“El Presidente de la Nación ha firmado el día de hoy el decreto que disuelve la Secretaría de Prensa. Fin”, escribió en su cuenta de X el vocero presidencial Manuel Adorni.
Aunque no dio más detalles, el cierre del organismo va en línea con las medidas de ajuste en el Estado del gobierno de Javier Milei y con la reciente renuncia del secretario de Prensa, el periodista Eduardo Serenellini.
Fue el martes pasado cuando Serenellini presentó dejó su cargo. En su mensaje a través de X, breve y casi protocolar, adujo “razones personales”, pero en la Casa Rosada nadie creyó esa explicación. La salida del funcionario fue el capítulo final de una novela que se escribió en los pasillos del poder, con un guion plagado de intrigas, desplantes y, sobre todo, la omnipresente sombra de Karina Milei, la verdadera arquitecta de su caída.
La Secretaría de Prensa se ocupaba hasta hoy —según lo describe en su página oficial— de planificar y ejecutar la política de prensa del Gobierno Nacional, como así también de asistir al Poder Ejecutivo en la elaboración y difusión de los mensajes, discursos y declaraciones públicas.
La salida de Serenellini
La renuncia llegó después de meses de desgaste. El nombramiento de Serenellini había sido oficializado en enero de 2024, como reemplazante de Belén Stettler, quien era cercana al asesor presidencial Santiago Caputo. Durante el período de más de un año en el que se mantuvo en el cargo, Serenellini fue cuestionado por referentes del mismo oficialismo. Al punto de que mantuvo una batalla con el vocero Manuel Adorni por la asignación de presupuesto.
Serenellini no tenía injerencia en la comunicación oficial del Gobierno a pesar de su cargo. Su agenda diaria incluía a cámaras empresarias y organizaciones civiles. Su último cónclave de relevancia había sido hace dos semanas, cuando recibió al presidente de la Sociedad Rural, Nicolás Pino, en medio de una reunión cargada de tensión. En ese momento, el sector agropecuario atravesaba fuertes reclamos por la cesación de pagos de varias firmas del campo, una situación que detonó críticas hacia el gobierno de Milei.
La foto de Serenellini junto a Pino fue interpretada como un intento desesperado por mantener puentes con un sector clave para la economía, pero también le costó reproches internos: en Balcarce 50 no todos aprobaron que el secretario de Prensa fuera quien encabezara un encuentro tan delicado.
MM