabois, pero sí en la movilización de la CGT del 17 de agosto. A su vez, adelanta que para la próxima marcha de la UTEP por San Cayetano estiman unas 500 mil personas. “Hay una gran crisis del sistema democrático y de la representación democrática en la Argentina que genera un enorme vacío. Los movimientos populares no tenemos que sumarnos a estrategias de desestabilización democrática”, dice sobre la realidad de las organizaciones sociales en medio de la crisis.

Fue una semana cargada de asambleas, protestas, actos y movilizaciones, tanto desde las organizaciones opositoras al Gobierno como desde las oficialistas. ¿Cómo ves la situación social luego de los anuncios de Batakis del lunes?

La situación social no ha cambiado. Me parece que omitir un juicio absoluto sobre los planteos de Batakis es un error. Por supuesto que estamos preocupados, pero no es una preocupación que aparece con Batakis, sino es una preocupación que está en el marco de un contexto generalizado. 

¿Esperaban desde la UTEP y el Evita más de los anuncios de Batakis?

Nosotros no esperamos ni más ni menos de ningún ministro. Creemos que el Frente de Todos tiene que reconstruir su vínculo con los sectores populares, que principalmente se ha roto por la incapacidad de construir acuerdos sólidos, estables y desde ahí desarrollar políticas con capacidad concreta de valorar el trabajo, insistir en la producción y el desarrollo nacional. Situar los problemas en un ministro nos parece un error, una simplificación y una reducción de situaciones mucho más problemáticas y más graves. Acá lo que hay que evaluar es el conjunto de las políticas que se han desarrollado. Y con respecto a la situación en particular, entendemos que hay que tomar medidas que no profundicen la política de los subsidios y las transferencias en más planes, sino hay que poner el eje en la producción, en el trabajo y en el desarrollo.

No ves que el diálogo que se retomó entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner esté recomponiendo la crisis.

El diálogo sirve y por supuesto que es importante. Pero no creo en los acuerdos de cúpulas de la dirigencia política tradicional, si no están también protagonizados por los verdaderos actores de la transformación, que en el siglo XX y en el siglo XXI siguen siendo los trabajadores y las trabajadoras. Si no hay protagonismo de la clase trabajadora y de los sectores populares, no hay crisis que se pueda saldar. Teniendo en cuenta la enorme distancia entre la agenda del palacio y la agenda de los argentinos y argentinas de a pie. Me parece que si el Frente de Todos, independientemente de cualquiera de sus figuras, no comprende que el conflicto social y la clase trabajadora son vertebradores de una nueva realidad, pensando en un nuevo 17 de octubre como punto fundacional, no hay forma. Porque la mayor parte de la dirigencia política de la Argentina, incluyendo a la del Frente de Todos, forma parte de ese ciclo que se está agotando, que está terminando y que no ha resuelto los grandes problemas estratégicos de nuestro país.

La mayor parte de la dirigencia política de la Argentina, incluyendo a la del Frente de Todos, forma parte de ese ciclo que se está agotando, que está terminando y que no ha resuelto los grandes problemas estratégicos de nuestro país

¿Cómo conviven con la contradicción de reclamar medidas al Gobierno, pero a la vez ser parte del Gobierno?  

No vivimos ninguna contradicción porque tenemos claro que el empoderamiento de los sectores populares es fundamental a la hora de pensar la gestión pública. Esa idea de que hay dos lados del mostrador es la idea de la tecnocracia liberal. Nosotros y nosotras, que somos peronistas, creemos en el empoderamiento de los sectores populares. El peronismo fue darle poder a los que no tenían poder. El peronismo es la clase trabajadora en su conjunto. Por lo tanto, entendemos que tenemos que insistir con una agenda de trabajo, de desarrollo y de producción. La agenda del Siglo XXI es una necesaria actualización doctrinaria, a partir de pensar que la estructura sociolaboral de nuestro continente y de nuestra región cambió profundamente conforme cambió la estructura del capitalismo a nivel global.

¿Cómo se inscribe en ese reclamo al Gobierno la manifestación que hicieron el jueves frente al Congreso, la feria de la economía popular?

En la Argentina no falta trabajo, hay mucho trabajo, lo que falta son derechos. Eso fue lo que dejamos claro en la feria de la economía popular del jueves pasado. Expresamos con total nitidez el trabajo de cientos de miles de hombres y mujeres a lo largo de nuestro país, que lo que demandan es derechos, y eso da cuenta de una nueva forma de organizar la comunidad a partir del trabajo autogestionado, del trabajo comunitario, el trabajo familiar, el trabajo en pequeñas cooperativas. Ese es el mundo que viene. Ese es el mundo que ha cambiado y que la dirigencia política no comprende. Hoy se puede crecer, se puede tener alta rentabilidad, alta productividad sin demandar mucha mano de obra. Por eso es fundamental que se construyan regulaciones, legislación y derechos laborales. 

Insisto con la idea: ¿No ves una contradicción que esa dirigencia sea la del mismo Frente de Todos?

No existe ninguna contradicción teniendo en cuenta a la vez, para ampliar la respuesta, que las nuevas oleadas de reformas en América Latina, a diferencia de la primera oleada de fin de siglo XX y principios de siglo XXI, donde estuvieron impulsadas las reformas desde arriba hacia abajo, hoy las reformas y los nuevos gobiernos populares se impulsan desde abajo. Pensemos en Chile, pensemos en Perú, pensemos en Ecuador, pensemos en cada una de las naciones que están planteando una nueva ola de transformaciones, de reformas impulsadas desde los pueblos. El justicialismo y el Frente de Todos tienen la posibilidad de insertarse a esta nueva oleada, integrando la nueva conflictividad social, integrando las nuevas peleas en el mundo del trabajo, del feminismo, del cuidado del medio ambiente. Sino, evidentemente los pueblos pasaremos por encima de las estructuras que expresan más el siglo XX que el siglo XXI.

¿Este Gobierno entiende a la economía popular o no del todo? 

El Presidente ha puesto la economía popular en un lugar importante en la agenda pública, y a la vez hemos tenido algunos logros que son muy relevantes. El RENATEP (Registro Nacional de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular), votado en la Ley de Emergencia Social, allá por el año 2016, recién se puso en marcha con este gobierno y con la gestión de Alberto Fernández y Emilio Pérsico. La resolución del Ministerio de Trabajo que nos dio personería social y que el último viernes pasado aprobó los libros, dando por inicio a la legitimidad de la asamblea constitutiva de la UTEP, es otro paso relevante. 

¿Alberto la entiende más que Cristina entonces? Porque ella fue muy dura contra el Evita y hasta cuestionó los planes sociales.

No es un problema de tal o cual dirigente o dirigenta comprender la realidad de la economía popular. Hay una incomprensión generalizada de las transformaciones en el mundo sociolaboral y en el capitalismo del siglo XXI. Desde el 2013, la composición del PBI global es mayoritariamente hegemónica dada por los servicios, principalmente por las finanzas. ¿Qué significa eso? Que se puede crecer sin demandar gran cantidad de mano de obra. El capitalismo principalmente demanda mano de obra altamente calificada, y el descarte social ha ido creciendo en todas las comunidades, en todos los pueblos, en todas las regiones. Lo que hay también es incomprensión y falta de estudio, por ejemplo, de las resoluciones de la Asamblea de la Organización Internacional del Trabajo, en la cual la UTEP ha participado en los últimos años y hay una muy reciente del 9 de junio, donde se sugiere a los Estados dar el impulso a la economía social, comunitaria, popular como uno de los vertebrador en la generación de trabajo decente en la pospandemia. Trabajo decente según la traducción del español al inglés. Por lo tanto, lo que hay es falta de información, falta de conocimiento, falta de comprensión del siglo XXI, porque las medidas impulsadas mayoritariamente por los sectores de la política tradicional van en sintonía de profundizar políticas de subsidios y de transferencias que no han hecho más que estructuralizar la pobreza en la Argentina. 

Siendo un gobierno progresista, ¿por qué sigue habiendo casi la mitad de la población en la pobreza?

Con Cristina teníamos casi cinco puntos de PBI destinados a la inversión social. Con Macri, después de mucha lucha, llegó a ocho puntos. Y hoy con Alberto estamos en 13 puntos. La pobreza no se redujo, la desigualdad no se redujo. ¿Por qué? Porque tenemos que hacer eje en la inversión social a través del trabajo y de la producción, que es lo que la economía popular está planteando. Nos parece relevante, central y si queremos pensar una perspectiva productiva que desconcentre y nacionalice nuestro aparato productivo, tenemos que pensar alternativas de otro tipo.

Andrés Larroque cuestionó los planes sociales y dijo en una entrevista que se conoció esta semana que el verdadero ministro de Desarrollo Social es Pérsico.

No vi las declaraciones de Larroque y en general tratamos de no opinar de los comentarios de otras personas, otros dirigentes u otros sectores.

¿Se van a sumar a los cortes que propuso Grabois para el 20 de julio? Lo hizo desde su espacio, incluso en una asamblea donde estuvo el Polo Obrero, pero la UTEP tiene la movilización del 7 de agosto por San Cayetano. 

No, no nos vamos a sumar a los cortes que están planteando. Solamente nos sumamos a actividades definidas en la Comisión Directiva y en el Secretariado de la UTEP. Y hasta acá no se ha tratado la propuesta de Grabois. Nuestra gran prioridad es el 7 de agosto, donde pensamos movilizar más de medio millón de trabajadores y trabajadoras de la economía popular desde el Santuario de San Cayetano hasta el centro de la ciudad. 

Si seguimos teniendo las recetas lógicas de los subsidios, vamos a seguir engordando la pobreza estructural

¿Y cuál es tu posición sobre el salario básico universal?

Por supuesto que estamos de acuerdo. Forma parte de una de las políticas planteadas el 1 de mayo. Pero somos conscientes que si esa política no está acompañado de una serie de incentivos al desarrollo productivo, con monotributo productivos para registrar el trabajo, con acceso al crédito para potenciar la escala de producción y dignificar ese trabajo, y con el fortalecimiento y la potenciación de circuitos de compra-venta, vamos a caer en tener un plan social más como hemos tenido en otras crisis y será una nueva expectativa desaprovechada, teniendo en cuenta que la inversión social hoy es central guiarla hacia la producción, hacia el trabajo y hacia el desarrollo. Si seguimos teniendo las recetas lógicas de los subsidios, vamos a seguir engordando la pobreza estructural.

O sea, en algún punto coinciden con la propuesta de eliminar los planes sociales, como plantea La Cámpora. 

El salario universal tiene que estar dirigido muy concretamente hacia el segmento social de la pobreza, que tiene dificultades para insertarse en actividades sociolaborales o en actividades productivas. Es decir, aquellas compañeras y compañeros que provienen de familias con tres o cuatro generaciones de desocupados. A ellos sí, un ingreso básico. Por supuesto que al resto, al núcleo productivo de la economía popular, las medidas que te mencionaba antes. Desde ahí podemos plantear una perspectiva de crecimiento económico de abajo hacia arriba, de las periferias al centro, sin esperar el derrame que nos ha planteado el liberalismo y mucho menos la explosión de consumo, que a los sectores populares nos ha dejado al margen y que solo vemos alguna gotita de ese derrame del consumo. Necesitamos crecer de otra manera, de abajo hacia arriba, porque las fórmulas expresadas por el liberalismo y por el progresismo no han hecho más que ahondar las desigualdades en nuestro país.

No comparten la movilización de Grabois. ¿Y la del 17 de agosto que lanzó la CGT?

Por supuesto que vamos a participar en la movilización con la CGT. Venimos trabajando de forma sostenida y sin tantos flashes en la articulación cotidiana. Estamos hermanados con la CGT, nos sentimos parte de la nueva conducción, tenemos un diálogo fluido, una planificación conjunta y entendemos que el peronismo está donde están los trabajadores y las trabajadoras. Por eso sentimos que la unidad entre los gremios confederados y los sectores de la economía popular son estratégicos para construir estabilidad en nuestro país y un sendero de crecimiento, como mencionaba recién, de abajo hacia arriba.

¿Esta serie de movilizaciones, en un clima de alta inflación y crisis política, no pueden perjudicar más al Gobierno? 

Los movimientos populares no tenemos que ser funcionales a las estrategias de desestabilización. Hay una gran crisis del sistema democrático y de la representación democrática en la Argentina que genera un enorme vacío. Los movimientos populares no tenemos que sumarnos a estrategias de desestabilización democrática. Sabemos que hay una crisis muy grande. Sabemos que hay enormes problemas. Sabemos que tenemos que poner al Estado, al mercado y a la economía popular en función de resolver los problemas. Pero lo peor que podemos hacer es alimentar la crisis por una cuestión muy simple: cada crisis nos ha dejado a los pobres más pobres y a los ricos más ricos. Y a la vez concentró el comercio interior, concentró el comercio exterior, aumentó la pobreza, aumentó la desigualdad. Reitero, no nos vamos a sumar a ninguna política de desestabilización democrática que algunos facinerosos y mesiánicos están intentando construir en nuestro país.

Frente a semejante crisis socioeconómica ¿estamos lejos o cerca de un 2001?

La crisis que vivimos es muy distinta a la del 2001, porque existe una gran organización comunitaria y popular que quiere paz social en la medida en que se resuelvan sus problemas. Tenemos claro que los emergentes políticos de la gran crisis del 2001 y 2003 están llegando a su fin de ciclo, porque no han tenido la capacidad de construir una propuesta de nación para los 47 millones de habitantes. Nos han sostenido de crisis en crisis, donde se han ahondado las desigualdades. Y es importante que comprendamos el fenómeno que está sucediendo en América Latina. 

Pero el kirchnerismo, como modelo de gobierno, emergió en 2003.

Los gobiernos reformistas de principios de siglo XXI impulsaron las transformaciones de arriba hacia abajo y fracasaron. Solo se sostuvieron hasta el día de hoy aquellas que impulsaron de abajo hacia arriba. El ejemplo más claro es el de Bolivia. Hoy hay una nueva oleada de reformas y esa oleada de reformas está impulsada de abajo hacia arriba. Hay una nueva democracia expresiva que se compone de las luchas populares y de los nuevos conflictos –los feminismos, las luchas ambientalistas, la lucha de la economía popular–, naciendo de esa forma una democracia expresiva que no tiene representación en el sistema democrático actual, que es representada parcialmente. Esa democracia expresiva está pugnando por una transformación. Está pugnando por el encuentro de una lógica nueva en términos económicos, en términos políticos y en términos sociales. Creemos que los movimientos populares somos los protagonistas del tiempo que está amaneciendo. Y si la dirigencia política no comprende las transformaciones en la estructura social, económica y laboral de nuestro tiempo, esa dirigencia política va a ser dejada a un costado.

CC